La belleza y el tipismo de la Judería Vieja de Cáceres, con sus calles estrechas, sus casas encaladas y luminosas y las flores en sus ventanas o en los balcones, sólo es comparable con la nobleza monumental de esta ciudad milenaria: todo un símbolo del arrimo que buscaron siempre las aljamas protectoras de los reyes o de los grandes señores. El recorrido desde la Judería Nueva, al otro lado de la Plaza Mayor, ofrece además la oportunidad de visitar, siguiendo las huellas medievales de sus vecinos hebreos, una buena parte de esta ciudad Patrimonio de la Humanidad.

Se desconoce la fecha exacta en la que los judíos se asientan en Cáceres ya que no poseemos fuentes, ni escritas ni arqueológicas, que afirmen una presencia judía en época romana. Lo que sí parece seguro, ya que así se interpreta de la lectura del Fuero de Cáceres de 1229, es que durante la larga dominación musulmana de la ciudad denominada entonces Hizn Qazris, los hebreos mantuvieron una presencia, incluso cierta relevancia, en la sociedad cacereña.

La primera documentación sobre esta comunidad pues, se fecha en el Fuero de Cáceres de 1229, otorgado por Alfonso IX de León, pero caben pocas dudas sobre la existencia de población hebrea en los siglos de la dominación musulmana. El Fuero de Cáceres fue ratificado en 1231 por Fernando III el Santo, y en él se animaba a los judíos, moros y cristianos a habitar la ciudad recién reconquistada. En la confirmación de los derechos y prerrogativas del fuero, el Rey Santo otorgó a Cáceres facultad para organizar y celebrar una feria a finales de abril y quince días primeros de mayo, mercado en el que tanto judíos, como moros y cristianos estaban invitados a participar como repobladores. El Fuero, de hecho, dedica ocho capítulos a los judíos que entonces apenas debían de contar con un centenar largo de vecinos, población que se debió multiplicar en los dos siglos posteriores. El Fuero de Cáceres, además, recogía la facultad que tenían los judíos, gracias a la concesión real, de probar su inocencia jurando sobre la Torá en la sinagoga:

Et fasta I morabedi iure el iudio per paraula. Et de morabedi arriba iure por carta. Dentro ena sinagoga teniendo la Torá enos brazos. Si la Torá non ovieren tengan el libro de los X mandamientos. Et si ita non fecerit por hy caya.

A pesar de ello, si bien un judío podía probar su inocencia jurando sobre la Torá, los litigios entre cristianos no admitían el testimonio de un judío. Del Fuero parece deducirse que, a finales del siglo XIII, judíos y cristianos cacereños no sólo vivían separados físicamente, sino que no se les permitía su unión en matrimonio mixto ni se consentía relación entre personas de distintas creencias.

Sobre la historia judía de Cáceres durante el siglo XIV no se conserva ni un solo documento. Lo más probable, según algunos historiadores, es que no hubiera una judería en la ciudad hasta el reinado de Pedro I el Cruel, a lo largo de un período muy conflictivo que va desde el inicio de su reinado en 1350, hasta su muerte en 1369 a consecuencia de las heridas que le causó su hermano Enrique II, hecho que para los judíos tuvo también repercusiones importantes. Con Enrique II se asentaba en el poder la nobleza feudal y agraria en detrimento del desarrollo de la burguesía urbana, de la consolidación de la industria que ya era perceptible en el resto de Europa, fomentado en buena medida por los judíos. Con Enrique II, comenzaba un período de inestabilidad para las comunidades judías de la península, de lo que Cáceres se benefició en el aspecto demográfico, ya que los acontecimientos de finales del siglo XIV derivados de las persecuciones iniciadas por Ferrand Martínez, Arcediano de Écija, supusieron un trasvase de población que se tradujo en un incremento notable de los judíos en el norte de Extremadura, dada la estabilidad de la zona y debido al hecho de que los cristianos de Cáceres estaban más libres de prejuicios antijudíos, a todo lo cual se unía la proximidad con la frontera con Portugal, que ofrecía una salida ante brotes de violencia e intransigencia tras la Disputa de Tortosa de 1412, las prédicas de San Vicente Ferrer y el odio desatado en las matanzas de 1391. A todo ello se añadía que Enrique II, que comenzó su reinado con una política a favor de los judíos, más tarde exigió el cumplimiento del Sínodo de Zamora. El Sínodo de Zamora, de 1313, impuso la opinión de los sectores más radicales de la Iglesia resucitando las prescripciones del concilio de Letrán, prohibía a los judíos ser médicos de cristianos, excluía a los judíos de los cargos públicos y los obligaba a llevar en el vestido una señal indicativa de su condición.

