El seguimiento detenido de las huellas de los judíos de Jaén, que poblaron este lugar durante casi doce siglos, permite al viajero de nuestro tiempo adentrarse en el meollo de la ciudad, hasta el corazón secreto en el que nacen las leyendas más reveladoras de su espíritu profundo. Fuera de los límites estrictos de la judería tradicional, el friso gótico de la catedral, los baños árabes de Villardompardo o el antiguo convento de los dominicos, donde tuvo su sede la Inquisición, permiten completar el panorama de un Jaén judío que perduró prácticamente hasta el siglo XVIII, largo tiempo después de la expulsión de los hebreos andaluces en 1483.

Aunque los primeros documentos conservados se remontan hasta la época visigótica, al año 612, cuando el rey Sisebuto prohibió por ley a los judíos de Jaén tener esclavos cristianos, la presencia de judíos en la ciudad, parece más que probable que el colectivo hebreo llegara mucho antes. Seguramente, las primeras comunidades judías se establecieron en Jaén en época romana, por lo que la comunidad judía que habitaba Jaén ya era importante en el siglo VII.

La derrota de los visigodos y la llegada de los musulmanes supuso una liberación para los judíos de la ciudad. No es improbable que ayudaran a los nuevos amos de la situación y la comunidad judía prosperara durante la época inicial de dominación islámica, en el siglo VIII. Se sabe que en el siglo IX, Jaén contaba con una sinagoga y junto a ella una yeshivá o centro donde se impartían estudios sobre la Torá y el Talmud.El geógrafo Abd al-Nūr Al-Himyari afirma que a finales del siglo IX existían en Jaén cuatro hammam o baños musulmanes alimentados con el agua procedente del Raudal de la Magdalena, uno de los cuales era el Hammam Ibn Ishaq, el Baño de Ben Isaac, de clara connotación judía. Este baño podría haber sido propiedad de Isaac Ben Saprut, padre del afamado médico y diplomático jienense Hasday Ben Saprut.Desde el año 2002 se vienen realizando excavaciones arqueológicas dentro del entramado urbanístico de la judería y en ellas, en el solar existente entre las calles Martínez Molina al Sur, Santa Clara al Norte, calle San Andrés al Oeste y calle Los Caños y Murcia al Este, se ha dejado al descubierto una estructura que podría identificarse con un baño que tal vez pueda ser el de Ibn Isaac. El estudio continúa hoy abierto.

Hacia el año 910 ó 915 nace en Jaén Hasday Ben Saprut, mano derecha de los califas Abderramán III y Al-Hakem II. Ben Shaprut introdujo en Al-Ándalus las escuelas judías de Siria y Babilonia y mantuvo una estrecha relación con el reino judío de los jázaros. Como médico, redescubrió la fórmula para la elaboración de la triaca, un antídoto para el veneno, y consiguió curar al rey Sancho el Craso de Navarra de su obesidad. Tradujo del latín al árabe el importante tratado de plantas medicinales de Dioscórides. Creó una magnífica biblioteca y se convirtió en mecenas de poetas y filósofos. Hasday Ben Saprut llevó a su más alta cima la cultura hispano-hebrea.

En el siglo XI, tras la disgregación del Califato de Córdoba y la siguiente disgregación de Al-Ándalus en Reinos de Taifas, Jaén pasó a formar parte del reino zirí de Granada. De este momento se sabe que en el año 1066 el gobernador de Jaén Musakhan permitió a Maksan, hijo del rey de Granada hacerse con las riquezas de los judíos de la ciudad tras una revuelta. En ese momento, la comunidad estaba regida por Rabí Isaac, amigo de Isaac Al-Fasi, que vio como la tolerancia musulmana se acababa de repente con la llegada de los almorávides. Los almorávides, llamados en auxilio de Al Ándalus por el rey de la Taifa de Sevilla, Al Mutamid, tras la conquista de Toledo, eran un pueblo del norte de África que predicaba el cumplimiento ortodoxo de la doctrina del Islam. Al mando de Yusuf ibn Tasufin, se fueron apoderando de los reinos de Taifa desde 1090, imponiendo un continuo saqueo de las ciudades. La conquista almorávide obligó a los judíos a exiliarse a los reinos cristianos del norte de España. Aunque una parte considerable de la población judía intentó permanecer en Al-Ándalus, la siguiente oleada de intolerancia, la almohade, dio el golpe de gracia a su presencia en tierras musulmanas.La invasión almohade arrasó la judería. Yacub ben Yusuf promulgó pena de muerte para todo el que no practicara la religión islámica y esto hizo inevitable la emigración y la completo abandono de la judería. Así ocurrió en la judería de Jaén, que sólo volvió a restablecerse ya en época cristiana, tras la conquista de la ciudad por el rey Fernando III en 1246.

No hay hasta el momento datos precisos que nos indiquen la ubicación exacta de la judería de Jaén en época musulmana. Durante la intolerancia almohade, que obliga a los judíos a abandonar Al-Ándalus y refugiarse en los territorios cristianos del norte de España, las aljamas quedaron vacías. Cuando los judíos regresan a Jaén con Fernando III, rey tolerante con los judíos, es posible que se establecieran en la antigua judería que dejaron al marcharse en vez de crear una nueva en un lugar distinto, tal y como ocurrió en otras ciudades de España. Actualmente los investigadores se inclinan a pensar que sí ocuparon el mismo espacio ya habitado con anterioridad.

