Encuadrada en un entorno privilegiado, a la orilla del río Ambroz, entre huertas, higueras y castaños, la judería de Hervás ha sido, desde largo tiempo, una de las señas de identidad más claras de esta población que ha sabido conservar casi intacta su mejor impronta medieval. El tipismo de sus casas es seguramente el mayor atractivo de esta judería extremeña que fue declarada Conjunto Histórico-Artístico en 1969, y cuyo entramado urbano mantiene todo el sabor y el aroma de aquel tiempo de convivencia entre diferentes culturas y religiones.

La buena conservación del caserío judío de Hervás es fruto de la propia humildad de sus pobladores a lo largo de los siglos, pero también de la férrea voluntad de éstos para no perder la identidad heredada de sus antepasados. Desde 1989, además, la labor restauradora de los talleres y casas de oficio ha servido de gran ayuda a su conservación, sumándose a este trabajo la puesta en marcha del Área de Rehabilitación Integral (ARI) de 1997, pionera en Extremadura.

La presencia judía en Hervás no duró más de un siglo, a lo sumo, y sólo está documentada históricamente a partir de 1454. Los judíos se establecieron en Hervás probablemente huyendo del clima antijudío que se respiraba en Castilla en el siglo XIV y cuyas dramáticas consecuencias llevaron a las matanzas del año 1391. Ya en el siglo XV, Enrique III intervino para tratar de apaciguar los ánimos pero el 6 de junio de 1431 volvieron a estallar disturbios en las ciudades de Sevilla, Córdoba, Úbeda, Huete, Escalona y las revueltas se extendieron hacia la meseta castellana. Como consecuencia, numerosos judíos aceptaron la conversión al cristianismo como única medida para salvar sus vidas y propiedades, otros emigraron a Portugal y algunos otros se quedaron en el Valle de Ambroz, en la frontera hispano portuguesa, que se fue poblando con los huidos sefardíes que se situaron en la vía de la Plata y en las poblaciones de ambos lados de la frontera.

En 1186 Alfonso VIII reconquista Béjar y Plasencia a los almohades ayudado por la orden militar del Temple. En compensación por los servicios prestados, es muy probable que los templarios recibiesen el castillo de Segura de Toro y una extensión de terreno muy próxima al lugar y a la calzada de los romanos, a la que denominaron Santihervás. A menos de un kilómetro de distancia de la ermita templaria de Santihervás se erigió un pequeño castillo, en una zona llamada Hervás, en cuyo interior se construyó la iglesia parroquial de Santa María. En el transcurso de los siglos XIII y XIV se desarrolló el primer espacio urbano en torno a la fortaleza formándose un racimo de casas. Sucesivos colonos se asentaron y repoblaron los caminos que unían dichas viviendas configurándose las calles Collado, Corredera (hoy, Relator González) y el cantón y puente de la Centeneda, límite del casco urbano y del monte de la Centeneda. Este territorio fue colonizado por pobladores bejaranos, gallegos (a quienes la reina Violante les donó el monte castañar en 1277) y vecinos de El Barco de Ávila.

La aldea de Hervás no permaneció mucho tiempo en poder de los monjes templarios. En 1227 la aldea ya era propiedad de la casa de Almaraz. Algún tiempo después el poblado volvía a depender de la corona, ya que, en 1246, Fernando III donó a Violante de Aragón, hija de Jaime I el Conquistador, el señorío de Béjar y Hervás como regalo de bodas por su boda con Alfonso X el Sabio.Quizá fue la reina Violante quien agregó Hervás al señorío bejarano, pues en 1254 la aldea estaba bajo el gobierno del señor de Béjar, confirmado por el soberano Sancho IV en la delimitación del alfoz de la villa y tierra de 1291.

La tierra de Béjar estuvo sujeta al capricho de la monarquía y fue trasvasada constantemente de reyes a infantes, hasta que el 8 de junio de 1396, Diego López de Estúñiga recibió de Enrique III la villa y tierra de Béjar con sus privilegios reales a cambio de la villa de Frías, invistiéndose en señor de Béjar hasta principios del siglo XIX.El señor de Béjar fundó el 29 de junio de 1397 el mayorazgo de los Zúñiga. Los Zúñiga fueron propietarios de grandes extensiones ganaderas y necesitaban pastos para alimentar a sus reses. Esta actividad ganadera y agrícola fue la única fuente de trabajo de la economía hervasense hasta la llegada de los judíos en el siglo XV.