Aunque en 1388 el concilio de Palencia establece el apartamiento de judíos y moros en sus propias barriadas, obligándoles a dormir allí aunque se les permitiera tener sus negocios en otros lugares de la ciudad, lo cierto es que la Judería Vieja de Cáceres estaba también poblada por familias cristianas, como así lo acreditan no sólo las escrituras de compraventa, sino también algunas inscripciones cristianas medievales en pleno barrio judío. Organizados como aljama, con sus propios regidores y tribunales, los judíos de Cáceres trabajaron en los más variados oficios (plateros, jubeteros, herreros, zapateros, sastres, curtidores...), y algunos alcanzaron una gran posición social. Entre ellos se reseña también la presencia de algún físico o médico como el rabí Yuçé, que ejerció como tal en la segunda mitad del siglo XV.

El siglo XV fue un momento de auge y prosperidad para la judería cacereña. A salvo de la sacudida de la violencia de 1391, las juderías extremeñas se convirtieron en un pequeño reducto de paz para centenares de judíos que se instalaron en estas tierras a finales del siglo XIV, contingente al que casi un siglo después se sumarían otras familias provenientes de Andalucía, tras las expulsiones, en 1483, de Córdoba, Sevilla y Cádiz. Esta población inmigrante es la que incrementará el número de los habitantes de las juderías de Cáceres y de las extremeñas del Valle del Ambroz, del Jerte, la Vera de Plasencia y la Sierra de Gata, esto es, del Norte cacereño. A la elección de las juderías extremeñas por las nuevas familias judías contribuyó, y no poco, la proximidad de la frontera con Portugal.

Esta corriente migratoria propició un gran auge de las aljamas de Extremadura. La comunidad judía de Cáceres aparece descrita como aljama en 1474, en el Repartimiento hecho a los judíos por el Rabí Jacob Aben Núñez, el juez mayor de los judíos en tiempos de Enrique IV de Trastámara. El cuantioso tributo aportado al erario real, 8.200 maravedíes, situaba a la aljama de Cáceres entre las cinco primeras de Castilla.

En 1438 se firma el documento en el que Doña Ravina, mujer de Rabí Raime de Cáceres, vende a Pedro de Carvajal entre otras cosas dos pares de gallinas de censo que tenía en la Judería a la collacion de Sant Mattheos, y treinta años después la judería como tal aparece destacada en documentos que hoy se encuentran en el Archivo Diocesano de Cáceres y según los cuales un Sayas Nahum posee dos pares de casas que son dentro en la[...] juderya.

La vida comercial debió desarrollarse entonces en la Plaza Mayor, como indican muchos documentos de la época. De acuerdo con el manuscrito ms. 430 de la Biblioteca Nacional (1447), el mercader Haim Alvalía recibe del Concejo de Cáceres una casa tienda en la Plaza Mayor, una de las seis que el Concejo tenía en el lugar más próximo a las escaleras de acceso al Arco de la Estrella. Era el centro comercial, lugar de ferias y mercados, por eso los establecimientos judíos menudeaban; allí tenía tienda un tal Samuel, hijo de Dos Santo, y Abraham Leví, o un Ruiz David alias el judío; o la platería de Bartolomé el Judío. La Plaza era además de eje comercial y ferial, centro artesanal donde los oficios tenían sus talleres. Durante el siglo XV, la afluencia judía a la Plaza Mayor fue máxima. En ella tenían propiedades los judíos más significativos: los Alvalía, los Nahum, los Haçan Adaroque, Isaac Navarro o Abraham Gago por aludir a unos cuantos de los que aparecen en el Archivo Diocesano de Cáceres. Todavía en 1490 el interés por el recinto comercial de la Plaza Mayor es grande.