Durante la Edad Media cristiana, entre la conquista de Jaén en 1246 y mediados del siglo XIV en que comienzan las grandes conversiones entre los judíos, el barrio que éstos habitaban parece ser el comprendido entre los actuales edificios del Convento de Santa Clara y la Iglesia de San Andrés. Los límites exactos de la antigua judería son aún hoy objeto de discusión. De lo que no parece haber duda es de que la actual calle de Santa Cruz era su vía principal. En ella, y a las espaldas del Monasterio de Santa Clara, se encontraba la sinagoga. El barrio quedaba conformado por un laberinto de calles estrechas que dispondrían de dos o tres salidas a las vías principales de la ciudad y que, por las noches, permanecían cerradas para evitar asaltos.

La presencia judía tras la reconquista fue muy temprana, como lo muestra el número de documentos pontificios referidos a la obligación de los judíos a pagar el diezmo. A finales del siglo XIII, la nueva judería de Jaén pagaba 25.000 maravedíes en concepto de diezmos a la Iglesia, prácticamente la misma que pagaba la judería de Córdoba, lo que pone de manifiesto la importancia de la de Jaén. También, en esa época, se pedía a los judíos de Jaén enviar un representante para que negociara con la Corona el monto del pago de su judería, en un momento en el que la comunidad se acercaba a los 1.500 habitantes.

Hasta mediados del siglo XIII, con Alfonso X el Sabio, los judíos jienenses vivieron una nueva etapa floreciente en sus trabajos de artesanos, mercaderes, médicos, cambistas y recaudadores de las rentas reales. A este último oficio se dedicaron, por ejemplo, Abraham Secuto, Yuçaf de Castro, Abraham ibn Aladep, Çaq de Castro y Samuel ibn Aladep. En Las siete partidas de Alfonso X señalan aspectos específicos de la convivencia de judíos y cristianos. La judería de Jaén disfrutó de esa convivencia, y de acuerdo con las normas legales, se definió un espacio y una autonomía similar a la que se daba en Castilla a las juderías, donde un tribunal propio resolvía conflictos y desavenencias entre judíos e incluso se hacía la recaudación de los impuestos para el rey.

Pero en la segunda mitad del siglo XIV se iniciará una época de persecuciones contra los judíos que culminará con su definitiva expulsión por los Reyes Católicos. En 1368, durante la guerra entre Enrique II, al que la ciudad de Jaén era fiel, y su hermano Pedro I, conocido por su papel protector de los judíos, las tropas nazaríes de Granada, fieles a Pedro I, entraron en la ciudad de Jaén y se llevaron prisioneros hasta 300 padres de familia de la comunidad judía a Granada, según escribió Samuel Zarza, en su libro Fuente de Vida:

Jaén fue tomada por la fuerza y mataron a un número de hombres. Mas en los judíos ordenó el rey don Pedro que no pusieran la mano porque no tenían culpa. Pero que si querían cautivarlos, los cautivasen. Entonces llevaron prisioneros al reino de Granada hasta trescientos padres de familia que vivían en Jaén.
La cifra de 300 padres de familia equivale a unas 1.500 personas, número ciertamente elevado, lo que colocaría a Jaén dentro de las másimportantes en la España bajomedieval.

Durante la segunda mitad del siglo XIV, en parte a causa de las predicaciones del Arcediano de Écija, Ferrand Martínez, se desarrollaron la mayor parte de conversiones forzosas de los judíos y éstos tuvieron que transformar su sinagoga en la parroquia de Santa Cruz en 1391, formándose así con el tiempo la nueva colación o barrio de Santa Cruz. A partir de entonces, la población conversa habitó no sólo el espacio de la antigua aljama sino que se dispersó por los barrios de San Pedro, San Andrés, San Juan o San Ildefonso.

En 1473, el Condestable Miguel Lucas de Iranzo, gobernador de la ciudad de Jaén y protector de judíos y conversos, fue asesinado mientras rezaba en la Catedral. Una vez asesinado el condestable, la muchedumbre enfurecida fue en busca de Juan López de Marruecos, el converso alcaide de la fortaleza de Torredelcampo, para darle muerte junto con su familia. A continuación, el pueblo enfurecido se lanzó contra los conversos, convencido de que seguían siendo judíos. Así, Juan de Mariana dice en su Historia General de España:

Esto fue a causa de que el odio y la envidia de la muchedumbre se revolviese contra él de tal guisa, que con cierta conjuración que hicieron un día le mataron en una iglesia en que oía misa. La rabia y furia fue tan arrebatada y tal el sobresalto, que apenas dieron lugar para que Doña Teresa de Torres, su mujer, y sus hijos, se recogiesen en el Alcázar. Como el Condestable pusiese las rodillas para facer oración, uno del pueblo, que más cera dél se falló, le dio tan grande golpe con una ballesta de acero en la cabeza, que dio en él en el suelo, e todos los que cerca dél estaban lo firieron con lanzas e espadas de tal manera que no quedó en él señal de persona humana, e luego todos juntos fueron a robar e matar los conversos.

En 1483, los Reyes Católicos establecieron en Jaén el tercer tribunal de la Inquisición, tras los de Sevilla y Córdoba. Este dato demuestra el alto número de conversos que había en Jaén en ese momento, por encima de muchas otras ciudades. Los primeros inquisidores se alojaron en una casa que el Condestable Iranzo poseía dentro de la misma judería. Más tarde, el tribunal de la Inquisición se ubicó en el Convento de Santa Catalina Mártir (Convento de los Dominicos, hoy, Archivo Histórico Provincial) donde permaneció hasta el año de 1526. La Diócesis de Jaén contó durante la Edad Media con dos grandes obispos que ostentaron el cargo de Inquisidores Generales. El primero fue don Diego Deza, hombre de confianza de los Reyes Católicos y tutor de su hijo, el Príncipe Juan. Gran defensor de la aventura de Colón en América, influyó mucho en la Reina Isabel para que le apoyara en su viaje. Este obispo dirigió la diócesis jiennense desde 1497 hasta 1500, fecha en que fue trasladado a Sevilla, donde murió y está enterrado. El otro gran Inquisidor fue su sucesor, don Alonso Suárez de la Fuente del Sauz, quien consiguió impedir durante su episcopado el traslado del Tribunal de Jaén a Granada. Ocupó la cátedra de Jaén desde 1500 hasta 1520. Este obispo está enterrado en la Capilla Mayor o del Santo Rostro de la Catedral.