En Hervás se estableció una comunidad hebrea en el siglo XV, cuyo primer dato se remonta a 1454. Anterior a esta fecha, Juan Muñoz García sostiene que en 1391 el judío bejarano Rabichuda o rabí Judá participó en Hervás como testigo en una demanda judicial. Sin embargo, hay que tomar esta noticia con precaución. El texto menciona a «Gomez Fernandez Labichuda yerno de Marina Gil», pero nada afirma o desmiente que fuera judío. De hecho, no hay referencias fidedignas sobre la vida desarrollada por los judíos hasta el año de la expulsión. De este año sabemos que en 1492 vivían en Hervás unas 45 familias y Rabí Samuel era propietario de la sinagoga, que la tradición emplaza en la calle Rabilero número 19.

Los judíos de Hervás desempeñaron los oficioSens de tejedor, médico, arrendador de rentas y mercader. Tenían en propiedad varios edificios públicos y, además, poseyeron viñedos distribuidos por las mejores zonas del lugar: Collado, Quiñones (traseras de la Plaza de la Corredera), Mediano, así como linares y castañares. Nada sabemos de la localización de su carnicería, cementerio, panadería, baños públicos u otros edificios comunitarios. Tampoco tenemos noticias de la existencia de una judería.

Durante la segunda mitad del siglo XV comenzó a prosperar la casa de los Zúñiga. Los libros de Hacienda de la familia Zúñiga nos revelan el perfil de la fiscalidad de los judíos asentados en sus territorios en 1454. De los 15 pueblos que componían la demarcación de Béjar en 1454, Hervás era la localidad más poblada, exceptuando la villa de Béjar. Ese año, la casa de los Zúñiga recaudó en concepto de las tercias condales 12.173 maravedíes en Béjar y 5.185 en Hervás. Mientras que en el impuesto de las alcabalas, Hervás pechó 42.000 maravedíes y las 14 poblaciones bejaranas sumaron 71.250. Por tanto, la aldea de Hervás tributó al señor de Béjar más de la mitad del impuesto de alcabalas de las aldeas. Es evidente que el incremento experimentado por las derramas en Hervás se debía, sin duda, al asentamiento de una comunidad hebrea en el lugar.

Es decir, ya había judíos en Hervás en 1454. Entre los factores que contribuyeron al asentamiento hebreo en la comarca bejarana debemos citar, en primer lugar, la política repobladora emprendida por la casa de los Zúñiga para mitigar la semidesertización de sus tierras, incentivado al poblador con las exenciones fiscales y la donación de terrenos para edificar las viviendas y destinarlas para el cultivo. Pero, de manera especial, influyó la ausencia de conflictos interreligiosos en la zona.

El edicto de expulsión de los Reyes Católicos garantizó a los judíos una serie de condiciones legales encaminadas a facilitarles su salida del reino. La corona les permitió liquidar todos sus bienes y resolver el traspaso de sus propiedades a terceras personas. Sin embargo, el duque de Béjar, Álvaro II (1488-1531), prohibió a los judíos de su tierra la venta de bienes, muebles y raíces, y amenazó a los vasallos con el embargo del patrimonio adquirido a los expatriados.

Los escasos judíos que consiguieron negociar sus propiedades habían fijado un precio notablemente inferior a su valor real en el mercado. Otros judíos se deshicieron de las casas a cambio de una modesta fianza, o por medio de un trueque que les desfavorecía completamente. Este conjunto de aspectos nos permite subrayar que las operaciones mercantiles efectuadas por los expatriados de Hervás les perjudicaron sensiblemente. Por ejemplo:

Sabemos que, al menos, partieron camino del destierro 13 de los 45 hebreos que vivían en Hervás en 1492, cuyos nombres se corresponden con el de los propietarios de los viñedos abandonados. Algunos de los judíos desterrados volvieron a Hervás a principios de febrero de 1494, acogiéndose a la ley de retorno de 10 de noviembre de 1492.Desde Barcelona, los monarcas habían extendido una carta de seguridad a todos los judíos de Castilla afincados en Portugal que quisiesen retornar al país y que se hubieran convertido al cristianismo. La corona garantizaba el retorno judío y la posibilidad de recuperar todos los bienes vendidos previo pago a sus actuales propietarios del importe fijado en la transacción comercial, más el coste de las reformas que el hacendado hubiese efectuado en ella.

