La presencia de judíos en Barcelona está documentada desde antes de la existencia del barrio judío en la ciudad, aunque se desconoce si ya constituían una comunidad. Hacia el año 850, una tradición recoge la existencia de una carta del gaón Amram de Sura (Babilonia) a los judíos de Barcelona.En el año 877, el judío Judacot hace de emisario entre Carlos II, el Calvo, rey de Francia, y los barceloneses y entrega al obispo Frodoí diez libras de plata para reparar su iglesia. En el asalto de Almanzor a Barcelona (año 985) mueren varios judíos y las propiedades de los que no tenían herederos pasan a manos del conde.

Los Usatges de Barcelona (1053-1071) incluyen algunas disposiciones referentes a los judíos.La primera noticia documental de un barrio judío en Barcelona data del siglo XI, cuando se menciona una calle que solebat ire ad callem judaicum. La palabra call significa «calle pequeña» o «callejón». El nombre se extendió a todo el conjunto de calles ocupadas por los judíos, es decir, al barrio judío, y la comunidad de judíos recibió el nombre de aljama. Las autoridades municipales no tenían ninguna jurisdicción sobre el Call, que dependía directamente del rey o del baile real, pero ya a partir del siglo XIV se dictaron ordenanzas restrictivas para los judíos, referidas sólo a situaciones o actuaciones fuera del barrio del Call.

Al igual que en el resto de las comunidades españolas, los judíos de Barcelona pasaron por diferentes etapas de convivencia con el resto de los pobladores de la ciudad. Si en el siglo XI el célebre escritor y viajero hebreo Benjamín de Tudela consignaba en su Libro de viajes (Séfer Masaot) la existencia de una comunidad santa de hombres sabios y prudentes y grandes príncipes, en otros momentos, sobre todo a partir de los siglos XIV y XV, los judíos barceloneses vieron cómo la judería se convertía en un gueto, donde se les segregaba, se les confinaba y, en ocasiones, se les agredía. Así ocurre por ejemplo en 1367, cuando los principales representantes de la aljama, como Nissim Girondí, Hasday Cresques o Isaac Perfet, son encarcelados en la propia sinagoga Mayor y obligados a responder en la instrucción de un conocido caso de profanación de hostias, por parte de judíos, en Girona.

Entre las numerosas referencias, en la toponimia de Barcelona permanece indeleble el recuerdo del Montjuïc, el Mons Judaicus o monte de los judíos, donde la comunidad hebrea enterró a sus muertos durante siglos.

La organización interna de la aljama correspondía a los propios judíos, con un autogobierno confirmado por privilegio real. La comunidad se regía por un régimen oligárquico, integrado por los miembros ricos y doctos; los dirigentes se denominaban neemanim. Un consejo formado por diez miembros, que seguía el modelo del gobierno municipal barcelonés, supervisaba la gestión de los neemanim y controlaba el órgano ejecutivo. Cada comunidad tenía autoridad para promulgar ordenanzas (taqqanot), reglamentos elaborados para regular la vida comunitaria, religiosa, económica, social, educativa y ética de sus miembros.

Dentro del call, los judíos vivían según el calendario religioso hebreo, observaban los sábados y las festividades religiosas según sus leyes y sus costumbres, estudiaban los textos clásicos como la Biblia y el Talmud, se casaban y divorciaban según la ley judía, se presentaban ante el bet din cuando había pleitos entre ellos, y mantenían instituciones sociales, religiosas y docentes propias. También desarrollaron su cultura y crearon obras maestras que pasarían a formar parte de la literatura judía universal.

Las ordenanzas promulgadas por la aljama eran a menudo confirmadas por los monarcas. En el ámbito religioso, los administradores de la comunidad tenían que mantener el culto público, abastecer los alimentos cásher y organizar los entierros. Un tribunal con jueces expertos que actuaban de acuerdo con la ley judía y con el consentimiento del monarca tenía el derecho de pronunciar sentencia entre los judíos en pleitos civiles y criminales.

Los judíos, «bossa e tresor del rei», tenían el deber de pagar impuestos: cada año el rey les obligaba a pagar una cantidad determinada. La aportación económica era repartida por los secretarios de la aljama entre los cabezas de familia. Para una mejor recaudación del impuesto, se crearon las colectas (agrupación de juderías), que tenían que pagar también las cenas e impuestos extraordinarios cuando el rey necesitaba dinero para una guerra o unas fiestas de coronación. Los judíos mantenían y cuidaban los leones y otros animales que poseía el rey.

En el año 1079 la población judía era de unas setenta familias, mientras que en el siglo XIV llegaba a unas cuatro mil personas. El crecimiento en número de familias y la llegada de los judíos expulsados de Francia hicieron necesaria una ampliación de su barrio; se creó, pues, el Call menor.

La sinagoga era el centro de la comunidad; la scola, el lugar donde se celebraban las fiestas más importantes (la circuncisión, la bar mitsvá, la celebración pública del sábado, Rosh ha Shaná (Año Nuevo), Shavuot (Pentecostés), Sucot (fiesta de las Cabañuelas), Pésaj (Pascua), Janucá (fiesta de las Luces), Tishá be-Av (conmemoración del Templo) y Purim (fiesta de la reina Ester) y, también, el lugar donde se hacían las asambleas y reuniones, se daban avisos, se celebraban juicios, se aplicaban las leyes...

En lo que concierne al ámbito laboral, dentro del call la mayoría de los judíos eran artesanos y menestrales, como tejedores de velos de seda, encuadernadores, orfebres, coraleros, zapateros, prestamistas, taberneros y vendedores; algunos también se dedicaban al cultivo de sus tierras. Así mismo, destacaban como médicos, muy apreciados por los cristianos. Por otro lado, ocupaban cargos dentro de su comunidad: políticos, como el de secretario; administrativos, como los de portero y enterrador, así como aquellos relacionados con el sacrificio de animales para comer, entre otros. Además, ejercían cargos religiosos como rabinos y en la escuela talmúdica. Y por sus conocimientos, los más destacados formaban parte de la corte real y tenían cargos públicos: bailes, recaudadores de impuestos, traductores, embajadores... Finalmente, cabe destacar los que se hicieron un nombre dentro del mundo cultural como filósofos, literatos, científicos y traductores, muchas de cuyas obras han llegado hasta nosotros.

Durante la primera etapa de la presencia judía en Barcelona, las comunidades judía y cristiana mantenían buenas relaciones, poseían negocios en común, y los condes-reyes confiaban cargos públicos a los judíos como los de baile real, recaudador de impuestos o embajador.

Que el call fuese un espacio cerrado no significa necesariamente que los judíos viviesen aislados. En Montjuïc, el monte de los judíos, además del cementerio, poseían tierras de cultivo y algunas casas o torres. En el llano de Barcelona tenían muchas tierras, principalmente viñas, huertos, campos de cultivo y árboles frutales; algunas de estas tierras debían de ser de cultivo propio y otras prendas de préstamos. Las zonas del llano donde tenían más propiedades eran, entre otras, Magòria, Bederrida, Les Corts, al pie de Collserola, los alrededores de Rec Comtal... También tenían casas y obradores en la plaza de Sant Jaume y puestos en el mercado de la plaza del Blat. Alrededor del Miracle (el actual espacio de la calle del Paradís, donde había estado el templo romano), en el siglo XI vivían los judíos monederos Bonhom, Enees y David, en un espacio que recuerda una zona residencial y que más tarde quedó fuera del recinto del Call Mayor.