Finalmente, el Edicto de Expulsión firmado por los Reyes Católicos en 1492 supuso el gran destierro de los sefardíes, que se establecieron en Marruecos, Portugal, Italia, Grecia, Turquía o los Balcanes.

Antigua Sinagoga. Capilla de San Andrés

La capilla de San Andrés

Todo en la Santa Capilla de San Andrés recuerda la antigua sinagoga que aquí estuvo antes de convertirse en iglesia cristiana: desde la estrella de David triunfante hasta la propia estructura del templo, con sus magníficos arcos que recuerdan a las mezquitas musulmanas, y su patio de acceso, con entrada por la calle del Rostro. La preciosista reja que cierra la Santa Capilla, obra del maestro Bartolomé, es uno de los elementos más relevantes de esta pequeña joya que se sitúa en el centro del barrio judío, en mitad de la cuesta que lleva desde la ciudad baja hasta la alta, siguiendo la orografía del terreno.

La adscripción judía de la capilla, no obstante, sigue siendo discutida. Luis Coronas y Vicente Salvatierra argumentan en contra del origen de la capilla en una sinagoga original. Como prueba aportan la existencia de la Iglesia de San Andrés ya en el año 1311, momento en que los reyes cristianos aún se mostraban tolerantes con los judíos por lo que no es probable que les arrebataran su sinagoga para la construcción de un nuevo templo cristiano, así como la posición de entrada de la iglesia, fuera de los límites de la judería.

A favor de la hipótesis de la sinagoga original, se ha aportado, entre otras consideraciones, que:

  1. La entrada principal es mucho más sencilla que el resto de iglesias históricas de la ciudad (las sinagogas presentan accesos muy sencillos)

  2. La puerta de entrada no queda frente al altar mayor (las sinagogas nunca tenían la puerta de entrada frente a la orientación del templo para que al salir de la misma no se diera nunca la espalda a la Torá)

  3. La orientación del templo hacia el este; el pavimento interior del templo a un nivel inferior al de la calle (las sinagogas solían situarse por debajo del resto de templos cristianos)

  4. La similitud artística de la planta del templo con las iglesias de Santa María la Blanca, de Toledo, y la Iglesia del Corpus Christi de Segovia, ambas inicialmente sinagogas

  5. La presencia de un patio que recordaría los patios de acceso de las sinagogas

Gutierre González Doncel

El busto del venerable Gutierre González Doncel preside el patio que une el oratorio con el resto de las dependencias de la Santa Capilla de San Andrés, hoy utilizadas por la cofradía de la Limpia Concepción de Nuestra Señora, popularmente conocida como de la Santa Capilla.

Nacido en Jaén hacia 1469, don Gutierre fue protonotario apostólico y tesorero del papa León X, y murió a manos de los soldados de Carlos V durante el asalto imperial a Roma en 1527. Antes de eso, en el año 1515 dejó todos sus bienes a la diócesis jiennense para levantar la capilla de San Andrés y la fundación que hoy en día se sigue manteniendo de acuerdo con los mismos tres principios fundacionales: benéficos, de vestir pobres y dotar a doncellas para su casamiento; docentes, de mantener escuelas gratuitas, y piadosos, de continuar con el culto.

Antigua sinagoga de Santa Cruz

Fachada trasera del Real Monasterio de Santa Clara. En primer término el muro de la antigua sinagoga de Santa Cruz

En el Real Monasterio de Santa Clara de Jaén, la fachada trasera que da a la calle de Santa Cruz presenta un pequeño trozo de muro que sobresale del resto y que muestra un corte muy irregular. Éste muro ha sido identificado como el único vestigio actual de la antigua Parroquia de Santa Cruz y anterior sinagoga en tiempos medievales.

La existencia de esta sinagoga queda demostrada gracias a un documento de 1413 emitido por el Cardenal de Montearagón, referido a un pleito de las monjas de Santa Clara con la nueva iglesia de Santa Cruz que se señala como antigua sinagoga y de la que se indica que estaba situada al otro lado del refectorio del convento.

Tras el asalto de 1391, que en Andalucía tuvo características especialmente violentas, está documentada la transformación de esta sinagoga en la nueva parroquia de Santa Cruz, en la que el culto se celebraba únicamente cada tres meses, como muestra del alejamiento de los nuevos conversos del ritmo general de la sociedad cristiana.

La sinagoga

La sinagoga (lugar de reunión, en griego) es el templo judío. Está orientada hacia Jerusalén, la Ciudad Santa, y en ella tienen lugar las ceremonias religiosas, la oración comunal, el estudio y el encuentro.

En las ceremonias se lee la Torá. El oficio está dirigido por los rabinos ayudados por el cohen o niño cantor. La sinagoga no es sólo casa de oración, sino también centro de instrucción, ya que en ellas suelen funcionar las escuelas talmúdicas.

Los hombres y las mujeres de época medieval, y también hoy en día, se sientan en zonas separadas.