Los judíos estaban también en los alrededores de la Plaza: los Amarilla, judíos notables de Cáceres, habían alquilado casa fuera de la judería. Otros, como Isaac Colchero vivían en la calle Pintores, vía importante para acceder a la Plaza Mayor, en casa alquilada a un cristiano. Aunque en 1478 se desmantela la judería del barrio de San Antonio y se insta a los judíos a que abandonen también los arrabales y vivan en el lugar nuevamente asignado, ni siquiera el abad del cabildo, principal autoridad eclesiástica, cumplía lo dispuesto y consentía el alquiler de inmuebles; en 1479 un cristiano alquiló a un matrimonio judío una casa en la Plaza Mayor por setenta maravedíes y dos gallinas anuales. Frente a la ausencia de datos en este año de 1479 se reseña la existencia de 130 hogares o núcleos familiares, lo que podría suponer unas 650 personas frente a los ocho o diez mil habitantes que debía tener la ciudad entonces.

La nueva ubicación de la aljama, impulsada por Isabel la Católica, se extendía por la entonces llamada calle de la Judería en la colación de San Juan, calle estrecha que va de la Plaza Mayor a la calle de la Corte (la actual calle Paneras), y tenía ramificaciones en callejas aledañas, y calle de la Cruz, y donde hoy se levanta el Palacio del Marqués de la Isla estuvo la nueva sinagoga, que tras la expulsión definitiva de 1492 se convirtió en ermita: la de la Cruz, junto a la calle de ese nombre. El rabino Sergas Cohen habitó el Palacio de los Galarza o Casa de los Trucos. La vida judía en Cáceres no transcurría encerrada en gueto alguno, sino que tenía posibilidad de expansión o al menos de fácil acceso al ámbito abigarrado de la Plaza Mayor, lugar al que vivían asomados los judíos. De hecho, la actividad se centró en esa Plaza y en la mencionada Calle de la Judería o Judería Nueva.

Hasta mediados del siglo XV la aljama de Cáceres no aparece en los libros de tributos, tal vez porque dependía de la aljama de Trujillo en cuestiones de naturaleza jurídica y religiosa. Desde la instauración de la aljama, Cáceres tendrá dotación propia: sinagoga con su rabino y shamashim o auxiliares a modo de sacristanes, baño ritual o micvé, cuyo emplazamiento desconocemos, escuela rabínica o Talmud-Torá, carnicería con su shojet o matarife ritual, horno comunal, hospital y casa de acogida para huérfanos y peregrinos, tribunal rabínico o bet din, cementerio, más una infraestructura de oficiales y dirigentes cuya aristocracia de la sangre o el dinero se distinguía por el uso del "don", título o tratamiento de distinción prohibida que como en otros muchos casos no se cumplía en la judería cacereña ni en otras, ya que en Cáceres encontramos utilizando el "don" a los linajes de David Cohen y a su esposa Camila, a don Sento Cohen y a doñbet dinl, pero también al zapatero don Abraham Padre, hijo de don Orro; don Yudá Pardo, dayan o juez de la aljama y a don Jaro Pollo, contador. De estos ejemplos se deduce que la judería estaba organizada en torno a Rabí Cohen; contaba con los cargos citados más el de mayordomo, pregonero y varios oficiales.

Tal y como ocurrió en el resto de juderías españolas, a excepción de las de Navarra, el edicto de los Reyes Católicos de 1492 puso fin a una larga historia de convivencia, obligando a que todos aquellos que se negaran a tomar las aguas del bautismo como cristianos nuevos tuvieran que abandonar la ciudad. Algunos de los que salieron de Cáceres, como Isaac Abranavel, se instalaron en localidades como Segura de León, muy cerca de la frontera portuguesa. Otros partieron directamente hacia el país vecino y, en algunos casos, desde allí continuaron extendiendo la diáspora por el mundo. El apellido Casseres, entre otros de origen local, da testimonio de ese exilio.

Adarve del Cristo

El Adarve del Cristo

En el Adarve del Cristo es todavía fácil imaginar las primeras casas de la judería instaladas en el mismo adarve de la muralla. Según parece, tanto el tramo que discurre en dirección norte, conocido hoy con el nombre de Adarve del Cristo, como el que toma rumbo sur para conectar con el Barrio de San Antonio, estuvieron ocupados por familias judías.

