Antes que de judería, y al hilo de las últimas aportaciones del investigador local Felipe Aira Pardo, en Monforte de Lemos hay que hablar de zonas de ámbito judío, por no encontrarse en la villa medieval del Cabe un barrio exclusivamente habitado por hebreos, sino más bien calles y plazas en las que vivían familias judías y cristianas indistintamente. Aún así, la vieja población intramuros, donde habitaron la mayoría de los judíos en la Edad Media, constituye por sí misma un espacio cargado de misterio, donde abundan las referencias a una pequeña comunidad cuyo recuerdo permanece indeleble a través de documentos, leyendas y elementos arquitectónicos como los trabuleiros, que forman parte de la misma esencia comercial de esta localidad, capital de la comarca de Lemos y de la Ribeira Sacra.

Recorrer los diferentes hitos relacionados con los judíos y conversos de Monforte es también descubrir paso a paso una buena parte de la historia de esta población, refundada en 1104 en el mismo lugar en el que tuvieron su asentamiento posiblemente, los oestrymnios y los saefes, antecesores de los célticos lemavos, citados ya por Plinio. Según un documento perdido del que se conservan citas anteriores, fue el 10 de abril de 1104 cuando el conde Fruela Díaz y su esposa, la condesa doña Estefanía Sánchez, mandan establecer una nueva población a los pies del Castro Dactonio, en terrenos donados por el abad del monasterio de San Vicente, dando también permiso para la celebración de ferias y mercados para el abastecimiento de la población.Hasta el siglo XVI, la ciudad alta fue el lugar preferente donde se sucedieron las diferentes culturas que conformaron la historia común de Monforte, pero a partir de esta fecha, coincidiendo con la estabilidad del nuevo estado creado por los Reyes Católicos, la mayor parte de la población se fue instalando progresivamente a lo largo de la llanura por la que discurre el río Cabe, lo que ha propiciado que el tiempo se detuviera en esta fecha en la parte más alta de la ciudad.

La primera noticia documental sobre la presencia judía en la zona de la futura Monforte de Lemos es un documento de 915 en el que se menciona a un tal Ismael, judío, habitante de la ciudad. Antes de esa fecha, las primeras noticias relacionadas con los judíos de Galicia son el siglo IV, época en la que se les ve vinculados con la actividad comercial.Durante la dominación sueva, la tolerancia religiosa de este pueblo favoreció su presencia, facilitó la convivencia entre las distintas confesiones de modo que hubo matrimonios entre judíos y cristianos, e hizo posible las relaciones.A principios del siglo VII, con el reinado de Sisebuto, y en cumplimiento de los preceptos del III Concilio de Toledo, se dictó un edicto de expulsión de todos los judíos del reino visigodo que no se hubieran bautizado. Muchos judíos huyeron a buscar protección y tierras entre el pueblo vecino de los francos y otros permanecieron en la península recibiendo el bautismo y cediendo así a las presiones de los visigodos. Muerto Sisebuto, los judíos que se habían bautizado volvieron al judaísmo, lo que trajo consigo una época de fricciones sociales y persecuciones. Por ello, a principios de 637, se volvió a poner a prescribir el cumplimiento de los cánones del concilio y se prescribió con carácter obligatorio que:

No se diese posesión del reino a ninguno antes que expresamente jurara que no daría en favor en manera alguna a los judíos, ni aún permitiría que ninguno que no fuese cristiano pudiese vivir en el reino libremente.

Con las persecuciones, la bonanza y prosperidad de Monforte se vio interrumpida, pero la expulsión no alteró mucho la demografía de la comunidad judía de Galicia, dado el escaso número de judíos que habitaban en Galicia. Los musulmanes tampoco cambiaron las cosas tras la invasión, que no fue muy efectiva y duró muy pocos años. Los judíos se siguieron ocupando de la actividad comercial y de la práctica de la medicina en monasterios, hospitales y hospederías a lo largo del Camino de Santiago.La intolerancia almohade hizo que Galicia se convirtiera en un destino apetecible para los judíos del sur, que encontraron aquí una tierra apartada de los centros de poder y sin conflictos. En este sentido, las juderías de Galicia, como en el caso de Extremadura, tuvieron más suerte que las juderías castellano-aragonesas y los obstáculos que periódicamente entorpecieron la convivencia no hicieron aparición en Monforte.