En el interior de la sinagoga se encuentra:

  1. El Hejal, armario situado en el muro este, orientado hacia Jerusalén, en su interior se guarda el SeferTorá, los rollos de la Torá, la ley sagrada judía.
  2. El Ner Tamid, la llama perpetua siempre encendida ante el Hejal.
  3. La menorá, candelabro de siete brazos, signo habitual en el culto.
  4. La Bimá, lugar desde donde se lee la Torá.

Arco de San Lorenzo

El arco de San Lorenzo

En la calle Madre de Dios se encuentra el arco de San Lorenzo, perteneciente a la antigua parroquia donde fue famosa la existencia de la tabla que representaba al Cristo de las Injurias, o de la Tarima. Monumento nacional, el Arco de San Lorenzo guarda en su interior una bella capilla adornada con azulejos y yeserías moriscos; aquí se veló el cadáver del rey Fernando IV el Emplazado en 1312, y en 1555 fue bautizado Maximiliano de Austria, primo del emperador Carlos V.

El Cristo de la Tarima o de las Injurias

La leyenda del Cristo de la Tarima cuenta cómo un hombre llevaba una gallina a su casa y al pasar por la calle Maestra, ésta se le escapó y se metió debajo de la tarima de entrada de un pequeño negocio. El hombre rogó al dueño del establecimiento que levantara la tarima para poder recuperar su animal, a lo que el tendero se negó rotundamente. Al instante, una multitud ingente se arremolinó en la calle para convencer al dueño de la tienda a que lo hiciera.

Al levantar la tarima, vieron que debajo había pintado un crucifijo para que todo el que entrara lo pisara y profanara. Si bien en la leyenda nunca se especifica si el dueño de la tienda era un converso o no, la tradición lo ha identificado como tal.

Otra versión de la misma leyenda narra que fueron dos niños que jugaban en la calle quienes escucharon unos fuertes lamentos bajo la tarima y alertaron enseguida al resto del vecindario.

Se dice que este Cristo se veneró durante mucho tiempo en la desaparecida Parroquia de San Lorenzo y que, cuando ésta se cerró al culto en el siglo XIX, el cuadro se trasladó a la vecina Parroquia de La Merced. Actualmente, de la imagen sólo queda el recuerdo de la leyenda.

Baños árabes del palacio de Villardompardo

Palacio de Villardompardo

Conocida también ésta como plaza del Pato, por el cisne que adorna la fuente que aquí se ubica, en ella se levanta el espléndido palacio de Villardompardo, que guarda en sus bajos uno de los mayores tesoros de Jaén: sus maravillosos baños árabes del siglo XI.

El palacio, que perteneció a don Fernando Torres de Portugal, virrey del Perú y conde de Villardompardo, es un colosal edificio renacentista que simboliza la posición de Jaén en la conquista de América y, actualmente, un amplio complejo cultural que incluye, además de los baños y las dependencias del propio palacio, el Museo de Artes y Costumbres Populares y el Museo Internacional de Arte Naïf.

La recuperación de los baños árabes, que mereció el premio Europa Nostra de restauración en 1984, permitió descubrir las dependencias de los antiguos baños de Alí que junto con los mencionados del Naranjo y de Ibn Ishaq, formaban parte de un grupo de cuatro que menciona en sus crónicas Al-Himyari, todos ellos dependientes del caudal de la fuente de la Magdalena. Los baños de Alí, que llevan el nombre del rey musulmán que los mandó construir en el siglo XI, funcionaron como tales hasta 1246, cuando Fernando III el Santo conquistó la ciudad para los cristianos. A partir de ese momento, sus estancias fueron utilizadas para curtir y teñir pieles hasta que a finales del siglo XVI el virrey don Fernando los mandó rellenar de tierra y escombro para levantar sobre ellos su palacio.

Los baños fueron redescubiertos en parte por Enrique Romero de Torres, quien en 1913 estaba empeñado en la tarea de elaborar el catálogo monumental de Jaén.

En la visita a los baños se pueden ir recorriendo los distintos espacios que los componían: el vestíbulo, formado por una gran sala de 14 metros de largo cubierta por una bóveda con 18 lucernas en forma de estrella, la sala templada, de planta cuadrada, y la sala caliente, de casi 16 metros de largo, situada junto a las calderas y cubierta de la misma manera por estrellas, permitiendo que la luz del sol formara un ambiente lleno de magia en el interior de los baños, que fueron utilizados tanto por musulmanes como por judíos y cristianos, por hombres y por mujeres en horas alternas. Todo un alarde de sabiduría y buena vida.

Calle de Santa Cruz

La calle Santa Cruz

La calle de Santa Cruz, que parte de la misma plaza de los Huérfanos, se introduce en el corazón del barrio judío, llevando a su izquierda la línea pétrea de los muros del convento de las clarisas. La travesía de Santa Cruz conduce hasta un pequeño dédalo de estrechas callejuelas que constituye el núcleo más íntimo de la judería, en un espacio actualmente degradado, en fase de recuperación. En esta calle debió de estar una de las sinagogas de Jaén, que algunos autores relacionan también con el convento de Santa Clara.

Callejón del Gato

El callejón del Gato

A través de Callejón del Gato nos dirigimos a un conjunto de calles que sólo cuentan con tres salidas al exterior, como suele suceder en las juderías de las ciudades hispano-musulmanas. Esta zona se encuentra en proceso de estudio y recuperación, debido a su estructura como una manzana independiente y apartada del resto del conjunto urbano.

Esta configuración urbanística era la utilizada por los judíos españoles como medida de protección ante los posibles ataques de sus enemigos.