En la Barcelona medieval había dos barrios judíos: el Call mayor y el Call menor, llamado también de Sanahuja o de Àngela. El Call mayor, el recinto más antiguo de la judería estaba delimitado por la línea de la muralla romana entre Arc de Sant Ramon del Call y Banys Nous, calle del Call, la línea de edificios entre las Calles de Sant Honorat y del Bisbe y Sant Sever. En este entorno, la recuperación de un viejo edificio hebreo sirve para albergar el nuevo Centro de Interpretación del Call de Barcelona, manteniendo como eje vertebral la calle de Sant Domènech del Call. Además de la sinagoga Mayor, en la calle de Sant Domènech del Call se ubicaba otro de los edificios principales de la comunidad judía, la carnicería, donde se vendía la carne cásher, debidamente purificada para el consumo familiar; los documentos de la época acreditan a David de Bellcaire como propietario de la carnicería, y sitúan la pescadería en la actual calle de la Fruita. En 1357 se construyó la fuente del call, en el centro de la calle de Sant Honorat, para evitar que los hebreos tuvieran que salir fuera de los límites de la judería a buscar agua, mientras que la calle Banys Nous recuerda los baños nuevos. Los Banys Nous fueron fundados el año 1160 por el alfaquí Abraham Bonastruc, asociado al conde Ramon Berenguer. El conde cedió unas tierras situadas fuera del muro romano, bajo el Castell Nou, lugar donde abundaba el agua, y Bonastruc los hizo construir y los equipó. Según el contrato, el alfaquí los explotaría y ambos irían a tercios en los beneficios. En su interior había un espacio destinado a micvé . Una lápida en la calle Marlet, réplica de la que se conserva en el Museo de la Historia de la Ciudad, ofrece el testimonio de la fundación de un hospital, bajo el impulso de Samuel ha-Sardí, en el siglo XIII. En el siglo XIV se documentan, además de la Mayor, otras cuatro sinagogas más, integradas en el conjunto de un denso tejido social en el que convivían rabinos y estudiosos (matemáticos, alquimistas, geógrafos...) con maestros de las más diversas variedades artesanales y con tesoreros y bailes reales.

Los dos calls no estaban comunicados entre sí, pero creemos que cuando se comenzó la urbanización de las calles de los Banys Nous, de la Boqueria y de Avinyó, es decir, tras la apertura del muro romano, la comunicación fue mucho más directa. En medio de las dos juderías estaba el Castell Nou (Castillo Nuevo). Y también quedó equidistante entre los dos barrios el edificio de los Banys Nous o Baños Nuevos, que eran públicos y no restringidos por causas religiosas, raciales o de género.

En el IV Concilio de Letrán (1215), se adoptan diversas disposiciones contra los judíos (control de los préstamos, obligación de llevar señales en los vestidos, etc.).Según sus disposiciones, el rey Jaime I recomienda el uso de la señal distintiva y fija en un 20% el interés de los préstamos; también prohíbe que los judíos ocupen cargos públicos que supongan autoridad sobre los cristianos (bailes reales...). Pero excepto la relativa al interés de los préstamos, el resto de las disposiciones no se llegaron a implantar. Más adelante, en 1268, Jaime I dispensa a todos los judíos de la aljama de Barcelona de llevar la rodela; sólo les recomienda llevar la capa redonda cuando salgan de la ciudad.

Otra consecuencia del IV Concilio de Letrán fue el cierre de las juderías, de forma que la población cristiana estuviese separada de la judía. Sin embargo, en 1275, el papa Gregorio X recuerda a Jaime I la necesidad de crear unos barrios reservados a los judíos, lo cual indica que esta disposición no se había cumplido antes. Así mismo, en 1285 el rey Pedro II promete a los nobles que ningún judío ocupará el cargo de baile y confirma la promesa de que ningún judío ejercerá un cargo que suponga autoridad sobre los cristianos. A partir de ese momento, aumentará la presión fiscal sobre las aljamas, como también la de las doctrinas de la Iglesia contra los judíos.

La llegada de las órdenes de predicadores (dominicos y franciscanos) y la autorización de la que disponen para predicar dentro de las sinagogas promueve diversos alborotos, principalmente debido a los exaltados que acompañan a los frailes y provocan disturbios, hasta tal punto que el rey Pedro ordena a sus veguers que prohíban la entrada de cristianos en las sinagogas, excepto a tres o cuatro «hombres buenos». También pide a los franciscanos que intenten convertir a los judíos, no con amenazas ni violencia, sino por medio de la persuasión, y a los judíos que escuchen las prédicas y se guarden de emplear palabras ultrajantes con respecto a los frailes y la fe cristiana.

La epidemia conocida como la peste negra da lugar a la calumnia de que los judíos envenenan el agua, hecho que hace estallar la violencia. El sábado 17 de mayo de 1348 el call es asaltado y varios judíos son asesinados. El rey Pedro IV pide al Papa una declaración oficial en la cual haga constar que las acusaciones contra los judíos son calumnias, y el papa Clemente VI promulga dos bulas al respecto.

En el año 1263 el rey Jaime I, a instancias de los frailes predicadores, convoca y preside en su palacio de Barcelona la disputa religiosa entre Moshé ben Nahman, rabino de Girona, por parte judía, y fray Pau Cristià, converso, por parte cristiana. Además del rey, están presentes san Raimon de Penyafort y otras muchas personalidades. El debate sobre las dos religiones dura varios días y trata diversos temas, como la venida del Mesías. De esta disputa, cuya trascendencia llegó a toda Europa, se conservan versiones en latín y hebreo que, lógicamente, discrepan sobre el final. Pero la consecuencia de la disputa fue la censura y la quema de libros hebreos, la obligación de escuchar las prédicas de los dominicos y el exilio a Jerusalén de Moshé ben Nahman.

El final de la relación entre Barcelona y su colectivo judío comenzó a finales del siglo XIII, especialmente tras la Disputa. En el año 1348 la judería barcelonesa sufre un primer asalto, en el que mueren varios judíos, acusados de envenenar el agua y provocar la epidemia de la peste negra que asoló la ciudad, y en 1367 los rectores de la aljama Nissim Girondí, Hasday Cresques e Isaach Perfet fueron encarcelados en la sinagoga mayor para ser interrogados sobre un caso de profanación de hostias en Girona. A finales del siglo XIV se vive una situación bastante crítica en la ciudad debido al declive económico, los movimientos sociales y las crisis municipales, todo un cúmulo de circunstancias en las que la más mínima chispa puede hacer estallar la violencia y dirigirla hacia las minorías religiosas. El detonante del disturbio son las prédicas de Ferrand Martínez, arcediano de Écija, causa directa de los ataques a las juderías de Sevilla y de toda Andalucía. El movimiento antijudío se extiende por toda la Península y llega también a Cataluña, donde son atacadas casi todas las juderías. El call barcelonés es asaltado los días 5 y 7 de agosto de 1391. Unos trescientos judíos son asesinados, otros se bautizan y otros varios huyen. Son atacadas también las propiedades, y no tan sólo las judías, sino también la Casa de la Bailía.