Antigua Sinagoga (Ermita de San Antonio)

La ermita de San Antonio de la Quebrada, donde estuvo ubicada la sinagoga

La actual ermita de San Antonio ocupa el solar donde antaño estuvo la Sinagoga de la Judería Vieja hasta el año 1470, cuando la aljama, en cumplimiento de la orden de apartamiento, tuvo que ceder el templo a Alfonso Golfín, señor de Torre Arias. Éste decidió derribarla para construir en su solar una ermita bajo la advocación de San Antonio de Padua, que más tarde daría nombre a lo que fue la Judería Vieja. Con posterioridad a estos hechos, un hijo de Pedro de Carvajal, que poseyó propiedades anexas a la sinagoga tras la expulsión, aparece en 1504 como donante a la iglesia de San Antonio:

De un solar que yo tengo e me pertenece a la judería vieja que es en la collacion de señor san Mattheos.

La ermita dio nombre al Barrio y a su calle principal.

La fachada de la ermita pertenece a la calle Barrio de San Antonio y su espalda se apoya en la muralla. Ante su puerta se encuentra un espacio abierto o plazuela que se integra con un pórtico que sobresale de la ermita. El pórtico es de tres arcos, uno frontal y dos laterales de medio punto pero irregulares, tiene tejado inclinado y una bóveda de medio cañón con dos lunetas muy rudas y encaladas. La puerta es adintelada y sobre ella hay un azulejo que lleva la imagen de San Antonio de Padua. En las pilastras hay sillares de granito blanqueados, el resto es mampostería humilde y encalada.

La ermita se transformó en 1661 y en 1975 fue restaurada. Entre 1993 y 1994 la Escuela Taller Municipal remodeló su exterior y se llevaron a cabo mejoras de embellecimiento y conservación en toda la Judería Vieja: se ocultaron cables de luz y teléfono; se retiraron cables de televisión y aparatos de aire acondicionado; se implantaron papeleras y se halló una solución a la recogida de basuras; se repararon grietas, cornisas, balcones, etc. y se protegieron dinteles, jambas y umbrales.

La sinagoga

La sinagoga (lugar de reunión, en griego) es el templo judío. Está orientada hacia Jerusalén, la Ciudad Santa, y en ella tienen lugar las ceremonias religiosas, la oración comunal, el estudio y el encuentro.

En las ceremonias se lee la Torá. El oficio está dirigido por los rabinos ayudados por el cohen o niño cantor. La sinagoga no es sólo casa de oración, sino también centro de instrucción, ya que en ellas suelen funcionar las escuelas talmúdicas.

Los hombres y las mujeres de época medieval, y también hoy en día, se sientan en zonas separadas.

En el interior de la sinagoga se encuentra:

  1. El Hejal, armario situado en el muro este, orientado hacia Jerusalén, en su interior se guarda el SeferTorá, los rollos de la Torá, la ley sagrada judía.
  2. El Ner Tamid, la llama perpetua siempre encendida ante el Hejal.
  3. La menorá, candelabro de siete brazos, signo habitual en el culto.
  4. La Bimá, lugar desde donde se lee la Torá.

Antigua Sinagoga de la Judería Nueva (Palacio de la Isla)

Fachada del Palacio de la Isla

El Palacio de la Isla, construido en el siglo XVI, ocupa actualmente el espacio donde estuvo ubicada la sinagoga de la Judería Nueva, que algunos localizan en uno de los salones del conjunto palaciego. Las estrellas de David del patio, conmemorativas de la presencia judía en este entorno, y la pila con inscripciones en hebreo, son algunos de los elementos que siguen recordando esta última etapa del colectivo hebraico cacereño en la víspera de su expulsión.

El palacio, que es una verdadera joya renancentista, evoca también en sus escudos e inscripciones a la famlia fundadora, los Blázquez-Mogollón, quienes dejaron escritos en la piedra los lemas moderata durant nobilitat animus non acta parentum o el clásico uanitas uanitatum et omnia uanitas, como defensa de su linaje frente a una rama local de la familia que se negaba a reconocerlo. El nombre del palacio, sin embargo, se debe a los que fueron sus propietarios en el siglo XVIII, los marqueses de la Isla. Después de haber servido hasta 1983 como sede de la Biblioteca del Estado y del Archivo Provincial, tras una reciente remodelación su nuevo uso es el de Archivo Histórico Municipal y centro cultural de usos múltiples.