Casa de Ibn Shaprut

Estrella de Salomón en la antigua casa de Hasday ibn Shaprut

El recorrido tras las huellas de los judíos de Jaén termina en la plaza de la Magdalena, uno de los espacios más añejos y representativos del espíritu de la ciudad vieja, donde se levanta la iglesia que le da nombre, que conserva los restos del antiguo patio de abluciones de la mezquita que fue anteriormente, y donde se localiza el raudal de la Magdalena, una caudalosa fuente de datación muy antigua donde la leyenda sitúa la morada del legendario Lagarto, una enorme sierpe que tuvo atemorizado al pueblo de Jaén hasta que un valiente pastor, valiéndose de una argucia, la hizo estallar en mil pedazos al conseguir que ingiriera una sustancia explosiva, dando origen al popular dicho jaenés de así revientes como el Lagarto de la Magdalena.

Es ésta, al parecer, la misma casa que otra tradición asocia a la Casa de las Almenas o del Rincón, llamada así por obtener su propietario el privilegio de tener agua y almenas por haber refugiado en ella durante una noche al mismísimo rey Pedro I, enemigo de la ciudad de Jaén durante la guerra con su hermano Enrique II, y protector de los judíos.

Una sorprendente estrella de David sirve para localizar en el número 6 de la plaza, frente los soportales que señalan la antigua casa de Hasday ibn Shaprut o casa del Cadí, el inmueble en el que nació el hombre de confianza del califa Abderramán III, y uno de los principales forjadores de la edad de oro de la cultura judía andalusí en el siglo X.

La casa perteneció a Isaac, padre de Hasday Abú Yusuf ben Yitzhak ben Ezrá ibn Shaprut, que así se llamaba el gran diplomático judío andalusí que nació en Jaén hacia el año 910 y que desarrolló su carrera, de proyección internacional, en Córdoba.

Hasday ibn Shaprut

Hasday ibn Shaprut fue uno de los personajes más singulares de la corte de Abderramán III, médico y hombre de confianza del califa, nacido en Jaén en el 910 y nombrado por él nasir o jefe de las comunidades judías de Al-Ándalus, cargo que compatibilizó con otros como el de ministro o jefe de protocolo. Diplomático, escritor, hombre de gran fortuna y verdadero mecenas de poetas, filósofos, gramáticos y científicos, Ibn Shaprut actuó como un verdadero ministro de asuntos exteriores del califato y fue uno de los grandes impulsores de la época dorada de la cultura judía andalusí. Murió en Córdoba alrededor de 975.

Catedral

Fachada principal de la catedral

La plaza de Santa María ha sido, durante siglos, el centro de la vida pública de Jaén, además de un lugar marcado por la extraordinaria presencia de la catedral renacentista de la ciudad, uno de los ejemplos más deslumbrantes de este estilo arquitectónico en España, nacido del genio creador del arquitecto Andrés de Vandelvira. Aquí, donde también se levanta el Palacio Episcopal y donde tuvieron lugar numerosos autos de fe celebrados por el Santo Tribunal, con el protagonismo de inquisidores como Diego de Deza y Alonso Suárez, comienza el recorrido por el itinerario judío de Jaén, que discurre a las faldas del cerro sobre el que se levanta el castillo de Santa Catalina, uno de los emblemas históricos de la ciudad.

Además de la espectacular fachada principal, con sus torres gemelas, en el interior destacan la amplitud de las naves, la esbelta cúpula del crucero, el balcón central, donde se mostraba la reliquia de la Santa Faz (a cuya custodia está dedicado todo el templo), el coro, la capilla de San Pedro de Osma o las galerías altas, que permiten recorrer toda la catedral por el segundo piso, así como los tesoros que se guardan en el museo.

La catedral de Jaén, a pesar de haber contado entre sus administradores con numerosos conversos, fue celebre en el siglo XVI por haber surgido de su Cabildo la primera redacción de los Estatutos de Limpieza de Sangre.

El problema converso

La convivencia entre cristianos y judíos estaba muy deteriorada desde mediados del siglo XIV y la hostilidad de los cristianos viejos contra los conversos había derivado en persecuciones violentas, algunas en vísperas de subir Isabel al trono castellano.

El problema de los judíos conversos era tanto social y como religioso. La posibilidad que tenían los cristianos nuevos de acceder a los puestos de mando en las oligarquías urbanas suscitó el recelo de las masas populares de las ciudades. Además, se extendía la idea de que los conversos seguían en buena medida fieles a la tradición judaica: Todas las acciones repulsivas sucedidas en la época (incluidos asesinatos rituales) eran achacadas, en la mentalidad popular, a los judaizantes.

En este contexto, los Reyes Católicos pensaron en la posibilidad de arbitrar un procedimiento para perseguir a los falsos conversos. Ese procedimiento fue la Inquisición, tribunal que ya había existido en Europa en la Edad Media. Quizás intervinieron en la decisión algunos conversos, rabiosamente hostiles a sus antiguos correligionarios como Tomás de Torquemada, primer inquisidor general de Castilla. Lo que es un hecho es que los Reyes Católicos acabaron con la tradicional tolerancia practicada en los reinos hispánicos hasta su reinado.

Convento de Santo Domingo

Convento de Santo Domingo

La calle de Santo Domingo continúa el trazado de la vía principal, iniciada en la calle Maestra y seguida por la de Martínez Molina. En su flanco derecho se levanta el antiguo convento de Santo Domingo, un edificio cargado de historia cuyo primer antecedente fue un viejo palacio musulmán que el rey castellano Juan I cedió a los dominicos en 1382, y que fue sede de la Universidad de Santa Catalina, hospicio y dependencias del tribunal de la Santa Inquisición de Jaén, el tercero en constituirse en España, después de los de Córdoba y Sevilla. En el edificio destacan, sobre todo, las magníficas proporciones del claustro, que lleva también el seño de Andrés de Vandelvira.

Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición

Creado por los Reyes Católicos en 1478 y dependiente directamente de la Corona, el Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición veló por la ortodoxia católica en sus reinos y funcionó en España hasta su abolición definitiva en 1834, durante el reinado de Isabel II.

La Inquisición, como tribunal eclesiástico, sólo tenía competencia sobre cristianos bautizados. Durante la mayor parte de su historia, sin embargo, al no existir en España ni en sus territorios dependientes libertad de cultos, su jurisdicción se extendió a la práctica totalidad de los súbditos del rey de España.

La Inquisición fue creada por medio de la bula papal Ad abolendam, emitida en 1184 por el papa Lucio III tras el sínodo de Verona como un instrumento para combatir la herejía albigense en el sur de Francia. Además de en Francia y España, existieron tribunales de la Inquisición pontificia en varios reinos cristianos europeos durante la Edad Media.En la Corona de Aragón operó un tribunal de la Inquisición pontificia establecido por dictamen de los estatutos Excommunicamus del papa Gregorio IX en 1232 durante la época de la herejía albigense; su principal representante fue Raimundo de Peñafort. Con el tiempo, su importancia se fue diluyendo, y a mediados del siglo XV era una institución casi olvidada, aunque legalmente vigente.

No hay unanimidad acerca de los motivos por los que los Reyes Católicos decidieron introducir en España la maquinaria inquisitorial. Los investigadores han planteado varias posibles razones:

  • Establecer la unidad religiosa. Puesto que el objetivo de los Reyes Católicos era la creación de una maquinaria estatal eficiente, una de sus prioridades era lograr la unidad religiosa. Además, la Inquisición permitía a la monarquía intervenir activamente en asuntos religiosos, sin la intermediación del Papa.

  • Debilitar a la oposición política local a los Reyes Católicos. Ciertamente, muchos de los que en la Corona de Aragón se resistieron a la implantación de la Inquisición lo hicieron invocando los fueros propios.

  • Acabar con la poderosa minoría judeoconversa. En el reino de Aragón fueron procesados miembros de familias influyentes, como Santa Fe, Santángel, Caballería y Sánchez. Esto se contradice, sin embargo, con el hecho de que el propio Fernando continuase contando en su administración con numerosos conversos.

Cristo del Amparo

Hornacina del Cristo del Amparo, en la calle Maestra

En la plaza de Santa María nace la calle Maestra, una de las más céntricas de la capital, en cuyos primeros metros se encuentra la hornacina que cobija al Cristo del Amparo, cuya imagen se apareció, según la leyenda, cuando un grupo de judíos trató de profanar una procesión de discurría por aquí hacia la catedral.

Tradición popular aparte, lo cierto es que en esta calle, que fue durante siglos el eje comercial de Jaén, tuvieron sus comercios numerosos judíos en la Edad Media. Muy cerca de este punto, también en el tramo de la derecha, se encuentra la calle Arco del Consuelo, donde todavía sirven vinos y buenas viandas algunas de las tascas más añejas de Jaén.

El Cristo del Amparo

Cuentan que en una ocasión, el Condestable Iranzo abría una procesión que se dirigía desde la calle Maestra hacia la Catedral cuando un converso se le acercó para profanar la gran cruz que don Miguel Lucas portaba en sus manos. El condestable respondió a este acto con una fuerte bofetada y a continuación muchos otros judíos se abalanzaron sobre él. El Condestable invocó entonces al Señor y, al instante, una gran luz cegadora se proyectó sobre el muro en que se encuentra hoy la hornacina, dejando ver una imagen de Cristo. Al momento, el grupo de judíos se arrodillaron ante ella y se convirtieron definitivamente.

Estrella de David en la calle del Rostro

Estrella de David en la Calle del Rostro

En la calle del Rostro, en el número 12, una moderna estrella de David señala la casa, de resonancias judaicas, de un artista local comprometido con la protección y divulgación de la judería de Jaén.

Fonsario de los judíos

Fuente del Arrabalejo, junto a la calle de la Puerta del Sol, donde se encontraba el cementerio judío

La tradición sitúa el fonsario o cementerio de los judíos en el lugar que a finales del siglo XV se denominaba Barranco de los judíos o Muladar de los judíos, barranco en el que se ubicaba la Puente de los judíos, expresión que se cita en varios documentos, y que actualmente se encuentra junto a la calle rey Alhamar, Matadero y la Puerta del Sol, fuera de la Puerta de Baeza, cerca del barrio judío y de una de las salidas de la ciudad.

Por ahora, no se ha identificado ningún tipo de enterramiento en esta zona ya que está ocupada actualmente por edificios que se realizaron hace bastantes años sin intervenciones arqueológicas previas, simplemente en pequeñas franjas para introducir infraestructuras realizadas recientemente, se han identificado la presencia de algunos restos óseos humanos, sin que el hallazgo haya tenido mayor trascendencia.

El cementerio

El cementerio se ubicaba extramuros, a cierta distancia del barrio judío. El terreno elegido:

  • Tenía que ser tierra virgen
  • Estar en pendiente
  • Estar orientado hacia Jerusalén

La judería debía tener un acceso directo al cementerio para evitar que los entierros tuviesen que discurrir por el interior de la ciudad.

Los reyes autorizaron después de 1492 (en Barcelona en 1391), que las piedras de los cementerios judíos pudieran ser reaprovechadas como material de construcción. Así, no es extraño encontrar fragmentos de inscripciones hebreas en varias construcciones posteriores.