No tenemos referencias de la cifra aproximada de judíos que regresaron a Hervás. Tampoco fueron bien acogidos en el ducado bejarano. Por circunstancias no contempladas en la documentación, la corona había decretado contra ellos:

Que les prendades los cuerpos e secretades los bienes ante notario [...] e les traygades presos.

Cabe preguntarse por qué los Reyes Católicos habían procedido de esa manera contra los tornadizos si la legislación vigente amparaba el retorno hebreo.

Con rabí Samuel se repatriaron otros judíos de Hervás. Tenemos noticias de Ferrando del Cura, convertido al cristianismo en 1492, pero no sabemos su nombre judío. Estaba emparentado con Nehoray Salvadiel, quien había partido hacia el exilio, aunque desconocemos si volvió dos años después. Asimismo, el converso Juan Blasco murió en la hoguera en el auto de fe de 1506 incriminado en la calumnia religiosa de la hostia consagrada.Violante, mujer de Toribio López, había sido acusada del delito de judaísmo en 1514 pero consiguió evadirse de las garras del Santo Oficio y se refugió probablemente en Portugal.

Los conversos vivieron en la Plaza y calles Corredera y de la Cruz y tuvieron que sufrir la animadversión de los cristianos viejos, que los presentaban como enemigos del credo cristiano. Su hostigamiento quedó reflejado en el libelo de la hostia consagrada (1506) y la persecución que sufrieron del tribunal de la Inquisición extremeña, que envió a la hoguera a los judaizantes que no quisieron abjurar de la Ley de Moisés en 1514.La comunidad conversa decidió participar en las actividades de las instituciones civiles y religiosas a mediados del siglo XVI. Ante el rechazo de los cristianos, el duque de Béjar impuso los estatutos de limpieza de sangre en el Ayuntamiento en 1578. Este rechazo a lo judío ha perdurado hasta nuestros días cristalizado en forma de leyendas.

Calle Rabilero

La calle Rabilero

La calle Rabilero es una de las de más raigambre judía de Hervás. Entre los números 3 y 5 se abre un estrechísimo callejón que recibe diferentes nombres populares, la mayor parte de ellos relacionados con la clandestinidad del beso de los enamorados; atravesarlo de ida y vuelta es apreciar las íntimas dimensiones de un barrio con diferentes posibilidades de entrada y salida en caso de persecuciones o asaltos inesperados.

En esta zona, la profusión de macetas en las fachadas y el encalado de las casas ponen en referencia el pasado judío con el tipismo de los pueblos de Extremadura, mientras que la taberna de la Callejilla o los carteles que anuncian la venta de vino casero enlazan también con la actividad de los judíos alrededor del producto de la vid. Además del vino y del influjo general de la cocina judía en la tradición gastronómica, en Hervás pervive el gusto por algunas delicias directamente heredadas de los sefarditas.

En un cantón sin salida a la izquierda de la misma calle Rabilero, algunos investigadores han querido situar la antigua sinagoga. Con la fundación de ésta, asentada sobre cuatro columnas, se relaciona al rabí Samuel, al que no le sirvió su posición como arrendador de los Zúñiga para librarse del encarcelamiento y de la expulsión tras el decreto de los Reyes Católicos. En el tramo de la derecha, la calle Rabilero se abre también en una bifurcación que rodea por completo un edificio antes de regresar al recorrido principal, en un conjunto en el que abunda el sentido laberíntico de las juderías españolas. En el número 25 se ubica la última cestería tradicional en madera de castaño de Hervás, regentada por Longinos, hijo de Longinos, que mantiene viva una tradición centenaria en la villa. A la hora de comer, con el olor de las ollas saliendo por las ventanas y puertas de las casas, o a la caída del sol en las noches de verano, la vieja judería sigue dando testimonio de una vida que nunca ha dejado de bullir en este lugar.

Rabí Samuel

La congregación religiosa de Hervás estaba dirigida por el rabí Samuel, médico de profesión y hombre influyente en la comarca: llegó a ser uno de los apoderados de las escrituras notariales de propiedades del duque de Béjar y del deán de Plasencia.