La sinagoga

La sinagoga (lugar de reunión, en griego) es el templo judío. Está orientada hacia Jerusalén, la Ciudad Santa, y en ella tienen lugar las ceremonias religiosas, la oración comunal, el estudio y el encuentro.

En las ceremonias se lee la Torá. El oficio está dirigido por los rabinos ayudados por el cohen o niño cantor. La sinagoga no es sólo casa de oración, sino también centro de instrucción, ya que en ellas suelen funcionar las escuelas talmúdicas.

Los hombres y las mujeres de época medieval, y también hoy en día, se sientan en zonas separadas.

En el interior de la sinagoga se encuentra:

  1. El Hejal, armario situado en el muro este, orientado hacia Jerusalén, en su interior se guarda el SeferTorá, los rollos de la Torá, la ley sagrada judía.
  2. El Ner Tamid, la llama perpetua siempre encendida ante el Hejal.
  3. La menorá, candelabro de siete brazos, signo habitual en el culto.
  4. La Bimá, lugar desde donde se lee la Torá.

Arco de la Estrella

El Arco de la Estrella. El nombre del arco proviene de la imagen de la Virgen de la Estrella alojada en el templete barroco

Exageradamente rebajado, tanto que en la distancia no parece tener la altura que verdaderamente posee, el Arco de la Estrella toma su nombre de la Virgen de la Estrella, cuya imagen se cobija en un gracioso templete barroco de la cara interior de la puerta, una de las cuatro de acceso a la ciudad amurallada.

En las inmediaciones de la anterior Puerta Nueva, del siglo XV, a la que sustituyó el actual arco, del siglo XVIII, está documentada la presencia de familias judías como las de Haim Alvalía o la de Samuel ben Sem Tob, en un momento en el que las disposiciones municipales todavía no obligaban al apartamiento de los judíos.

Arco del Cristo

El Arco del Cristo, del s. I, es la única de la puertas romanas de la muralla que se ha preservado. A través del arco se accedía directamente a la Judería Vieja

El Arco del Cristo, fechado en el siglo I, es la única de las puertas de la muralla romana que ha conseguido llegar hasta nuestros días. Abierto hacia el este, en la parte baja de la Ciudad Monumental, funcionó también durante siglos como arco de los judíos, dando acceso al barrio hebreo por esta parte, y comunicándolo, posiblemente, con el fosar o cementerio. Merece la pena salir extramuros para admirar las proporciones de la puerta y de la torre del Cristo, que la escolta.

Baluarte de los Pozos

El Baluarte de los Pozos

Este nuevo centro turístico se encuentra ubicado en la Judería Vieja de Cáceres y comprende una típica casa, un jardín-mirador y la Torre de los Pozos, ejemplo magnífico de fortificación almohade, elevada 6 metros sobre la barbacana. Desde ella se pueden contemplar algunos de los espacios más característicos y bellos de la ciudad, como el Santuario de la Virgen de la Montaña, la Ribera del Marco, Fuente Concejo, San Marquino… Como antesala de la Torre se ha rehabilitado el jardín-mirador.

La Torre de los Pozos es la más avanzada de las torres albarranas que circundan los lienzos de la muralla. Unida a la muralla por un paso albarrano de 26 metros de longitud, desaparecido en su mayor parte al ser incorporado a las viviendas construidas en las inmediaciones en época posterior, la también llamada Torre del Gitano posee una planta trapezoidal cercana al rectángulo, elevándose 14 metros desde su base. La entrada actual se lleva a cabo por un portillo localizado en el flanco sur de la misma, que la comunica con el resto del baluarte y por el que nos adentramos a la cámara interior de la torre, desde la que se accede a la terraza superior, cubierta por bóvedas de aristas apoyadas en una columna formada por tres tambores graníticos, de 1,84 metros de altura.

Se conserva de manera intacta, con diversos esgrafiados en sus caras norte y oriental, decoración extremadamente valiosa no sólo por figurar como uno de los escasos elementos artísticos de fábrica hispano-musulmana conservados en la ciudad, sino además por constituir un legado histórico de la presencia almohade en Cáceres. Mientras que en la cara oriental y frontal de la Torre de los Pozos alternan dos estrellas de ocho puntas, comunes en el arte musulmán, con falsos sillares y lágrimas, en la cara norte aparece un epígrafe trazado con caligrafía cúfica andalusí, donde los arabistas han querido leer una alabanza religiosa traducida como Dios es nuestro señor. Varios metros por debajo de éste esgrafiado, una cinta anudada se conserva encasillando el falso sillarejo, vestigio de la posible decoración a base de cintas de mortero de cal que posiblemente cubrieron en un pasado la casi totalidad de los lados externos de la torre.