A pesar del expolio que sufrieron desde finales del siglo XIV, la memoria de estos cementerios ha perdurado como nombre en determinados lugares, por ejemplo, Montjuïc en Barcelona o Girona. Sabemos de la existencia de más de veinte cementerios judíos medievales. Otros sólo se conocen o bien por la documentación o bien por las lápidas conservadas. El de Barcelona, en Montjuïc, fue excavado en el año 1945 y 2000, el de Sevilla en 2004, el de Toledo en 2009 y el de Ávila en 2012.

Hammam ibn Isaac, Baño de Isaac

Vista de la excavación arqueológica donde se ha creído localizar los baños de Isaac

El baño árabe o hammam musulmán, de carácter público, contaba con una serie de turnos para hombres y mujeres, pero también para los distintos credos religiosos que habitaban en las ciudades hispano-musulmanas. La población judía los utilizaba los viernes, día de precepto en el Islam y previo al shabat hebreo.

Existe constancia de que en Jaén existió otro baño árabe, de la misma época que el de Villardompardo, cuyo propietario era un judío. El nombre de ese Baño era Hammam ibn Isaac, es decir, Baño del Hijo de Isaac. No se descarta la posibilidad de que fuera propiedad de la familia del célebre cortesano Hasday ibn Shaprut, hijo de Isaac ibn Shaprut, un poderoso judío local. Las últimas investigaciones apuntan a que ese hammam se ubicaba en el interior de la judería, , en el solar excavado al sur de la calle Martínez Molina, cercano a la actual Iglesia de San Andrés.

Judíos en la sillería del coro de la Catedral

Sillería del coro de la catedral

En sintonía con el mismo discurso antijudío, en el interior de la catedral es posible descubrir, entre las figuras de la sillería del coro, a varios judíos, según el estereotipo tradicional que los representaba como individuos de semblante desagradable, nariz aguileña y mentón pronunciado, identificados por las características rodelas que los judíos estuvieron obligados a llevar. Las rodelas eran pequeños trozos de tela de forma circular, de color rojo o amarillo, que se colocaban en el hombro, sobre el vestido o sobre la capa, como una marca o distintivo de su condición de judíos.

La sillería del coro de la Catedral se ejecutó a lo largo del siglo XVI, añadiéndose algunos elementos en el siglo XVIII. Por su similitud con la de la Catedral de Burgos, podría pensarse en el escultor Felipe Bigarny como autor de su traza. En ella trabajaron en sus inicios Gutierre Gierero, Juan López de Velasco y Jerónimo Quijano y más tarde, en la época barroca, lo hicieron Julio Fernández y Miguel Arias.

La Judería

La judería de Jaén. Calle de los caños

Tras pasar por la plaza de la Audiencia, la calle Maestra se convierte en la calle Martínez Molina, que en su último tramo, a partir de la iglesia de San Juan, se convierte en uno de los límites de la judería tradicional. El ensanche de la calle principal deja paso, a partir de aquí, a un dédalo de callejuelas estrechas que en su mayor parte mantienen el trazado del barrio hebreo medieval. La calle de los Caños, que se abre a la derecha, inaugura el recorrido por la judería, con un suave descenso hasta la plaza de los Caños, donde en su día estuvieron los baños del Naranjo, que algunos investigadores han relacionado con el Hammam ibn Ishaq, es decir, con los baños del hijo de Isaac. La elegante fuente del siglo XVI que se conserva en esta plaza es el testimonio de la abundancia de manantiales que existieron siempre en esta zona. Frente a la fuente se localiza el edificio de las antiguas Carnicerías, que en tiempos no muy lejanos fue escuela nacional.

A través de la calle Arroyo de San Pedro se llega a la de Santa Clara, una estrecha calleja en forma de «L» en cuyo codo se sitúa la entrada al convento de Santa Clara, cenobio del siglo XIII, el más antiguo de Jaén, instalado en un extremo de la judería. La verticalidad del ciprés y del pilar que sostiene a la titular del convento ofrecen la nota espiritual en un rincón de paz que custodia otro célebre Cristo jaenés, el de las Misericordias o del Bambú, que en Semana Santa sale como uno de los pasos más celebrados. Algunos autores han relacionado el convento con una antigua sinagoga. Callejeando en zigzag, el itinerario toma un tramo de la calle Huérfanos, una de las principales de la judería, y desciende después por la calle Real hasta la calle Huertas, cuyo recorrido marca el límite este del barrio judío.

La yad o puntero ritual

La yad o puntero ritual

Durante la excavación del solar entre las calles Santa Cruz y Rostro, lugar considerado tradicionalmente como centro de la judería, en 2004 se documentó un objeto realizado en marfil y localizado en el interior de la bodega de una vivienda que tenía fachada a la calle del Rostro. Se ha identificado como un yad o puntero judío ritual, pero esta adscripción no está establecida por completo.

El objeto recuperado, de 10 cm. de longitud y un grosor aproximado de 8 mm. posee en la parte superior un singular labrado con decoración incisa y una hendidura en uno de sus extremos que puede indicarnos que debió estar sujeto a otro a través de un cordón, hilo o cadena. Por este motivo, en un principio la pieza fue inventariada como un bolillo: objeto torneado y que tensa el hilo con el que se tejen encajes y pasamanerías. No obstante, algunos investigadores han apuntado que podría corresponderse con un puntero de lectura de la Torá. Hasta la fecha se han recibido diversas interpretaciones sobre este objeto, sin que haya unanimidad a favor o en contra de la función que tuvo en el siglo XIV. Lo único establecido es su contexto arqueológico y su datación estratigráfica que nos confirma que se trata de un objeto que fue utilizado por una persona judía en el siglo XIV.

