Encuadrada en un entorno privilegiado, a la orilla del río Ambroz, entre huertas,
higueras y castaños, la judería de Hervás ha sido, desde largo tiempo, una de las señas de identidad más claras de
esta población que ha sabido conservar casi intacta su mejor impronta medieval. El
tipismo de sus casas es seguramente el mayor atractivo de esta judería extremeña que
fue declarada Conjunto Histórico-Artístico en 1969, y cuyo entramado urbano mantiene
todo el sabor y el aroma de aquel tiempo de convivencia entre diferentes culturas
y religiones.
La buena conservación del caserío judío de Hervás es fruto de la propia humildad de
sus pobladores a lo largo de los siglos, pero también de la férrea voluntad de éstos
para no perder la identidad heredada de sus antepasados. Desde 1989, además, la labor
restauradora de los talleres y casas de oficio ha servido de gran ayuda a su conservación,
sumándose a este trabajo la puesta en marcha del Área de Rehabilitación Integral (ARI)
de 1997, pionera en Extremadura.
La presencia judía en Hervás no duró más de un siglo, a lo sumo, y sólo está documentada
históricamente a partir de 1454. Los judíos se establecieron en Hervás probablemente
huyendo del clima antijudío que se respiraba en Castilla en el siglo XIV y cuyas dramáticas
consecuencias llevaron a las matanzas del año 1391. Ya en el siglo XV, Enrique III intervino para tratar de apaciguar los ánimos pero el
6 de junio de 1431 volvieron a estallar disturbios en las ciudades de Sevilla, Córdoba, Úbeda, Huete, Escalona y las revueltas se extendieron hacia la meseta castellana. Como consecuencia, numerosos judíos aceptaron la conversión al cristianismo como única medida para salvar sus vidas y propiedades, otros emigraron a Portugal y algunos otros se quedaron en el Valle de Ambroz, en la frontera hispano
portuguesa, que se fue poblando con los huidos sefardíes que se situaron en la vía
de la Plata y en las poblaciones de ambos lados de la frontera.
En 1186 Alfonso VIII reconquista Béjar y Plasencia a los almohades ayudado por la orden militar del Temple. En compensación por los servicios prestados, es muy probable que los templarios
recibiesen el castillo de Segura de Toro y una extensión de terreno muy próxima al
lugar y a la calzada de los romanos, a la que denominaron Santihervás. A menos de un kilómetro de distancia de la ermita templaria de Santihervás se erigió
un pequeño castillo, en una zona llamada Hervás, en cuyo interior se construyó la iglesia parroquial de Santa María. En el transcurso de los siglos XIII y XIV se desarrolló el primer espacio urbano
en torno a la fortaleza formándose un racimo de casas. Sucesivos colonos se asentaron
y repoblaron los caminos que unían dichas viviendas configurándose las calles Collado,
Corredera (hoy, Relator González) y el cantón y puente de la Centeneda, límite del
casco urbano y del monte de la Centeneda. Este territorio fue colonizado por pobladores
bejaranos, gallegos (a quienes la reina Violante les donó el monte castañar en 1277)
y vecinos de El Barco de Ávila.
La aldea de Hervás no permaneció mucho tiempo en poder de los monjes templarios. En
1227 la aldea ya era propiedad de la casa de Almaraz. Algún tiempo después el poblado volvía a depender de la corona, ya que, en 1246, Fernando III donó a Violante de Aragón, hija de Jaime I el Conquistador,
el señorío de Béjar y Hervás como regalo de bodas por su boda con Alfonso X el Sabio.Quizá fue la reina Violante quien agregó Hervás al señorío bejarano, pues en 1254
la aldea estaba bajo el gobierno del señor de Béjar, confirmado por el soberano Sancho
IV en la delimitación del alfoz de la villa y tierra de 1291.
La tierra de Béjar estuvo sujeta al capricho de la monarquía y fue trasvasada constantemente
de reyes a infantes, hasta que el 8 de junio de 1396, Diego López de Estúñiga recibió de Enrique III la villa y tierra de Béjar con sus privilegios reales a cambio
de la villa de Frías, invistiéndose en señor de Béjar hasta principios del siglo XIX.El señor de Béjar fundó el 29 de junio de 1397 el mayorazgo de los Zúñiga. Los Zúñiga fueron propietarios de grandes extensiones ganaderas y necesitaban pastos
para alimentar a sus reses. Esta actividad ganadera y agrícola fue la única fuente
de trabajo de la economía hervasense hasta la llegada de los judíos en el siglo XV.
En Hervás se estableció una comunidad hebrea en el siglo XV, cuyo primer dato se remonta
a 1454. Anterior a esta fecha, Juan Muñoz García sostiene que en 1391 el judío bejarano Rabichuda o rabí Judá participó en Hervás como testigo en una demanda judicial. Sin embargo, hay que tomar
esta noticia con precaución. El texto menciona a «Gomez Fernandez Labichuda yerno
de Marina Gil», pero nada afirma o desmiente que fuera judío. De hecho, no hay referencias fidedignas sobre la vida desarrollada por los judíos
hasta el año de la expulsión. De este año sabemos que en 1492 vivían en Hervás unas
45 familias y Rabí Samuel era propietario de la sinagoga, que la tradición emplaza en la calle Rabilero número 19.