A lo largo del siglo XIV, distintos señores de Lemos tuvieron en puestos de confianza y cargos importantes a elementos de la comunidad judía. Sobresalió en esa amistad y apoyo el Infante don Felipe, tío de Alfonso XI, que aconsejó al rey tomar como almojarife real a su amigo judío Yuçaf de Écija.En 1334 Pedro Fernández de Castro, titular del señorío monfortino y alférez mayor del rey, de quien a su vez era adelantado en tierras de León, Asturias y Galicia, nombró recaudador de impuestos al judío don Guillermo (sic), y almojarife al hermano de éste, don Samuel. Fernando, Señor y Conde de Monforte, e hijo de Pedro Fernández de Castro, practicó una política pro judía a mediados del siglo XIV, al igual que su padre, y en concordancia con las políticas reales promovidas por Pedro I el Cruel.

Tras las matanzas de 1391 en Castilla y Aragón, Monforte debió aumentar su población con los judíos huidos de otras juderías peninsulares en busca de acogida. Al contrario de lo sucedido en el resto de la península, los gallegos del siglo XIV, avasallados por la nobleza local, no vieron a los judíos como enemigos, inmersos como estaban en movimientos sociales de tipo antiseñorial que se resolverían finalmente en las revueltas irmandiñas de 1467-1469.

Los judíos, aunque tuvieron barrio propio en el ubicaron su sinagoga, micvé, así como el resto de instalaciones comunales, con el beneplácito del Concejo, vivieron mezclados con los cristianos en diversas calles medievales monfortinas, especialmente en torno a las puertas de villa y plazas de mercado. Sabemos, por ejemplo, que En el año 1449 un tal Moshé, Judyo moraba en la calle de la Zapatería y que, en el año 1453 Esther, la Judía vivía en la misma calle que Moshé, Judyo, hoy conocida con el nombre de Travesa do Cárcere Vello.En 1474 la familia formada por Manuel y su mujer Lídica, los judíos vivían en la calle de los Herreros, que hoy forma parte de la Praza de España. En esta plaza estuvo hasta el siglo XIX la iglesia románica de Nuestra Señora de A Regoa y, a los pies de las iglesias solían vivir familias hebreas aprovechando la actividad mercantil que las mismas generaban. En el año 1462, Isaac Chamizo moraba en la rúa Nova, hoy Abelardo Baanante, popularmente A Calesa.En el año 1488 Boaventura Judía tenía su casa en la Plaza del Azouge o sea, del Mercado, hoy conocida como Plaza de las Pescaderías, inmediata a la denominada Puerta de la Alcazaba.Tras la expulsión, la casa de Boaventura Judía en 1492 pasó a manos del II Conde de Lemos, D. Rodrigo Enríquez de Castro.

La tendencia de los judíos fue habitar en una ladera del monte, hacia el castillo y el monasterio de San Vicente del Pino, en una relación clásica que se dio en la Edad Media entre judío, señores feudales y casas abaciales. La judería primitiva pudo estar ubicada, como dice la tradición, en la Calesa, hoy calle de Abelardo Baanante, en el antiguo arrabal, junto al Ayuntamiento, punto desde el que se asciende a la parte alta o zona monumental amurallada de la ciudad.