Rabí Samuel, además de tener en propiedad la sinagoga, era uno de los arrendadores de las tierras ducales de Álvaro II, junto con los judíos de Béjar don Mose Çarfaty, su hermano rabí Jacob, don Symuel Amigo y rabí Davi Abenverga.

Rabí Samuel se exilió a Portugal tras el edicto de expulsión de 1492. Dos años más tarde, volvió como converso a Hervás.

Calle Sinagoga

Calle Sinagoga

La calle Rabilero desemboca en la calle Sinagoga, donde también se hace referencia al desaparecido templo judío, que el itinerario toma hacia la derecha para encontrarse de nuevo con una fuente. A su vez la calle Sinagoga, que conserva en su trazado algunas piedras originales del terreno, desemboca en la calle del Moral, de nuevo a la derecha, cuyos tapiales hortelanos marcan el límite de la judería. Desde esta calle se aprecian unas buenas vistas del barrio y de la iglesia.

Calle de Abajo

Primer tramo de la calle de Abajo, justo saliendo de la Plaza

En la misma Plaza, un olivo venido de Jerusalén forma un rincón lleno de encanto que prepara al viajero para entrar simbólicamente en la judería a través de la calle Abajo, su eje principal. En el punto de partida se sitúa un cartel de señalización que explica los rasgos principales de la judería de Hervás, y un plano de la villa. Desde esta altura, el barrio judío se presenta como un apretado caserío popular que baja a beber hasta la orilla del río callejeando por un trazado de esencias puramente medievales. Nada más iniciar el recorrido por la calle Abajo, el Rincón de Don Benito, a la izquierda, trae ya el aroma comercial y artesano que caracterizó buena parte de la actividad de los judíos extremeños, y que en Hervás sigue conservándose a través del tiempo.

Además de la agricultura, con un acento especial en las viñas, Hervás incorporó en el siglo XVIII, con la fabrica de Juan López, una importante industria textil que perdurará hasta el XIV, para dejar paso después a la industria del mueble y a la recuperación de las artesanías, hoy uno de sus principales atractivos. En el número 11 de la calle Abajo, el zaguán de la oficina del ARI expone de manera permanente una serie de fotografías que muestran parte del secreto de la recuperación y puesta al día de la judería de Hervás en los años noventa del pasado siglo. Siempre con el leit-motiv del agua, el caño del Tío Julián se instala en la bifurcación entre la calle Abajo, que continúa hacia la izquierda, y la antigua calle del Hospital, hoy de la Amistad Judeo Cristiana, como reza la placa en español y en hebreo.

El sabor medieval aumenta al tomar el segundo tramo de la calle Abajo, donde comienza a mostrarse el espléndido catálogo arquitectónico de las casas populares. La primera callejuela que surge a la derecha se asoma a un pasadizo, donde la tradición sitúa una hipotética puerta judía. Merece la pena adentrarse unos pasos para admirar uno de los muchos rincones secretos de esta judería que une sus ramales principales por pasos estrechos, siempre al abrigo de los malos vientos, en invierno, y de los rigores del sol, en verano.

Calle de la Amistad Judeo-Cristiana

La calle de la Amistad Judeo-Cristiana

Calle de la Cuestecita

La calle de la Cuestecita, tradicional entrada al barrio judío

El rumor de la fuente marca una vez más el cruce de caminos con la empinada calle de la Cuestecilla, que sube de nuevo hacia las alturas por medio de una escalera. A izquierda y derecha, se han instalado nuevos alojamientos rurales sobre las antiguas casas de la zona, ofreciendo al viajero una estancia llena de tipismo y encanto en pleno barrio judío.

Calle del Vado

La calle del Vado

Trazando un giro de casi 180 grados a la derecha, el paseo fluvial se comunica con la calle del Vado. La segunda calle a la izquierda, muy estrecha y evocadora, es la conocida como callejón de los Cofrades o de la Cofradía, que conduce hasta la de la Amistad Judeo Cristiana. En todas partes a lo largo del recorrido, además de las fuentes llama la atención la presencia de unas pequeñas puertas de madera que se asoman a la fachada de algunas casas: se trata de un ingenioso sistema antiincendios, perfectamente integrado en el ambiente de la judería.