Los judíos de Hervás desempeñaron los oficioSens de tejedor, médico, arrendador de
rentas y mercader. Tenían en propiedad varios edificios públicos y, además, poseyeron
viñedos distribuidos por las mejores zonas del lugar: Collado, Quiñones (traseras
de la Plaza de la Corredera), Mediano, así como linares y castañares. Nada sabemos
de la localización de su carnicería, cementerio, panadería, baños públicos u otros
edificios comunitarios. Tampoco tenemos noticias de la existencia de una judería.
Durante la segunda mitad del siglo XV comenzó a prosperar la casa de los Zúñiga. Los
libros de Hacienda de la familia Zúñiga nos revelan el perfil de la fiscalidad de
los judíos asentados en sus territorios en 1454. De los 15 pueblos que componían la
demarcación de Béjar en 1454, Hervás era la localidad más poblada, exceptuando la
villa de Béjar. Ese año, la casa de los Zúñiga recaudó en concepto de las tercias condales 12.173
maravedíes en Béjar y 5.185 en Hervás. Mientras que en el impuesto de las alcabalas, Hervás pechó 42.000 maravedíes y las 14 poblaciones bejaranas sumaron 71.250. Por
tanto, la aldea de Hervás tributó al señor de Béjar más de la mitad del impuesto de alcabalas de las aldeas. Es evidente que el incremento experimentado por las derramas en Hervás
se debía, sin duda, al asentamiento de una comunidad hebrea en el lugar.
Es decir, ya había judíos en Hervás en 1454. Entre los factores que contribuyeron
al asentamiento hebreo en la comarca bejarana debemos citar, en primer lugar, la política
repobladora emprendida por la casa de los Zúñiga para mitigar la semidesertización
de sus tierras, incentivado al poblador con las exenciones fiscales y la donación
de terrenos para edificar las viviendas y destinarlas para el cultivo. Pero, de manera
especial, influyó la ausencia de conflictos interreligiosos en la zona.
El edicto de expulsión de los Reyes Católicos garantizó a los judíos una serie de
condiciones legales encaminadas a facilitarles su salida del reino. La corona les
permitió liquidar todos sus bienes y resolver el traspaso de sus propiedades a terceras
personas. Sin embargo, el duque de Béjar, Álvaro II (1488-1531), prohibió a los judíos de su tierra la venta de bienes, muebles y raíces, y amenazó a los vasallos con el embargo del patrimonio adquirido a los expatriados.
Los escasos judíos que consiguieron negociar sus propiedades habían fijado un precio
notablemente inferior a su valor real en el mercado. Otros judíos se deshicieron de
las casas a cambio de una modesta fianza, o por medio de un trueque que les desfavorecía
completamente. Este conjunto de aspectos nos permite subrayar que las operaciones
mercantiles efectuadas por los expatriados de Hervás les perjudicaron sensiblemente.
Por ejemplo:
-
Moshé Escapa traspasó su hacienda, valorada en 8.000 maravedíes, por una fianza de
2 doblas y 15 reales que le entregó una mujer de Granadilla.
-
Los hijos de Jacob Hamiz permutaron su vivienda, tasada en 7.000 maravedíes, por una
burra y un borrico que valía 700 maravedíes.
-
Jacob de Ruego y otros judíos entregaron tres casas a un cristiano en compensación
por el empréstito que les había efectuado para abonar alcabalas del vino judío en la aljama de Béjar.
-
Ça Cohen malvendió su vivienda por 2.300 maravedíes cuyo valor real en el mercado
oscilaba entre los 12 y 14.000 maravedíes.
Sabemos que, al menos, partieron camino del destierro 13 de los 45 hebreos que vivían
en Hervás en 1492, cuyos nombres se corresponden con el de los propietarios de los
viñedos abandonados. Algunos de los judíos desterrados volvieron a Hervás a principios de febrero de 1494,
acogiéndose a la ley de retorno de 10 de noviembre de 1492.Desde Barcelona, los monarcas habían extendido una carta de seguridad a todos los
judíos de Castilla afincados en Portugal que quisiesen retornar al país y que se hubieran
convertido al cristianismo. La corona garantizaba el retorno judío y la posibilidad de recuperar todos los bienes vendidos previo pago a sus actuales propietarios del importe fijado en la transacción comercial,
más el coste de las reformas que el hacendado hubiese efectuado en ella.
No tenemos referencias de la cifra aproximada de judíos que regresaron a Hervás. Tampoco
fueron bien acogidos en el ducado bejarano. Por circunstancias no contempladas en
la documentación, la corona había decretado contra ellos:
Que les prendades los cuerpos e secretades los bienes ante notario [...] e les traygades
presos.
Cabe preguntarse por qué los Reyes Católicos habían procedido de esa manera contra
los tornadizos si la legislación vigente amparaba el retorno hebreo.