Pese a los intentos reales para restaurar una judería (en la zona del Call menor), jamás se reestablecerá ninguna. En el año 1401 Martín I, el Humano, dicta el privilegio por el que Barcelona pierde el derecho a tener barrio judío.

Antigua Casa Padellàs/Museo de Historia de la Ciudad de Barcelona

Fragmento de janukiyá conservada en el Museu d´Història de la Ciutat

El llamado Conjunto Monumental de la Plaça del Rei, formado por el Palau Reial y la casa Padellàs, está integrado actualmente en la amplia estructura del Museo de Historia de la Ciudad de Barcelona. El Palau Reial fue Placio Condal en el siglo XI, y funcionó después durante siglos como residencia de los reyes de Aragón y Cataluña. La casa Padellàs, que alberga el Museo de Historia de la Ciudad, es un palacio gótico que fue trasladado hasta esta plaza, piedra a piedra, desde su anterior emplazamiento en la calle de Mercaders, en el año 1931. La visita a ambos recintos se complementa con el recorrido por el subsuelo arqueológico de la plaza. En el museo, que organiza rutas guiadas por las juderías de Barcelona, se encuentran también la lápida original de Samuel Ha-Sardi, algunas de las lápidas hebreas del cementerio de Montjuïc o la maqueta de los Banys Nous.

Bajada de Santa Eulàlia

La Bajada de Santa Eulàlia

En la Edad Media Sant Sever y la bajada de Santa Eulàlia constituían una sola calle, llamada de la Volta, que terminaba en la muralla romana y que fue un vial sin salida hasta el año 1394. En el número 3 de la bajada de Santa Eulàlia se encuentra un interesante edificio medieval adosado a la muralla romana y construido en su interior. La fachada lateral de este edificio daba a una calle que ya no existe, de la que se ve un segmento tapiado, una porción conservada como patio y otra porción también tapiada que da a un gran patio orientado a Sant Felip Neri. Como material reaprovechado, apareció una lápida con una inscripción hebrea. El edificio es posterior a 1391. Estas calles, que conforman el límite norte del barrio, quedaban cortadas a la izquierda por el muro romano y a la derecha por las propiedades del obispo. Las casas judías no llegaban a la actual plaza de Sant Felip Neri, que era dominio del obispo.

Call mayor

El Call mayor

Que el call fuese un espacio cerrado no significa necesariamente que los judíos viviesen aislados. En Montjuïc, el monte de los Judíos, además del cementerio, poseían tierras de cultivo y algunas casas o torres. En el llano de Barcelona tenían muchas tierras, principalmente viñas, huertos, campos de cultivo y árboles frutales; algunas de estas tierras debían de ser de cultivo propio y otras prendas de préstamos. Las zonas del llano donde tenían más propiedades eran, entre otras, Magòria, Bederrida, Les Corts, al pie de Collserola, los alrededores de Rec Comtal... También tenían casas y obradores en la plaza de Sant Jaume y puestos en el mercado de la plaza del Blat. Alrededor del Miracle (el actual espacio de la calle del Paradís, donde había estado el templo romano), en el siglo XI vivían los judíos monederos Bonhom, Enees y David, en un espacio que recuerda una zona residencial y que más tarde quedó fuera del recinto del Call mayor.

El Call mayor ocupaba el cuadrante noreste de la ciudad romana. De la urbanización romana se conservan indicios de la muralla en el interior de las casas situadas entre las calles de los Bany Nous y del Arc de Sant Ramon del Call. Las calles romanas conservadas son las de Sant Domènec y Sant Honorat, antiguos decumani minori; la calle de la Volta, actuales calle de Sant Sever y bajada de Santa Eulàlia; un antiguo cardo minimus, y la calle del Call, el antiguo cardo maximus que iba a la puerta romana y que en cierto momento fue desviado y adoptó la forma que hoy conserva. Es posible encontrar indicios de otro cardo minimus, hoy desaparecido, y otros callejones medievales. Los límites del Call mayor eran la calle del Call y el Castell Nou al sur; la calle de Sant Honorat, más exactamente la línea de casas entre Sant Honorat y la calle del Bisbe, al este; la calle de Sant Sever y la bajada de Santa Eulàlia hasta el muro romano al norte, y una línea medianera entre las calles del Arc de Sant Ramon del Call y de los Banys Nous al oeste. Sin embargo, a mediados del siglo XIII el rey autorizó abrir puertas y ventanas en la muralla romana, y los límites se expandieron con la urbanización de las calles de Avinyó y dels Banys Nous.

Los judíos de Barcelona se agruparon en el Call mayor entre los siglos XII y XIV, si bien de manera más estricta a partir del siglo XIII. En 1275, el rey Jaime I recibe el recordatorio del papa Gregorio X de la necesidad de delimitar los barrios judíos, lo que al parecer no se cumplía por completo en Barcelona.

Call menor

La calle de la Lleona en el Call menor

En la Barcelona medieval había dos barrios judíos: el Call mayor y el Call menor, dicho también de Sanahuja o de Àngela. No estaban comunicados entre sí, pero creemos que cuando se comenzó la urbanización de las calles de los Banys Nous, de la Boqueria y de Avinyó, es decir, tras la apertura del muro romano, la comunicación fue mucho más directa. En medio de las dos juderías estaba el Castell Nou (Castillo Nuevo). Y también quedó equidistante entre los dos barrios el edificio de los Banys Nous o Baños Nuevos, que eran públicos y no restringidos por causas religiosas, raciales o de género.

El Call menor es también conocido también como Call de N’Àngela o Call d’En Sanahuja, nombres que hacen referencia a propietarios de los solares. El barrio es una urbanización que fue planeada en el siglo XIII, formada por cinco manzanas, con una sinagoga y una plaza, y situada al pie del Castell Nou por su parte externa, es decir, en el exterior de la muralla romana. El Call menor no tenía comunicación directa con el Mayor. Sus límites eran las calles de la Boqueria, de Rauric, de la Lleona y de Avinyó. Tenía dos puertas, una al pie del Castell Nou, por el lado exterior, y la otra en la calle de la Boqueria, tocando a la calle de Rauric, que posiblemente se trata de una puerta mencionada en el año 1255. La calle de la Boqueria era la calle que conducía al barrio. De ella salían varios callejones hacia la plaza de la Trinitat (desaparecida al abrirse la calle de Ferran). Esta calle fue ocupada posteriormente por los conversos que se establecieron con sus negocios: orfebres, tejedores de velos, sastres, zapateros...

La calle de la Volta del Remei, entrando por Boqueria, conserva aún una torre medieval del siglo XIII; antiguamente se había llamado calle del Arc d’en Sanahuja. Si se observa desde la calle de Ferran, se ve la parte posterior de la dicha casa-torre, mucho menos reformada que la parte anterior.