Convento de San Juan Bautista

El Convento de San Juan Bautista

Abandonando la judería por la calle del Convento, que marca otro de los límites del barrio judío, no es difícil encontrar diferentes testimonios contemporáneos de la simbología judía, como homenaje de un pueblo a una parte muy particular de su pasado.

La plaza del Convento es un espacio noble de casas de buena factura, presidido por el convento de los Padres Trinitarios, fundado en 1664 por doña María López burgalés, descendiente de conversos. La fachada de la iglesia es de mortero imitando a ladrillo rojo, y se relaciona con la de San Nicolás de Valladolid: el convento, que fue cárcel, ayuntamiento y escuela tras la Desamortización, alberga hoy una espléndida Hospedería de Turismo, tras un profundo trabajo de rehabilitación que ha permitido recuperar lo mejor de su arquitectura.

El barrio judío

La calle del moral

En Hervás no hay indicios históricos de ningún apartamiento de judíos en barrios separados de los cristianos. Tampoco se han registrado referencias que expresen conflictos interreligiosos vecinales en Hervás anterior a 1492. Los documentos nunca hablan de judería en Hervás, sino que hacen referencia a «los judíos de Hervás» que convivieron en medio de un clima de relativa tolerancia, sin enfrentamientos que justificaran apartamientos marginales, probablemente en torno a las calles de la Corredera y la Plaza, donde residieron los conversos en el siglo XVI. Pero también habría una calle judía, articulada en torno a la del Rabilero, donde se ubica tradicionalmente la sinagoga.

Aunque algunas fuentes cifran la llegada del contingente de origen hebreo a la población en el siglo XIII, la primera documentación oficial data de 1464, vinculando a los judíos con la familia Zúñiga, es decir, con el ducado de Béjar, al que perteneció Hervás desde 1369 hasta la concesión del privilegio de villazgo, en 1816.

Hay que pensar que en el siglo XV Hervás tenía algo más de doscientos vecinos, entre ellos cuarenta y cinco familias judías que, bajo el amparo del Duque, se habían refugiado aquí huyendo de las persecuciones de 1391. Los documentos nos hablan de familias como los Cohen, los Çalama, los Haben Haxiz o los Molho, y de su relevancia dentro de la comunidad quedó durante muchos años el dicho de:

En Hervás, judíos los más.

Tras el edicto de 1492, veinticinco familias salieron de Hervás hacia Portugal, quedándose el resto sujetos a la conversión forzosa al cristianismo; algunos de ellos regresaron como conversos, como lo hizo el rabí Samuel dos años después, para ingresar en la cofradía de San Gervasio, que permitió al colectivo judío seguir manteniendo su cohesión durante algún tiempo. Los casos de criptojudaísmo detectados en los años posteriores al decreto de expulsión y la persecución incesante de la Inquisición propiciaron que el fenómeno de los conversos tuviera en Hervás una relevancia que todavía se recuerda en el presente con la celebración anual de las jornadas dedicadas a los Conversos.

El libelo de la hostia consagrada

Las acusaciones de profanidad eucarística imputadas a los judíos españoles jamás habían existido y tampoco había existido el ultraje de la hostia consagrada por los conversos de Hervás.

Por un documento custodiado en el Archivo General de Simancas, tenemos noticias que el cristiano viejo Juan Sastre, vecino de Zarza de Granadilla, había robado la sagrada forma y la custodia de la iglesia de Aldeanueva del Camino, a finales de abril o principios de mayo de 1506. Con ocasión del delito, se había extendido por la población el rumor de que habían participado cristianos nuevos de Aldeanueva del Camino y de Hervás. El provisor de la diócesis de Plasencia había decretado la prisión de los presuntos culpables y la incautación de los bienes.

También andaba en boca de la gente que los conversos habían introducido la hostia consagrada en un caldero de agua hirviendo y entretanto la sometían a tormento sudaba milagrosamente un crucifijo que estaba pintado en el altar de la iglesia de Hervás. Intervino el tribunal de la Inquisición de Extremadura, cuya sede estaba provisionalmente en Plasencia. Juan Ruiz de Tripiana, provisor de la diócesis, fue uno de los jueces inquisidores del proceso.