En el interior de la casa, de dos plantas, se exponen una veintena de maquetas que reproducen la arquitectura civil, militar y religiosa de la ciudad, destacando las cedidas por el artista cacereño Eusebio Salgado. Acompañando a las maquetas podemos ver diversos paneles explicativos que nos ayudarán a comprender el desarrollo histórico y urbanístico de Cáceres.

Barrio de San Antonio de la Quebrada

La calleja del Moral

La Judería Vieja de Cáceres es una de las zonas más bellas de la ciudad intramuros. Con intervenciones urbanísticas de escasa envergadura a lo largo de los siglos, el actual barrio de San Antonio de la Quebrada conserva hoy gran parte de la estructura y del tipismo que debía tener cuando estuvo poblado por judíos. Sus calles irregulares y abruptas; la blancura humilde de sus casas encaladas; sus flores de estación en balcones y pequeños jardines y la vida cotidiana que alberga crean un extraño contraste con las estructuras severas y monumentales que la coronan, de color ocre de piedra bañada por el sol. Su adaptación a la orografía, al encontrarse en la zona más accidentada de la ciudad amurallada, es una de las características más relevantes de la judería cacereña, donde las calles y las casas forman un conjunto muy variado lleno de rincones, escaleras y espacios caprichosos que sus actuales moradores se han encargado de conservar adornados con flores de estación y plenos de sabor popular.

Las calles de la Judería Vieja de Cáceres tienen marcadas pendientes y cuestas que a veces llevan escalones, ya que constituyen el extremo de mayor dificultad urbanística del suelo de Cáceres intramuros, y esto ha contribuido a que sea un lugar de construcciones pobres, además de que sus espacios intrincados lo alejan de la circulación de los núcleos importantes de la ciudad.

Las viviendas se encuentran adosadas a la muralla y utilizan ésta como muro de la casa, y alguna torre y otros espacios como rudimentarios jardines o improvisadas huertas, integrando la naturaleza y la historia con lo popular, hecho existente ya en el siglo XVIII cuando se permite utilizar la muralla para otros fines, dado que ya no sirve de defensa. Son casas de tamaño reducido, de una planta o planta baja y otra superior, vanos pequeños y anárquicos, puertas la mayoría adinteladas.

Calle de San Antonio de la Quebrada

La calle de San Antonio de la Quebrada. La blancura humilde de estas casas contrasta con el ocre de la piedra de los palacios y casas señoriales de la zona alta

Tras el paso de ronda por el adarve de la muralla, el barrio de San Antonio se extiende alrededor de la compleja calle del mismo nombre, que se despliega por calles y callejones ocupando buena parte del flanco sureste de la ciudad. Su primer tramo nace en un caprichoso espacio urbano alrededor del cual se distribuye un núcleo de casas encaladas, con rellanos, escaleras y algunas puertas adinteladas, que se asoman a la actual Ermita de San Antonio. Más adelante, los contrafuertes de la Casa de los Caballos vuelven a conectar la Judería con este inmueble, que acoge la sección de Bellas Artes del Museo de Cáceres. Al final de una pequeña calle que surge a la izquierda se levanta la Torre de los Pozos, recientemente restaurada, y que acoge un centro de interpretación en pleno corazón de la judería cacereña.

Calle y Plaza de los Pereros

Calle de Pereros

La calle Pereros desemboca en la Plaza de Pereros, donde se establece el límite de la judería tradicional. En la plaza de Pereros, una placa recuerda que los judíos recurrieron en 1477 a la reina Isabel para pedirle mayor equidad en el reparto de las cargas municipales, siendo atendida su petición en un momento en el que había 130 familias judías en una población total de 8.000 habitantes. De nuevo, según la ciudad judía se acerca a la ciudad alta, el tipismo de las casas encaladas y de proporciones modestas va siendo sustituido por la nobleza de las casas de piedra, como la de Pereros, de los siglos XV-XVII, que hace esquina entre la calle y la plaza que llevan su nombre, y que actualmente acoge al Colegio Mayor Universitario Francisco de Sande, dependiente de la Diputación Provincial. La plaza, a la que también se asoma la casa de Sánchez-Paredes, del siglo XVI, conecta con el cierre de la muralla, sólidamente protegida por las torres de Mérida por el sur.