Calle Marlet

La calle Marlet

La calle Marlet es una de las calles más conocidas del Call barcelonés por la lápida encastrada en el muro de la casa número 1. Esta casa fue edificada en el año 1820 y entre los derribos de la anterior se encontró dicha piedra, que los propietarios decidieron colocar en el mismo lugar donde había estado antes. Añadieron, además, otra lápida con una traducción errónea. Recientemente se ha instalado una placa con la traducción que creemos que es la correcta:

Fundación Pía de Samuel Ha-Sardí; su luz arde permanentemente.

Es una calle de línea irregular que rompe con las líneas rectas de la urbanización romana.

En la parte más próxima a Sant Domènec del Call se ve una puerta baja que conduce a un pasaje y que debía de ser una de las entradas a la sinagoga.

Siguiendo hacia la calle de la Fruita, podemos observar una imagen que nos permite imaginarnos cómo eran, de hecho, las calles del Call: pequeñas, estrechas, sinuosas y con casas que parece que corten el paso.

Calle Rauric

Calle Rauric

La calle de Rauric era antes del siglo XIV una rambla que iba hasta la de Vilanova dels Còdols y que fue «mudada» (trasladada) a la Riera del Pi, actual calle del Cardenal Casañas.

En el centro del Call menor había la plaza llamada posteriormente de la Trinitat; estaba delante de la sinagoga y desapareció a mediados del siglo XIX. La sinagoga fue convertida en iglesia de la Trinitat por un grupo de conversos.

Calle Sant Sever

La calle Sant Sever

La calle de Sant Sever era un callejón sin salida que no se abrió hasta el año 1394. La zona, próxima a la Catedral, cambió mucho de aspecto en el siglo XVII con la construcción de la parte posterior del edificio del Palau de la Generalitat, por un lado, y la de la iglesia de Sant Sever, por el otro.

En el edificio número 5 de la calle de Sant Sever que hace esquina con la calle de Sant Felip Neri se han realizado investigaciones arqueológicas que han permitido confirmar la existencia de una domus de época romana tardía, una prensa de los siglos IX-XI, restos de construcciones de los siglos XIII-XIV como una posible lonja desmontada perteneciente a la primera mitad del siglo XIII, pozos, tres silos intercomunicados y restos de los siglos XVIII-XIX. En época reciente, y aprovechando el espacio libre en la plaza de Sant Felip Neri, se rehizo la fachada de este edificio que da a la plaza con material reaprovechado, a la vez que se trasladó aquí la casa del gremio de zapateros.

Calle de Banys Nous

La Calle de Banys Nous

El nombre de esta calle hace referencia a un edificio singular que la caracterizó durante largo tiempo: los Banys Nous, los baños públicos medievales de la ciudad. Estaban situados en la parte de esta calle que hace esquina con la de la Boqueria, en el espacio que ocupa ahora un edificio con unos destacables esgrafiados barrocos.

Los baños fueron fundados en el año 1160 por el alfaquíAbraham Bonastruc, asociado al conde Ramon Berenguer. El conde cedió unas tierras situadas fuera del muro romano, bajo el Castell Nou, lugar donde abundaba el agua, y Bonastruc los mandó construir y equipar. Según el contrato, el alfaquí los explotaría y ambos irían a tercios en los beneficios. Los hijos de Bonastruc los vendieron a Guillem Durfort.

El edificio estaba construido según la tradición árabe de las casas de baño, pero con técnicas y decoración románicas. Tenía diversas salas y dependencias, entre ellas una destinada a micvé. Las salas más importantes eran la sala de descanso, con cúpula y templete central, y las de los baños de vapor. El edificio se mantuvo en pie, aunque sin uso, sepultado bajo la casa hasta 1835, cuando fue derribado. Se conservan planos y dibujos y una maqueta en el Museo de Historia de la Ciudad.

El miqvé, el baño de purificación judío

El micvé, el baño de purificación judío, es un edificio esencial en cualquier comunidad judía. Su funcionalidad es la purificación espiritual a través de la inmersión total del cuerpo en el agua y por eso acompaña a los actos más importantes de la vida de un judío. La mujer judía se purifica después de la menstruación, cuando ha de tener un hijo y cuando ya lo ha tenido y, tanto el novio como la novia, justo antes de la boda. Los conversos al judaísmo deben sumergirse en el baño y también las personas que hayan estado en contacto con impurezas o enfermedades contagiosas.

La persona ha de estar preparada para el acto de purificación. Previamente se ha de haber lavado y peinado para que el agua la impregne totalmente. La inmersión se realiza tres veces para asegurar este hecho. Los hombres suelen purificarse el viernes antes de la puesta del sol, ante la entrada al Shabat o día dedicado a Dios.

Calle de Sant Domènec del Call

La calle de Sant Domènec del Call

Conocida también como calle de la Carnicería o calle de la Sinagoga Mayor, era la calle más importante del barrio judío. Al inicio de la calle había el portal de entrada, la casa del portero y la Carnicería de los Judíos, que, pese a no ser una institución, era el lugar donde se vendía la carne cásher. El nombre actual de la calle proviene del hecho que el 5 de agosto de 1391, cuando se produjo el asalto al Call, era el día de san Domingo. No es histórica la existencia de un convento de dominicos dentro de los límites del Call, así como todas las leyendas que se han creado al respecto. Era la calle principal del Call mayor, donde se hallaban la sinagoga, la carnicería y otros destacados edificios. Al norte, la calle formaba una plazoleta, hoy desaparecida, y al sur se encontraba el portal principal del barrio.

Calle de Sant Honorat

La calle Sant Honorat

La actual calle de Sant Honorat fue uno de los decumani minori de la ciudad romana, y en su confluencia con la plaza de Sant Jaume estuvo cerrada por un portal que establecía uno de los límites del Call mayor. El lateral del actual palacio de la Generalitat, a la derecha, se corresponde con una línea de casas judías que compraron los miembros de la Diputación del General en el año 1400, para levantar en su lugar este edificio gótico proyectado por el arquitecto Marc Safont, que sufriría después ampliaciones y transformaciones.

En el lado norte de la calle, se ubicaban las casas de Benvenist Samuel y su sobrino Samuel Benvenist y que se encontraban en los muros viejos, en la calle del Bisbe. La casa que sobresale en la línea de la calle era, en el siglo XIV, la más relevante del conjunto y la única que tenía salida, además, a la calle del Bisbe, al otro lado del barrio judío. Perteneció al poeta Moshé Natán, y posteriormente al médico cirujano Bonjuà Cabrit y a sus herederos. Parece que este área, cercana a una puerta del Call, era la zona de residencia de los médicos y cirujanos. Una razón de esta ubicación concreta dentro del Call era la proximidad del palacio real, al que eran llamados a menudo. Muchos judíos eran asiduos de la casa del rey e, incluso, ostentaron la categoría de familiares.

Junto a ella existió un callejón sin salida, actualmente tapiado, al final del cual se encontraba la sinagoga Menor o Poca.