Finalmente, el tribunal imputó la profanación de la eucaristía a Juan Sastre y a los conversos de Aldeanueva del Camino y Hervás, quienes murieron en la hoguera.

El hospital comunal

La casa que albergaba el Hospital comunal, en la calle del Vado

En la calle del Vado 2 y 4 se encontraba el hospital judío. Después del edicto de expulsión de 1492 fue administrado por la cofradía conversa.

Iglesia de Santa María de las Aguas Vivas

La iglesia de Santa María

La iglesia de Santa María de las Aguas Vivas tiene origen templario, y se sitúa sobre los restos de la atalaya de los antiguos celtas y romanos. Los templarios levantaron aquí, tras la reconquista de la comarca por el rey castellano Alfonso VIII en 1186, una primera ermita, estableciendo a su alrededor una fortaleza para proteger a los primeros repobladores llegados de lugares como Galicia, Ávila, Béjar o El Barco de Ávila. Sobre la antigua fortaleza, de la que se conservan parte de la torre y de la muralla, en el siglo XIII se levantó la actual iglesia, que define el perfil de la parte alta de la población.

La Bodega

En la planta baja de esta casa, junto al hospital, había dos bodegas hebreas

En el interior de la cofradía había un espacio reservado para la elaboración del vino cásher, vino purificado según los rituales que observa la Ley. Tenía su lagar, prensa de madera o "estrujón", pilones, cubas, una bodega y un zarzo destinado para granero y secadero de productos agrícolas.

La mayoría de las fincas rústicas abandonadas por los hebreos de Hervás en 1492 eran tierras de viñedos y estaban ubicadas en las mejores tierras de labranza, en ocasiones lindantes con la de un cristiano. De hecho, las viñas judías estaban diseminadas por los distintos pagos del pueblo.

La Casa de la Cofradía

La casa de la Cofradía en la actualidad, en la calle del Vado

En la Casa de la Cofradía se realizaban las asambleas comunales de la aljama de Hervás. En 1522 se creó la cofradía de Nuestra Señora de la Asunción, en la que se integraba el grueso del colectivo de los cristianos nuevos y la Casa de la Cofradía pasó a ser el domicilio de la cofradía conversa. Por eso se la conoce con el nombre de «casa de la cofradía» y al callejón que está a sus espaldas la calleja de los cofrades. Esta calle, junto a la Judeo-Cristiana y del Vado conforman la llamada corrala judía, el núcleo de la aljama.

En el interior de la cofradía había un espacio reservado para la elaboración del vino cásher, vino purificado según los rituales que observa la Ley. Tenía su lagar, prensa de madera o «estrujón», pilones, cubas, una bodega y un zarzo destinado para granero y secadero de productos agrícolas.

La Fuente Chiquita

La fuente Chiquita, junto al puente que cruza el Ambroz

La humilde fuente Chiquita, un caño que surge en el mismo suelo, muy cerca ya del río y junto al puente que atraviesa el Ambroz, es el escenario de "la Maruxa" o "la judía errante".

La leyenda de la «maruxa o la «judía errante»

La leyenda de "la Maruxa" o "la judía errante" narra el trágico amor entre una judía y un cristiano en la Hervás medieval.

Julián, joven de diecinueve e hijo de uno de los señores cristianos que viven en la parte alta del pueblo, cruza cada día a caballo el barrio de abajo para dirigirse a sus tierras de Romañazos. En la judería, el rabino Ismael, hombre soberbio, intransigente y con gran influencia, tiene una hija de dieciocho años: la bella Maruxa, cuya belleza y bondad ha transcendido los límites del propio barrio judío para convertirse en la ilusión de muchos jóvenes cristianos.

Julián es uno de ellos. Cambia su ruta siempre que puede para hacerse el encontradizo con la muchacha que acelera el paso ruborizada cada vez que él la saluda. Pero, pese a la prohibición, pasados los días, los encuentros se hacen cada vez más frecuentes, siempre en lugares solitarios. Julián y María se enamoran perdidamente el uno del otro.