Con rabí Samuel se repatriaron otros judíos de Hervás. Tenemos noticias de Ferrando
del Cura, convertido al cristianismo en 1492, pero no sabemos su nombre judío. Estaba
emparentado con Nehoray Salvadiel, quien había partido hacia el exilio, aunque desconocemos
si volvió dos años después. Asimismo, el converso Juan Blasco murió en la hoguera en el auto de fe de 1506 incriminado en la calumnia
religiosa de la hostia consagrada.Violante, mujer de Toribio López, había sido acusada del delito de judaísmo en 1514 pero consiguió evadirse de las garras del Santo Oficio y se refugió probablemente
en Portugal.
Los conversos vivieron en la Plaza y calles Corredera y de la Cruz y tuvieron que
sufrir la animadversión de los cristianos viejos, que los presentaban como enemigos
del credo cristiano. Su hostigamiento quedó reflejado en el libelo de la hostia consagrada (1506) y la persecución que sufrieron del tribunal de la Inquisición extremeña, que envió a la hoguera a los judaizantes que no quisieron abjurar de la
Ley de Moisés en 1514.La comunidad conversa decidió participar en las actividades de las instituciones civiles y religiosas a mediados del siglo XVI. Ante el rechazo de los cristianos, el duque de Béjar impuso los estatutos de limpieza de sangre en el Ayuntamiento
en 1578. Este rechazo a lo judío ha perdurado hasta nuestros días cristalizado en
forma de leyendas.
El barrio judío
En Hervás no hay indicios históricos de ningún apartamiento de judíos en barrios separados
de los cristianos. Tampoco se han registrado referencias que expresen conflictos interreligiosos
vecinales en Hervás anterior a 1492. Los documentos nunca hablan de judería en Hervás, sino que hacen referencia a «los judíos de Hervás» que convivieron en medio de un
clima de relativa tolerancia, sin enfrentamientos que justificaran apartamientos marginales,
probablemente en torno a las calles de la Corredera y la Plaza, donde residieron los conversos en el siglo XVI. Pero también habría una calle judía,
articulada en torno a la del Rabilero, donde se ubica tradicionalmente la sinagoga.
Aunque algunas fuentes cifran la llegada del contingente de origen hebreo a la población
en el siglo XIII, la primera documentación oficial data de 1464, vinculando a los
judíos con la familia Zúñiga, es decir, con el ducado de Béjar, al que perteneció
Hervás desde 1369 hasta la concesión del privilegio de villazgo, en 1816.
Hay que pensar que en el siglo XV Hervás tenía algo más de doscientos vecinos, entre
ellos cuarenta y cinco familias judías que, bajo el amparo del Duque, se habían refugiado aquí huyendo de las persecuciones
de 1391. Los documentos nos hablan de familias como los Cohen, los Çalama, los Haben Haxiz o los Molho, y de su relevancia dentro de la comunidad quedó durante muchos años el dicho de:
En Hervás, judíos los más.
Tras el edicto de 1492, veinticinco familias salieron de Hervás hacia Portugal, quedándose el resto sujetos a la conversión forzosa al cristianismo;
algunos de ellos regresaron como conversos, como lo hizo el rabí Samuel dos años después, para ingresar en la cofradía de San Gervasio, que permitió al colectivo
judío seguir manteniendo su cohesión durante algún tiempo. Los casos de criptojudaísmo detectados en los años posteriores al decreto de expulsión y la persecución incesante
de la Inquisición propiciaron que el fenómeno de los conversos tuviera en Hervás una relevancia que todavía se recuerda en el presente con la celebración
anual de las jornadas dedicadas a los Conversos.
El libelo de la hostia consagrada
Las acusaciones de profanidad eucarística imputadas a los judíos españoles jamás habían existido y tampoco había existido el
ultraje de la hostia consagrada por los conversos de Hervás.
Por un documento custodiado en el Archivo General de Simancas, tenemos noticias que
el cristiano viejo Juan Sastre, vecino de Zarza de Granadilla, había robado la sagrada forma y la custodia de la
iglesia de Aldeanueva del Camino, a finales de abril o principios de mayo de 1506.
Con ocasión del delito, se había extendido por la población el rumor de que habían
participado cristianos nuevos de Aldeanueva del Camino y de Hervás. El provisor de la diócesis de Plasencia había decretado la prisión de los presuntos
culpables y la incautación de los bienes.
También andaba en boca de la gente que los conversos habían introducido la hostia
consagrada en un caldero de agua hirviendo y entretanto la sometían a tormento sudaba
milagrosamente un crucifijo que estaba pintado en el altar de la iglesia de Hervás.
Intervino el tribunal de la Inquisición de Extremadura, cuya sede estaba provisionalmente
en Plasencia. Juan Ruiz de Tripiana, provisor de la diócesis, fue uno de los jueces inquisidores del proceso.
Finalmente, el tribunal imputó la profanación de la eucaristía a Juan Sastre y a los
conversos de Aldeanueva del Camino y Hervás, quienes murieron en la hoguera.