Calle del Arc de Sant Ramon del Call

La calle del Arc de Sant Ramon del Call

En el inicio de la calle del Arc de Sant Ramon del Call, que estuvo comunicada en su día con la actual bajada de Santa Eulàlia, el barrio cobra cierto aire bohemio. A pesar de su trazado irregular, la calle sigue la línea interior de la muralla romana, escondida entre las casas de esta calle y la de los Bany Nous. Al final de la calle había existido un callejón que iba hasta la bajada de Santa Eulàlia.

Por la documentación escrita, sabemos de la posible existencia en esta calle de la sinagoga de los Franceces y unos baños fríos, pero no han podido localizarse. Se especula sobre su existencia en el número 15 de la calle, junto al Centro de Interpretación del Call.

Esta calle no tenía salida directa a la calle del Call, sino que se comunicaba directamente con el Castell Nou a través de un paso elevado. En fotografías de finales del siglo XIX puede verse aún el arco que dio nombre a la calle.

Calle del Arc de Santa Eulàlia

La calle de la Volta de Santa Eulàlia

La calle del Arc de Santa Eulàlia, entrando también por Boqueria, estaba formado por una torre medieval de mediados del siglo XIV llamada Torre de Santa Eulàlia. Algunos callejones, ahora inexistentes, iban de la Volta del Remei al Arc de Santa Eulàlia. Todavía es posible encontrar casas con el hueco de la mezuzá en el dintel de sus puertas. Por el lado de Boqueria, las construcciones actuales ocupan aún las parcelas medievales. Por el lado de la calle de Ferran, en cambio, las antiguas parcelas fueron más reformadas con motivo de la apertura de esta calle a mediados del siglo XIX.

Calle del Call

La calle del Call al anochecer

La calle que da nombre al barrio nos sorprende por su animación y su forma; el muro romano que sobresale de una fachada nos recuerda su origen: un callejón cerrado, sin salida, que conducía al barrio de los judíos.

En la confluencia de la calle de Sant Domènec con la calle del Call se encontraba la puerta principal de la judería. La calle del Call, que constituyó el cardus de la ciudad romana, sufrió modificaciones en su trazado recto con la construcción en la Edad Media, del Castell Nou, una fortaleza que se instaló sobre la primitiva puerta romana. Conocida también como Torre de Hércules o Torre de Cató, el castillo sufrió un grave derrumbamiento en 1553, pero sus ruinas pervivieron hasta el año 1848, cuando desaparecieron para dejar paso a la calle Ferran.

En el número 5 de la calle del Call perviven aún restos del muro romano, que se abrió para facilitar el paso hacia Banys Nous; tanto esta casa como la del número 7 mantienen su impronta medieval después de sucesivas restauraciones.

El cruce de las calles del Call, de Avinyó, de la Boqueria y de los Banys Nous ha sido conocido como «las cuatro esquinas del call».

Carnicería

La calle de Sant Domènec del Call, en cuyo primer tramo se ubicaba la carnicería

La carnicería del call se encontraba en la entrada del barrio judío, en la calle de Sant Domènec o, según la denominación de la época, en la calle de la Carnicería o de la Sinagoga Mayor. El despiezado de la carne se llevaba a cabo en dos obradores del edificio que se encontraba junto al portal de Sant Domènec y que era propiedad de David de Bellcaire desde 1369. En esta fecha, el carnicero era Jaume Rifós, que tenía los locales arrendados por un precio de 10 libras anuales. En 1387, el mismo David de Bellcaire tenía alquilados los dos obradores a otro carnicero cristiano, Ferrer Maiell.

La carnicería

La carne que era consumida por los judíos tenía que haber sido sacrificada bajo un ritual religioso muy estricto. Éste se llevaba a cabo en el matadero y la carne se vendía en la carnicería.

El matadero, rastro o degolladero, era un espacio que adquiría un cierto carácter ritual por la liturgia ( shejitá ) que en él se desarrollaba durante el sacrificio de animales cuya carne iba destinada al consumo humano (comida cásher). Lo normal era que los mataderos estuvieran en una zona periférica de la judería, para evitar los malos olores en la ciudad.

La carne se vendía en la carnicería, en la que se levantaban puestos de venta que se solían arrendar. Con los ingresos obtenidos se hacía frente a determinadas necesidades de la aljama.

Casa y silos medievales

Los silos medievales, en el subsuelo de la calle de la Fruita

En el subsuelo de la actual calle Sant Honorat se puede visitar una domus romana que se construyó en el siglo IV d. C. Se conserva parte del perystilum o jardín central porticado con diversos laci, estanques con agua y plantas. La decoración de la casa y su situación, junto al foro de la colonia, así como su extensión (debió ocupar la totalidad de la manzana), nos indica que la vivienda perteneció a un personaje destacado de la ciudad.

En el mismo yacimiento se puede contemplar restos de otras épocas históricas, como seis enormes silos de la alta edad media que se construyeron en la judería de Barcelona. Destaca su capacidad y altura de los mismos (cuatro metros), también su sistema constructivo. El complejo medieval muestra la vitalidad económica y comercial de la judería de Barcelona en el siglo XIII.

Los seis silos de grandes dimensiones y los diferentes depósitos identificados constituían un espacio seguro de almacenamiento de diferentes productos (cereales, coral, sedas ...). Posiblemente debía formar parte de la alhóndiga, que la documentación escrita sitúa en aquella manzana del límite este del barrio, organizada en torno de una pequeña plaza a cielo abierto, con salida a la actual calle de Sant Honorat.

La alhóndiga medieval era un equipamiento de tipo comercial que acogía temporalmente los mercaderes y sus productos -y que, por tanto, necesitaba grandes espacios de almacén-, lo que generaba una intensa actividad mercantil, con transacciones de todo tipo. los documentos indican que a mediados del siglo XIV uno de los propietarios de la casa fue Massot Avengená, miembro acomodado de la comunidad judía barcelonesa.

Castell Nou

Las cuatro esquinas del call, donde estaba ubicado el Castell Nou

El Castell Nou, antiguo castillo vizcondal, fue uno de los edificios emblemáticos del Call. Ubicado en la actual calle de Banys Nous, ocupaba la actual manzana entre las calles del Call, de Avinyó y de Ferran. El castillo fue una de las fortalezas construidas en época condal sobre la puerta romana para proteger la puerta occidental de la ciudad.

Aunque durante el siglo XIV fue utilizado como prisión, la historia del Castell Nou está vinculada con las matanzas de 1391, cuando fue utilizado como refugio para centenares de judíos perseguidos, y con su asalto, el 7 de agosto, por parte de los atacantes de la judería.

El castillo se fue deteriorando con el paso de los años. Los últimos restos de este castillo, conocido también con los nombres de Torre de Hércules y Torre de Cató, desaparecieron con la apertura de la calle de Ferran a mediados del siglo XIX. La calle del Call formaba una plazoleta al pie del castillo, donde estaba ubicado el horno de los judíos. Diversos documentos nos hablan de derrumbamientos y la necesidad de hacer reparaciones. Una parte importante del castillo cayó en 1553 y los últimos restos (la Torre de Cató) se derribaron en 1848 con la apertura de la calle de Ferran.