La Plaza

La Plaza fue el foco comercial de Hervás hasta el siglo XVII y también el espacio donde vivieron los judeoconversos que regresaron dos años después del edicto de expulsión de 1492

El descenso desde la iglesia de Santa María por la calle Subida del Castillo supone una inmersión en el trazado medieval de la villa amurallada, pero también la constatación de una vía constante de comunicaciones entre las dos ciudades: la alta, donde estaban las casas de las clases mejor situadas, y la baja, en una parte de la cual se encuadra la judería. De nuevo una fuente, como muestra de esas «aguas vivas» que definen la riqueza y el propio sonido de Hervás, sitúa el límite de la judería en La Plaza, donde se recuerda un fragmento de los versos que escribió Miguel de Unamuno:

Hervás con sus castañares
recoletos en la falda
de la sierra, que hace espalda
de Castilla, tus telares,
reliquias de economía
medieval, que el siglo abroga,
y en un rincón sinagoga
en que la grey se reunía,
que hoy añora la verdura
de España, la que regara
con su lloro -de él no avara-
el Zaguán de Extremadura.

La antigua Sinagoga

Ubicación de la antigua sinagoga

La tradición emplaza la sinagoga en la calle Rabilero, 19. Orientada hacia Oriente, la sinagoga fue construida con los elementos rurales y siguiendo las normas de construcción popular con adobe y castaño.

En la primera planta había una amplia galería que sobresalía hacia el exterior de la calle. Estaba sostenida por cuatro fustes de madera que descansaban sobre unas basas de piedra formando un espacioso soportal en la entrada del edificio. Esta dependencia fue derruida en 1949 por su mal estado de conservación.

La puerta principal estaba en el lugar de la actual ventana enrejada con una segunda puerta que tampoco se ha conservado. Detrás de la sinagoga, había un extenso huerto que lindaba con la ribera del río Ambroz.

La sinagoga de Hervás y su Escuela Talmúdica fue un importante centro educativo y cultural en la comarca bajo la dirección del rabí Samuel. Se consideraba de las más importantes de la provincia, junto a la de Cáceres o Plasencia.

La sinagoga

La sinagoga (lugar de reunión, en griego) es el templo judío. Está orientada hacia Jerusalén, la Ciudad Santa, y en ella tienen lugar las ceremonias religiosas, la oración comunal, el estudio y el encuentro.

En las ceremonias se lee la Torá. El oficio está dirigido por los rabinos ayudados por el cohen o niño cantor. La sinagoga no es sólo casa de oración, sino también centro de instrucción, ya que en ellas suelen funcionar las escuelas talmúdicas.

Los hombres y las mujeres de época medieval, y también hoy en día, se sientan en zonas separadas.

En el interior de la sinagoga se encuentra:

  1. El Hejal, armario situado en el muro este, orientado hacia Jerusalén, en su interior se guarda el SeferTorá, los rollos de la Torá, la ley sagrada judía.
  2. El Ner Tamid, la llama perpetua siempre encendida ante el Hejal.
  3. La menorá, candelabro de siete brazos, signo habitual en el culto.
  4. La Bimá, lugar desde donde se lee la Torá.

Paseo junto a la orilla del Ambroz

El paseo junto al Ambroz

El paseo junto a la orilla del Ambroz, siguiendo una línea de viviendas que se asoman a la ribera, permite, de nuevo, analizar con detenimiento las calidades constructivas de las casas de la judería. La integración de este pequeño núcleo urbano en el entorno natural del río es absoluta. Sobre el olor dulzón de las higueras en verano, la presencia de la madera en diferentes elementos de las casas recuerda la cercanía de Hervás con el Monte Castañar Gallego, uno de los bosques de castaño más importantes de Europa. Al final del paseo una cuidada balconada de madera permite comprobar cómo la sucesión de las generaciones que han poblado estas casas ha permitido conservar intacta una buena parte de su encanto.

Las casas judías

Los judíos medievales utilizan materiales autóctonos para construir sus casas: piedra, madera de castaño y adobe, es decir, barro mezclado con paja secado al sol. Se trata de un entramado de madera relleno de adobe y protegido por tejas árabes que sigue la arquitectura popular característica de la zona Norte de la provincia de Cáceres.

La parte inferior de la casa se construye de mampostería de piedra o de sillarejo que a veces aprovecha como cimientos la misma roca madre.

Una característica de contacto entre esta peculiar forma de construir con la zona castellana es la protección de las medianerías mediante canales de tejas en vertical que otras veces se soluciona mediante tablazón horizontal: una forma segura de proteger la vivienda de las abundantes lluvias de la zona, y más teniendo en cuenta la fragilidad de los materiales empleados.