Calleja del Moral

La calleja del Moral, junto al Arco del Cristo

La calleja del Moral es una pequeña cuesta llena de encanto que conecta el Arco del Cristo con la Calle de San Antonio de la Quebrada. En esta calleja también se instalaron familias judías.

Estrellas de David

Estrella de David en Calle del Barrio de San Antonio de la Quebrada, 30

En el número 30 de la Calle del Barrio de San Antonio de la Quebrada se pueden ver dos estrellas de David que adornan la calle y que recuerdan el pasado judío del Barrio de San Antonio.

Judería Nueva

Arco de entrada a la Plaza Mayor en la calle Paneras

La Judería Nueva surge a partir del decreto de 1478 en el que se ordena reunir a todos los judíos cacereños en un único barrio, fuera de la ciudad amurallada. El entorno elegido para esta nueva judería será el cuadrado delimitado por las actuales calle General Ezponda, plaza de la Concepción, calle Paneras y plaza Mayor, con la calle de la Cruz como eje principal de la misma. Algo queda todavía en la calle de la Cruz, llamada durante largo tiempo calle de la Judería, del ambiente de aquel nuevo barrio judío, que existió como tal durante apenas catorce años, si bien algunos de sus pobladores siguieron vinculados a la zona durante más tiempo, ya como cristianos nuevos.

Olivar de la Juderia

El Olivar de la Judería

A través de la Puerta de Mérida, que sale de la Ciudad Monumental y conduce a la Plaza de Santa Clara, que toma el nombre del Convento de las Clarisas, del siglo XVIII, una estrecha calleja conduce hasta la Torre Mochada, una atalaya avanzada del siglo XIII, macizada con tapial, que reforzaba las defensas de la ciudad en tiempos todavía inestables, y que hoy ha sido consolidada y recuperada como parte de la ciudad medieval. Rodeándola por los jardines que se abren a sus pies, se llega hasta el conocido como Olivar de la Judería, un recóndito jardín que perteneció a alguna de las casas hebreas situadas en este extremo de la ciudad.

Plaza Mayor

La Plaza Mayor, con el arco de la Estrella y la torre de Bujaco en primer plano

La Plaza Mayor, antesala de la espectacular Ciudad Monumental que guarda Cáceres en el interior de sus murallas, simboliza la frontera entre la Judería Vieja y la Judería Nueva, entre el tradicional emplazamiento hebreo intramuros, en la parte más abrupta de la urbe romana y medieval, y los nuevos aires del siglo XV, en una expansión de la ciudad de la que al final los judíos se terminarían viendo excluidos.

Punto de encuentro, lugar de tránsito entre el bullicio de la ciudad nueva y el recogimiento de la antigua, la Plaza Mayor se abre al recinto amurallado a través de las escalinatas que suben hasta el Arco de la Estrella, enmarcadas por la ermita dieciochesca de la Paz, a la izquierda y por la torre de los Púlpitos, del siglo XV, a la derecha.

Plaza de San Jorge

La iglesia de la Compañía o de San Francisco Javier, de la segunda mitad del siglo XVIII

Para llegar a la Plaza de San Jorge, que establece el límite noroeste del barrio judío tradicional, es necesario pasar antes por la monumental Plaza de Santa María, un conjunto sin igual de edificaciones del siglo XVI donde conviven el palacio del Mayoralgo, el palacio de Ovando, el palacio y torre de Carvajal, la casa de los duques de Valencia y la iglesia concatedral de Santa María, en cuya esquina el místico San Pedro de Alcántara indica el camino hacia el corazón de la ciudad. La Plaza de San Jorge, enmarcada al norte por el palacio de los Golfines de Abajo, del siglo XV, y al sur por la presencia en lo alto de la iglesia de San Francisco Javier o de la Compañía de Jesús, del siglo XVIII, es un espectacular espacio articulado en varios niveles que se conectan entre sí por medio de escaleras y constituye uno de los rincones con más personalidad de Cáceres. En su parte baja, en dirección este, surge la Cuesta del Marqués uno de los principales ejes de comunicación entre la Judería Vieja y el resto de la ciudad.