El castillo

En el interior de algunas juderías existía un denominado castillo e incluso dos, como en el caso de Toledo, aunque es posible que el Castillo Nuevo toledano se construyera al quedar el Viejo inservible.

El sentido de esta fortaleza en el interior de la judería es desconocido.

Puede tratarse de una construcción defensiva contra los ataques a la judería o bien una construcción que materializase la presencia del correspondiente poder al que la judería quedaba sujeta.

Cementerio judío de Montjuïc

Un anillo encontrado en el cementerio judío, actualmente en el Museu d´Història de la Ciutat

La montaña del Montjuïc, uno de los símbolos universales de Barcelona, lleva en su nombre, indeleble, el recuerdo de los judíos que formaron parte, a lo largo de por lo menos seis siglos, de la vida de la ciudad. Además de sus tumbas, 175 de las cuales fueron descubiertas en 1945, los judíos tuvieron en el Mons Judaicus y sus alrededores casas y tierras de cultivo.

El cementerio

El cementerio se ubicaba extramuros, a cierta distancia del barrio judío. El terreno elegido:

  • Tenía que ser tierra virgen
  • Estar en pendiente
  • Estar orientado hacia Jerusalén

La judería debía tener un acceso directo al cementerio para evitar que los entierros tuviesen que discurrir por el interior de la ciudad.

Los reyes autorizaron después de 1492 (en Barcelona en 1391), que las piedras de los cementerios judíos pudieran ser reaprovechadas como material de construcción. Así, no es extraño encontrar fragmentos de inscripciones hebreas en varias construcciones posteriores.

A pesar del expolio que sufrieron desde finales del siglo XIV, la memoria de estos cementerios ha perdurado como nombre en determinados lugares, por ejemplo, Montjuïc en Barcelona o Girona. Sabemos de la existencia de más de veinte cementerios judíos medievales. Otros sólo se conocen o bien por la documentación o bien por las lápidas conservadas. El de Barcelona, en Montjuïc, fue excavado en el año 1945 y 2000, el de Sevilla en 2004, el de Toledo en 2009 y el de Ávila en 2012.

Centro de Interpretación del call

El Centro de Interpretación del Call

En la placeta de Manuel Ribé, que se abre a la derecha de la calle de Sant Domènec del Call, se ubica el nuevo Centro de Interpretación del call, construido sobre un antiguo caserón judío y utilizado como centro de información y acogida, lugar de actividades culturales y punto de partida de las visitas turísticas a las juderías. La parte antgua mejor conservada del edificio, cuyo último propietario judío fue Jucef Bonjach, tejedor de velos de seda, fallecido en 1393, corresponde al esquinazo entre la plaza y la calle del Arc de Sant Ramon del Call, que se inicia en este punto. La casa, del siglo XVI, se construyó reutilizando materiales de épocas anteriores como una de sus ventanas, seguramente puerta en origen, donde todavía se conserva el hueco de la mezuzá, del siglo XIV. Los restos de una inscripción en hebreo insertada en la pared, dan testimonio de la restauración del inmueble tras la expulsión de los judíos.

Fuente del call

Ubicación de la antigua fuente del Call, en la calle Sant Honorat

La fuente, construida en 1357 junto a la actual Plaza de Sant Jaume, daba nombre a la actual calle de Sant Honorat a partir del siglo XIV. Hasta el momento de su construcción, los judíos tenían que ir a buscar el agua fuera del call, tal y como recogen las ordenanzas municipales de 1356 que prohibían a los cristianos hacer daño a los judíos que fueran o vinieran de la fuente a buscar agua:

Que nagun hom ne neguna fembra no gos fer mal de nit ne de dia a nagun Juheu ne Juya qui vaja o venga a la font per portar sen aygua ne trencar lus ampoles canters o altres vaxells que aporten per portarsen de la dita ayguna.

La construcción de la fuente dentro del call debió responder a la problemática que refleja este ordenamiento municipal y, de hecho, fue un paso más en el proceso de segregación dado que ya no era necesario salir del call ni hacer cola junto a los cristianos.

Horno

Las cuatro esquinas del call, al pie del antiguo Castell Nou, donde estaba ubicado el horno de la judería

Las comunidades judías, sobre todo las más grandes, poseían tiendas y comercios específicos para asegurarse el cumplimiento de la ley del cashrut tales como carnicerías, pescaderías, etcétera, con algunas excepciones, como el horno, que en el caso de Barcelona se ubicaba fuera de la judería, delante del Portal Mayor, en el lado sur del actual carrer del Call. En estos locales los alimentos se preparaban de acuerdo con la ley judía y se vendían si eran declarados aptos para el consumo de la comunidad.

El horno

Durante la Edad Media, los hornos de las ciudades tenían un carácter público y sólo se podían construir o utilizar bajo licencia real. Era corriente que en cada judería hubiera al menos un horno en el que se cocía el pan de consumo cotidiano.

Desde un punto de vista arquitectónico, el horno judío debía ser similar a los que se levantaban en otros lugares de la ciudad: La elaboración de pan no estaba sometida a ningún tipo de ritual específico y, por lo tanto, el horno no tenía por qué presentar ningún elemento diferente en su construcción. Ello también implica que un judío podía comprar pan a un cristiano o utilizar un horno cristiano para cocer pan sin transgredir ninguna regla.

Durante el Pésaj se cocía pan ácimo (matzá), sin levadura, en cuya masa se ponía un sello. Al ser un tipo de pan especial, en las juderías que no tenían horno se podían construir unos provisionales para cocerlo.

Inscripciones hebreas en la Plaza de Sant Iu

Inscripción hebrea en un sillar del Palau del Lloctinent, en la plaza de Sant Iu

Podemos encontrar inscripciones en caracteres hebraicos en muros de edificios, principalmente en las fachadas del Palau del Lloctinent que dan a la plaza de Sant Iu y a la plaza del Rei: se trata de sillares procedentes de la necrópolis judía de Montjuïc. Desaparecida la comunidad en el siglo XIV, el rey autorizó el uso de sus piedras, con o sin inscripción, como material de construcción.

El cementerio

El cementerio se ubicaba extramuros, a cierta distancia del barrio judío. El terreno elegido:

  • Tenía que ser tierra virgen
  • Estar en pendiente
  • Estar orientado hacia Jerusalén

La judería debía tener un acceso directo al cementerio para evitar que los entierros tuviesen que discurrir por el interior de la ciudad.

Los reyes autorizaron después de 1492 (en Barcelona en 1391), que las piedras de los cementerios judíos pudieran ser reaprovechadas como material de construcción. Así, no es extraño encontrar fragmentos de inscripciones hebreas en varias construcciones posteriores.

A pesar del expolio que sufrieron desde finales del siglo XIV, la memoria de estos cementerios ha perdurado como nombre en determinados lugares, por ejemplo, Montjuïc en Barcelona o Girona. Sabemos de la existencia de más de veinte cementerios judíos medievales. Otros sólo se conocen o bien por la documentación o bien por las lápidas conservadas. El de Barcelona, en Montjuïc, fue excavado en el año 1945 y 2000, el de Sevilla en 2004, el de Toledo en 2009 y el de Ávila en 2012.