Sobre el basamento de la casa se levantaban el piso principal y el sobrado o desván, donde aparece el adobe (a veces ladrillo; barro cocido en horno) y el entramado de madera de castaño.

Listones paralelos se unen a otros en disposición oblicua para dar mayor consistencia y estabilidad al frágil armazón que sustentará los ladrillos de adobe.

La estructura interna de la vivienda judía se corresponde con las tareas agrícolas propias de la familia. La planta se dividía entre el patio o zaguán, bodega y cuadra; en el primer piso aparecían las dependencias nobles en las que habitaba la familia; por último, el sobrado hacía de granero y en ocasiones de despensa. La cocina podía también encontrarse allí.

Plaza de la Corredera

La plaza de la Corredera

La céntrica plaza de la Corredera, con su fuente y sus soportales, es un excelente punto de encuentro en el corazón de Hervás para iniciar la visita, muy cerca de la oficina de información turística, en la peatonal calle de Braulio Navas. La Subida del Consistorio conduce hasta la iglesia de Santa María, donde es posible obtener una buena perspectiva del espacio que ocupa la judería en el conjunto. Desde el alto mirador de la iglesia, Hervás se identifica instalada en un bello paisaje de la espalda de Gredos, junto a la Vía de la Plata de los romanos y bajo la custodia del pico Pinajarro. Su marcado carácter extremeño resulta tan innegable como su pertenencia paisajística al viejo reino de León.

Puente de la Fuente Chiquita

El puente de la Fuente Chiquita con Hervás al fondo

La calle de Abajo desemboca en el puente que salva el Ambroz. En el machón del puente de la Fuente Chiquita, formado por una lápida funeraria de 1395, pasar la mano por el rebaje pulido de la piedra es participar de la intrahistoria de miles de hortelanos que afilaron aquí sus hoces o sus cuchillos a lo largo de los siglos. También es ocasión para recordar el canto del poeta y folclorista Emilio González de Hervás que dice:

¡Encanto de viejos siglos
con sabores sefarditas!
¡Cofradía aceiturnera!
¡Sinagoga rabilera!
¡Graciosa Fuente Chiquita!
Y como piedra preciosa,
engarzada airosamente,
ese monolito rosa
llamado Machón del Puente.

Casi rozando las ramas del sauce, que llora sobre el río quizás recordando la desgracia legendaria de la Maruxa, la judía errante, el itinerario cruza al otro lado del cauce para llegar, a la derecha, hasta un espacio desde el que se ofrece una magnífica panorámica de la judería, con el conjunto de sus casas distribuidas porla ribera. Y en lo alto, vigilándolo todo, la torre de Santa María.

Desde esta orilla del Ambroz es fácil imaginar la vida cotidiana de los judíos hervasenses cerca del río. Aunque algunas fuentes cifran la llegada del contingente de origen hebreo a la población en el siglo XIII, la primera documentación oficial data de 1464, vinculando a los judíos con la familia Zúñiga, es decir, con el ducado de Béjar, al que perteneció Hervás desde 1369 hasta la concesión del privilegio de villazgo, en 1816.

Hay que pensar que en el siglo XV Hervás tenía algo más de doscientos vecinos, entre ellos cuarenta y cinco familias judías que, bajo el amparo del Duque, se habían refugiado aquí huyendo de las persecuciones de 1391. Los documentos nos hablan de familias como los Cohen, los Çalama, los Haben Haxiz o los Molho, y de su relevancia dentro de la comunidad quedó durante muchos años el dicho de en Hervás, judíos los más.

Tras el edicto de 1492, veinticinco familias salieron de Hervás hacia Portugal, quedándose el resto sujetos a la conversión forzosa al cristianismo; algunos de ellos regresaron, como lo hizo el rabí Samuel dos años después, para ingresar en la cofradía de San Gervasio, que permitió al colectivo judío seguir manteniendo su cohesión durante algún tiempo. Los casos de criptojudaísmo detectados en los años posteriores al decreto de expulsión y la persecución incesante de la Inquisición propiciaron que el fenómeno de los conversos tuviera en Hervás una relevancia que todavía se recuerda en el presente con la celebración anual de las jornadas dedicadas a los Conversos.

Glosario