Puntero judío en el Museo de Cáceres

Yad o puntero judío encontrado en Plasencia. Museo de Cáceres

La yad, literalmente la mano, es un puntero ritual que se utiliza para seguir la lectura del texto de la Torá. Este puntero, que actualmente se encuentra en el Museo de Cáceres, fue hallado en las excavaciones del Parador de Plasencia en 1996.

El puntero del Museo de Cáceres es una pieza de bronce que evitaba que el pergamino de la Torá no se tocara durante la lectura. Esto era una medida de preservación de un soporte frágil como el pergamino, que a veces no absorbía convenientemente la tinta y ésta podía correrse si se desplazaba el dedo por encima de las letras.

Rincón de la monja

El Rincón de la Monja

La calle del Rincón de la Monja, hasta su conexión con la Casa de los Caballos, ocupa todo el flanco oeste de la judería, quedando a sus pies el barrio de San Antonio. Se trata de una bella calle empedrada que se inaugura con la espléndida presencia de la casa de Durán de la Rocha, con sus escudos nobiliarios y sus esteras protegiendo las ventanas, y que asciende de manera sinuosa hacia la parte alta de la ciudad, adaptándose al terreno y dejando a su paso rincones llenos de encanto.

Aunque en este tramo de la judería ya se aprecian numerosas casas encaladas, en él todavía predominan los edificios de piedra, algunos de ellos asentados sobre la misma roca primitiva, como el Convento de la Compañía de Jesús, del siglo XVIII. Por último, la parte trasera del Palacio de las Veletas se une mediante un arco con la Casa de los Caballos, formando parte ambos espacios del Museo de Cáceres, el primero como sede de las secciones de arqueología y de etnografía (además del espectacular aljibe del antiguo alcázar), y el segundo habilitado como sección de bellas artes del Museo de Cáceres, donde se pueden apreciar obras de Miró, Picasso, Tàpies y Canogar junto con el magnífico Jesús Salvador de El Greco. Entre las piezas del museo también se cuenta alguna referencia al mundo judío, como el famoso yad o puntero de Plasencia.

¿Un antiguo micvé?

Panorámica del posible miqvé. Los baños judíos se sitúan siempre por debajo del nivel de la superficie. Se accede a través de una escalera que lleva hasta el agua misma

En el número 4 de la Cuesta del Marqués se encuentra el Museo Yusuf al Burch, traducción al árabe del nombre de su fundador, José de la Torre, quien excavó en este lugar el aljibe y los baños sobre los que se articula la casa, decorada con el acopio de una buena colección de objetos artísticos que evocan el pasado árabe de la ciudad y en la que se pueden visitar, además del aljibe y los baños, la bodega, el harén, la cocina, una alcoba, el jardín y diferentes salas.

Los baños, vestigios de una instalación privada, se han querido relacionar con el micvé ritual de los judíos, tal vez compartido con los musulmanes, que se asientan en una edificación del siglo XII. Se trata de una fuente de agua natural de manantial, de lluvia o de pozo en cuya pared izquierda puede apreciarse una conducción a través de la que circulaba continuamente el agua proveniente del pozo de la casa. El agua del pozo se mantenía caliente a través de unas calderas que se encontraban debajo del patio de la casa.

No obstante, como ya se ha afirmado, todavía no se ha podido esclarecer si se trata de una construcción islámica o hebrea, es decir, si estamos ante un micvé .

El miqvé, el baño de purificación judío

El micvé, el baño de purificación judío, es un edificio esencial en cualquier comunidad judía. Su funcionalidad es la purificación espiritual a través de la inmersión total del cuerpo en el agua y por eso acompaña a los actos más importantes de la vida de un judío. La mujer judía se purifica después de la menstruación, cuando ha de tener un hijo y cuando ya lo ha tenido y, tanto el novio como la novia, justo antes de la boda. Los conversos al judaísmo deben sumergirse en el baño y también las personas que hayan estado en contacto con impurezas o enfermedades contagiosas.

La persona ha de estar preparada para el acto de purificación. Previamente se ha de haber lavado y peinado para que el agua la impregne totalmente. La inmersión se realiza tres veces para asegurar este hecho. Los hombres suelen purificarse el viernes antes de la puesta del sol, ante la entrada al Shabat o día dedicado a Dios.

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