Lápida hebrea en la calle Marlet, 1

El original de la lápida se encuentra en el Museo de Historia de la Ciudad

La calle Marlet se incia desde su número 1, con la lápida que recuerda en su fachada la figura del rabino Samuel Ha-Sardi, y que se encontró en 1820, durante las obras de construcción del actual edificio. Sobre la transcripción que aparece en la lápida, del año 1826, una reinterpretación moderna debería decir más bien:

Fundación Pía del rabino Samuel Ha-Sardi: su luz arde permanentemente.

Se trata, en cualquier caso, de una réplica, ya que el original se exhibe en el Museo de Historia de la Ciudad de Barcelona.

Pescadería

La calle de la Fruita, donde se localizaba la Pescadería

La localización de la pescadería sólo se referencia en un documento de reconocimiento de deuda por unas obras realizadas en una casa alquilada por Regina, viuda de Vidal Capdepebre a Astruch Vidal Biona en el Call mayor:

atis prope sinagoga maiorem dicti call is coram piscateriam eiusdem callis.

La casa de Vidal Capdepebre se abría a la calle que iba de la Escuela de Mujeres (carrer Marlet) a la calle de la Fuente (carrer de Sant Honorat).

De acuerdo con la ley judía, sólo se podía vender pescado con escamas, quedando prohibido el marisco y otros animales acuaticos.

Plaza de Sant Jaume

El palacio de la Generalitat, construido sobre una parte del Call mayor

Situada en el mismo corazón del barrio viejo, la plaza de Sant Jaume está ubicada sobre el antiguo foro de la ciudad romana, y señala el límite del Call mayor o judería mayor de Barcelona, que se abría al noroeste.

En la Edad Media la plaza, que hoy es todo un símbolo de la vida pública catalana, con los palacios de la Generalitat y del Ayuntamiento frente a frente, era sin embargo poco más que un ensanchamiento entre las actuales calles de la Llibretería y del Call. Aquí se ha documentado la existencia de casas y obradores de los judíos fuera de los límites del barrio; como en otras ciudades españolas, antes de que las disposiciones reales les obligaran a concentrarse en un espacio concreto, los judíos pudieron vivir dispersos por Barcelona.

Plaza del Rei

La Plaza del Rei y el antiguo Palacio Real

La plaza del Rei es un espacio recoleto que se abre en medio del Barrio Gótico, y que se presenta tan lleno de encanto como de referencias históricas. En ella se encuentra el Palau Reial, junto al cual se desarrolló, en 1263, la célebre Disputa de Barcelona, entre el converso dominico Pau Cristià, gran polemista y conocedor del Talmud, y el judío de Girona, Moshé ben Nahmán, o Nahmánides, uno de los grandes sabios de la época. La disputa se desarrolló en cinco intensas sesiones presididas por el rey y seguidas por una gran multitud, en las que el debate sobre la llegada del Mesías quedó en tablas, al menos según la redacción de las conclusiones en hebreo o en latín, si bien al gerundense le terminó costando el exilio.

La Disputa de Barcelona

En el año 1263 el rey Jaime I, a instancias de los frailes predicadores, convoca y preside en su palacio de Barcelona la disputa religiosa entre Moshé ben Nahman, rabino de Girona, por parte judía, y fray Pau Cristià, converso, por parte cristiana. Además del rey, están presentes san Raimon de Penyafort y otras muchas personalidades. El debate sobre las dos religiones dura varios días y trata diversos temas, como la venida del Mesías. De esta disputa, cuya trascendencia llegó a toda Europa, se conservan versiones en latín y hebreo que, lógicamente, discrepan sobre el final. Pero la consecuencia de la disputa fue la censura y la quema de libros hebreos, la obligación de escuchar las prédicas de los dominicos y el exilio a Jerusalén de Moshé ben Nahman.

Sinagoga Chica o Sinagoga Poca

El muro del Palacio de la Generalitat en la calle Sant Honorat donde estaba ubicada la Sinagoga Poca

En el siglo XIV existían al menos cinco sinagogas en el Call de Barcelona: la Sinagoga Mayor, la sinagoga de la mujeres, construida según el rasgo común de diversas comunidades judías para compensar la falta de espacio destinado a los miembros femeninos de la comunidad en los locales de reunión y de plegaria; la Sinagoga de los Franceses, fundada por judíos de origen francés refugiados en Barcelona que reciben en 1306 permiso real para construirla; y la Sinagoga d´en Massot, construida por el rico Massot Avengena en la segunda mitad del siglo XIV.

Todavía había una quinta sinagoga, denominada Sinagoga Chica o Sinagoga Poca, que se levantaba en el lugar donde actualmente se encuentra, desde 1434, la capilla de Sant Jordi del Palacio de la Generalitat.

La sinagoga

La sinagoga (lugar de reunión, en griego) es el templo judío. Está orientada hacia Jerusalén, la Ciudad Santa, y en ella tienen lugar las ceremonias religiosas, la oración comunal, el estudio y el encuentro.

En las ceremonias se lee la Torá. El oficio está dirigido por los rabinos ayudados por el cohen o niño cantor. La sinagoga no es sólo casa de oración, sino también centro de instrucción, ya que en ellas suelen funcionar las escuelas talmúdicas.

Los hombres y las mujeres de época medieval, y también hoy en día, se sientan en zonas separadas.

En el interior de la sinagoga se encuentra:

  1. El Hejal, armario situado en el muro este, orientado hacia Jerusalén, en su interior se guarda el SeferTorá, los rollos de la Torá, la ley sagrada judía.
  2. El Ner Tamid, la llama perpetua siempre encendida ante el Hejal.
  3. La menorá, candelabro de siete brazos, signo habitual en el culto.
  4. La Bimá, lugar desde donde se lee la Torá.

Sinagoga Mayor

Los fieles en la sinagoga. Hagadá de Barcelona

La Sinagoga Mayor, la más antigua de la existentes en Barcelona, se remonta al siglo IX, pese a que no hay referencias documentales a su existencia hasta el siglo XIII. Se localiza en el número 7 de la calle de Sant Domènec del Call, en el interior de la manzana que hay entre las calles de Sant Domènec, Marlet, Arc de Sant Ramon del Call y la actual plazoleta de Manuel Ribé. Tenía tres puertas de acceso: por la calle Marlet, por un callejón hoy desaparecido que salía desde el número 8 de la calle del Arc de Sant Ramon del Call y por la actual entrada en el número 9 de la calle de Sant Domènec. Al inicio de la calle había el portal de entrada, la casa del portero y la Carnicería de los Judíos, que, pese a no ser una institución, era el lugar donde se vendía la carne cásher.

La sinagoga: lugar de reclusión

En ciertas ocasiones, como en el famoso caso de la presunta profanación de hostias en Girona del 1367, la Sinagoga Mayor fue un lugar de retención de prisioneros. En aquella ocasión, mientras duró el juicio fueron confinados un buen número de personas, enre las que se encontraban los representantes de la aljama de la ciudad, Nissim Girondí, Hasday Cresques y Isaach Perfet, sin alimentos, en un intento de las autoridades cristianas de obtener información de valor para el caso, cosa que no sucedió. El hecho de estas retenciones demuestra que, desde la óptica cristiana, se consideraba también un lugar destacado a nivel político. También es posible que las propias reuniones de los representantes de la aljama se llevaran a cabo en su interior, hecho que reforzaría este sentido.