La ‘Mona’

La Mona en el friso gótico de la catedral

En la cabecera de la catedral, orientada hacia la calle de Valparaíso o callejón de la mona, está recorrida en toda su longitud por una moldura de estilo gótico florido fechada hacia finales del siglo XV y principios del siglo XVI y atribuida al cantero Enrique Egas. Este friso gótico es muy célebre entre los jienenses, por contener todo un discurso iconográfico destinado a representar a los judíos como un pueblo maldito, sujeto a todas las penas del infierno, en un espectáculo escultórico presidido por la popular Mona, que representa a un personaje vestido con el hábito judaico.

La popular mona de la catedral representaría al judío sedente, figura que abre un discurso antisemita de advertencia al cristiano medieval, para que éste no caiga en la tentación de judaizar e incluso para invitar a los propios judíos a la conversión como medio de rechazar al maligno y alcanzar la salvación.

De este modo, los diferentes elementos decorativos que recorren la cenefa se interpretan como símbolos judíos (figuras de cerdos que aludirían a los marranos, es decir, a los judeoconversos tal y como se les llamaba en aquella época), cristianos (granadas que simbolizarían la Iglesia; una gárgola con posible forma de pelícano y espigas de trigo que representarían la eucaristía; conchas que significarían el bautismo, la conversión, etcétera) e inquisitoriales (figuras humanas y animales atadas a unas ruedas en llamas que podrían representar a los conversos penitenciados, condenados a la hoguera por la Inquisición).

Menorá de la Diáspora

Menorá de la Diáspora

El ensanche de la plaza del Doctor Blanco Nájera, también conocida como plaza de los Huérfanos, guarda una sorpresa tras el recorrido por las estrechas calles de la Judería. Se trata de la menorá gigante que sirve de homenaje a los judíos de la diásporasefardita, y que recuerda su permanente vinculación con la ciudad:

Las trasas de ken anduvieron endjuntos nunca podrán ser abaldadas.

Es decir:

Las huellas de quienes anduvieron juntos nunca podrán borrarse.

Junto al monumento, de nuevo la evocación del agua en el puente que cruza sobre la fuente, y que señala el camino que utilizaban los judíos para entrar y salir de la ciudad a través de la puerta de Baeza cuyos cimientos aún se conservan.

Palacio del Condestable Iranzo

Palacio del Condestable Iranzo en la calle Maestra

En el número 18 de la calle Maestra se levanta un noble edificio del siglo XV, que actualmente funciona como Palacio Municipal de Cultura, frente a frente con la oficina de información turística. Se trata del palacio de Miguel Luca de Iranzo, condestable de Castilla en tiempos de Enrique IV, al que no pocos estudiosos atribuyen un origen converso, entre otras cosas por su costumbre de no realizar trabajo alguno los sábados, además de por haber sido asesinado por un grupo de cristianos viejos en la catedral, en marzo de 1473. El espléndido artesonado del salón mudéjar del palacio del Condestable fue testigo de las numerosas reuniones que don Miguel celebraba con las personas más distinguidas de la corte, algunas de las cuales, reconocidos conversos, fueron expoliadas e incluso asesinadas por sus enemigos tras su muerte.

Plaza del Rostro

La Plaza del Rostro

La plaza del Rostro se abre a la izquierda de la calle del Rostro, donde se localiza la parte trasera de la capilla de San Andrés, que debió de ser la entrada principal a la sinagoga que existió en este lugar antes de la capilla.

De regreso a la plaza del Rostro, el callejón del Gato, una de las vías con más sabor del barrio, conduce hasta la calle de San Andrés, otro de los ejes principales de la judería.

Puerta de Baeza

La plaza de los Huérfanos. En primer plano se encuentran los vestigios de la Puerta de Baeza

Las persecuciones de que fueron objeto los judíos a partir del siglo XIV los movió a aproximar sus casas a la muralla, junto a la Puerta de Baeza, como se colige de las confiscaciones de viviendas de conversos por la Inquisición en 1485.

La conocida como Puerta de Baeza, que daba acceso directo al barrio de la judería y que durante la edad Media fue su entrada principal. Así se desprende de la intervención arqueológica que la sacó a la luz, ya que su orientación es directa hacia la calle Los Huérfanos y sin duda debió ser la puerta principal de la judería.

En la zona interna de las murallas se consiguió encontrar la antigua calle por la que transitaban los habitantes de la judería, o lo que se conoce como camino de ronda, que tenía unos 4 metros de anchura y se encontraba empedrado. La evacuación de las aguas se realizaba a través de una apertura en las murallas junto a la puerta, dirigiéndose extramuros al lugar conocido por las fuentes escritas como el barranco de los judíos o muladar de los judíos, barranco en el que se ubicaba la puente de los judíos, expresión que se cita en varios documentos, donde también se habla de un fonsario.

Actualmente, un puente de madera invita a cruzar la antigua Puerta de Baeza, cuyos restos arqueológicos se hallan bajo el mismo, al igual que lo hacían los judíos de Jaén para entrar o salir de la ciudad

Raudal de la Magdalena

El raudal de la Magdalena

Legendaria fuente de aguas potables que ha abastecido históricamente a gran parte de la ciudad. En ella tuvo su guarida el "Lagarto de Jaén".

Según la leyenda, una enorme sierpe o dragón mantuvo asustada a la población durante mucho tiempo, hasta que un valiente pastor consiguió matarla haciéndole ingerir una sustancia explosiva. De ahí proviene la expresión giennense: así revientes como el Lagarto de la Magdalena cuando no se quiere bien a alguien.

Juan Eslava Galán atribuye a la influencia cultural de Oriente en Jaén, traída a la ciudad por judíos que se instalaron en ella en épocas antiguas, el origen de la leyenda más famosa de la ciudad.

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