Sinagoga de Massot

Miniatura de la Hagadá de Barcelona (1340), actualmente en la British Library

La figura de Massot Avengená no es especialmente conocida y nunca ha sido el objeto principal de estudio alguno. Financiero de Pedro el Ceremonioso y miembro de la casa del Infante Juan, fue un personaje capital en la comunidad hebrea de Barcelona en la segunda mitad del siglo XIV y último propietario de la casa principal de la alhóndiga, situada en la calle de Sant Honorat, 3, antes de la desintegración de la aljama como consecuencia de la matanza de 1391.

El prestigio de Massot Avengená entre el resto de miembros de la comunidad judía de Barcelona se manifiesta en el ejercicio, en varias ocasiones, del cargo de secretario de la aljama.

Este estatus dentro de la comunidad le sirvió para que el rey le diera permiso para erigir una sinagoga particular, no en la casa de la alhóndiga de la calle de Sant Honorat, sino a la actual número 15 de la calle del Arco de San Ramón.

La sinagoga

La sinagoga (lugar de reunión, en griego) es el templo judío. Está orientada hacia Jerusalén, la Ciudad Santa, y en ella tienen lugar las ceremonias religiosas, la oración comunal, el estudio y el encuentro.

En las ceremonias se lee la Torá. El oficio está dirigido por los rabinos ayudados por el cohen o niño cantor. La sinagoga no es sólo casa de oración, sino también centro de instrucción, ya que en ellas suelen funcionar las escuelas talmúdicas.

Los hombres y las mujeres de época medieval, y también hoy en día, se sientan en zonas separadas.

En el interior de la sinagoga se encuentra:

  1. El Hejal, armario situado en el muro este, orientado hacia Jerusalén, en su interior se guarda el SeferTorá, los rollos de la Torá, la ley sagrada judía.
  2. El Ner Tamid, la llama perpetua siempre encendida ante el Hejal.
  3. La menorá, candelabro de siete brazos, signo habitual en el culto.
  4. La Bimá, lugar desde donde se lee la Torá.

Sinagoga de los Franceses

La ubicación de la sinagoga de los Franceses, junto al Centro de Interpretación de call

La calle de la Escuela de los Franceses o de los Banys Freds (Baños Fríos), antigua denominación de la calle del Arc de Sant Ramón, recibía su nombre de la sinagoga de los judíos de origen francés refugiados en Barcelona que recibieron en 1306 permiso real para construirla. El nombre de Banys Freds, diferenciados de los Banys Nous construidos en 1160, que también recibió la calle, tal vez se refiere a la existencia de una micvé en la zona.

El miqvé, el baño de purificación judío

El micvé, el baño de purificación judío, es un edificio esencial en cualquier comunidad judía. Su funcionalidad es la purificación espiritual a través de la inmersión total del cuerpo en el agua y por eso acompaña a los actos más importantes de la vida de un judío. La mujer judía se purifica después de la menstruación, cuando ha de tener un hijo y cuando ya lo ha tenido y, tanto el novio como la novia, justo antes de la boda. Los conversos al judaísmo deben sumergirse en el baño y también las personas que hayan estado en contacto con impurezas o enfermedades contagiosas.

La persona ha de estar preparada para el acto de purificación. Previamente se ha de haber lavado y peinado para que el agua la impregne totalmente. La inmersión se realiza tres veces para asegurar este hecho. Los hombres suelen purificarse el viernes antes de la puesta del sol, ante la entrada al Shabat o día dedicado a Dios.

Sinagoga del Call menor-Iglesia de Sant Jaume

La actual iglesia de Sant Jaume, en la calle Ferran

En la desembocadura de la Volta del Remei en la calle Ferran, estuvo en tiempos la plaza de la Trinitat, y en ella la conocida como sinagoga del Call menor, transformada después en iglesia por los propios conversos después de las matanzas de la judería de 1391.

La Sinagoga fue posiblemente construida en 1263, año en el que Jaime I concedió permiso a Bonanasc Salamó para hacerlo en este lugar. En 1394 se levanta en este lugar la iglesia de la Trinidad. Poco tiene que ver el perfil neoclásico de la actual iglesia, dedicada a Sant Jaume, con la arquitectura de aquella sinagoga o de la iglesia de la Trinidad, pero las piedras han resistido el embate de los tiempos manteniendo un espacio para la oración en medio del bullicio de la gran ciudad.

La sinagoga

La sinagoga (lugar de reunión, en griego) es el templo judío. Está orientada hacia Jerusalén, la Ciudad Santa, y en ella tienen lugar las ceremonias religiosas, la oración comunal, el estudio y el encuentro.

En las ceremonias se lee la Torá. El oficio está dirigido por los rabinos ayudados por el cohen o niño cantor. La sinagoga no es sólo casa de oración, sino también centro de instrucción, ya que en ellas suelen funcionar las escuelas talmúdicas.

Los hombres y las mujeres de época medieval, y también hoy en día, se sientan en zonas separadas.

En el interior de la sinagoga se encuentra:

  1. El Hejal, armario situado en el muro este, orientado hacia Jerusalén, en su interior se guarda el SeferTorá, los rollos de la Torá, la ley sagrada judía.
  2. El Ner Tamid, la llama perpetua siempre encendida ante el Hejal.
  3. La menorá, candelabro de siete brazos, signo habitual en el culto.
  4. La Bimá, lugar desde donde se lee la Torá.

Sinagoga del Carrer Marlet

Entrada a la denominada sinagoga de la Calle Marlet

En la misma calle Marlet, un inmueble particular se presenta hoy al público como la sinagoga Mayor de Barcelona, coincidiendo con lo que debió de ser, según los investigadores, más bien la entrada de las mujeres a la misma, o la sinagoga de les dones. La sala funciona eventualmente como lugar de oración.

La sinagoga

La sinagoga (lugar de reunión, en griego) es el templo judío. Está orientada hacia Jerusalén, la Ciudad Santa, y en ella tienen lugar las ceremonias religiosas, la oración comunal, el estudio y el encuentro.

En las ceremonias se lee la Torá. El oficio está dirigido por los rabinos ayudados por el cohen o niño cantor. La sinagoga no es sólo casa de oración, sino también centro de instrucción, ya que en ellas suelen funcionar las escuelas talmúdicas.

Los hombres y las mujeres de época medieval, y también hoy en día, se sientan en zonas separadas.

En el interior de la sinagoga se encuentra:

  1. El Hejal, armario situado en el muro este, orientado hacia Jerusalén, en su interior se guarda el SeferTorá, los rollos de la Torá, la ley sagrada judía.
  2. El Ner Tamid, la llama perpetua siempre encendida ante el Hejal.
  3. La menorá, candelabro de siete brazos, signo habitual en el culto.
  4. La Bimá, lugar desde donde se lee la Torá.

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