De 1462 es una noticia alusiva a la familia judía de los Chamizo, uno de cuyos miembros, Isaac, compraba a Ruy López una casa, hecho que dio lugar a que se querellaran contra el cristiano por haber traspasado una propiedad a ome de diversa fe de nosa, es decir, a persona no cristiana. De época tardía, muy entrado ya el siglo XV, son numerosos los documentos que avalan lo nutrido de la presencia judía en Monforte ya que hacen referencia la pago que las aljamas gallegas hacen a la Corona de Castilla, y de cuya cuantía se deduce su demografía e importancia, sobresaliendo ya en vísperas de la expulsión las aljamas de Monforte, Allariz y Ribadavia. Los repartimientos de impuestos de la segunda mitad del siglo XV situaban a la ciudad como núcleo de una de las tres juderías orensanas más importantes y ricas. Esta riqueza provenía del comercio de seda y paños, a la platería y al ejercicio del derecho y la medicina.

Tras la expulsión de 1492 la mayor parte de los judíos que no quisieron convertirse al cristianismo se exiliaron en Portugal hasta 1496 cuando se produce el edicto de expulsión de ese país. Esto supuso que muchos judíos retornaran a la vecina Galicia, eso sí, convertidos al cristianismo pero en su mayoría, de manera falsa. Fue entonces cuando comenzó un largo período que abarca desde el siglo XVI al XVIII, siglos en los que la Inquisición se cebó en muchas familias de judeoconversos o cristianos nuevos asentados en Galicia, procesados por seguir fieles a los principios de la religión mosaica. Aunque Juan de Gaibor, secretario del II Conde de Lemos, se convirtió al cristianismo para evitar la expulsión en 1492, algunos de los miembros de su familia serán perseguidos según un documento de la Inquisición de Santiago del año 1580, y algunos de ellos ajusticiados.

A Calexa. Calle de Abelardo Baanante

A Calexa es uno de los lugares de la ciudad en la que está documentada presencia judía. En 1462 Isaac Chamizo vivía en ella

Al otro lado de la puerta de la Pescadería se encuentra la iglesia parroquial de Santa María de A Régoa, que se ubica en lo que fue convento dominico de San Jacinto, del siglo XVII. Al ser abandonado éste por la orden, tras la Desamortización de los años veinte del siglo XIX, la iglesia conventual pasó a desempeñar las funciones de la desaparecida iglesia parroquial de Santa María de A Régoa, demolida en esta misma centuria, mientras que las dependencias del convento ya en el siglo XX, pasaron a ser utilizadas por el Pío Instituto de las Hijas de la Divina Pastora, dedicadas a la enseñanza hasta hoy. Junto a la Iglesia, partiendo de la pequeña placita que forma el altozano, surge la calle Abelardo Baanante, durante mucho tiempo identificada por la rúa principal de la judería; también llamada de la Calexa y calle Nova (otra nomenclatura habitual, junto a la de la Cruz, en la sustitución de referencias judías), comunica directamente con la Ponte Vella, y en su parte alta muestra un interesante conjunto de casas de construcción popular que se levantaron sobre otras anteriores, que acogían a las familias hebreas, como la de Isaac Chamizo, en el año 1462.

Antigua sinagoga

La documentación, coincidiendo con la tradición popular, sitúa la sinagoga en la calle Falagueira. Enfrente estaba el Ayuntamiento de Monforte trasladado posteriormente a la calle Comercio y situado en la actualidad en el Campo de San Antonio

Frente a dos casas, y apenas identificable por los sillares de las jambas y las piedras bien cortadas del dintel del portón, se localiza a un solar, hoy en manos privadas, donde en varios documentos se sitúa la Torá de los Judíos, seguramente la sinagoga. Todavía se conserva parte de los muros y las dos cuevas que estaban integradas en el conjunto, una de las cuales ha sido relacionada con el micvé o baño ritual de los judíos, aunque actualmente el lugar está muy afectado por el paso del tiempo. Un poco más adelante, un nuevo edificio se levanta en el ángulo que separa la calle de la rúa Vella, hoy completamente abandonada y que, como su nombre indica, es una de las más antiguas de la ciudad; de hecho, ya se llamaba así en el siglo XII. Hasta el siglo XVI, en el que se construye el nuevo palacio condal en parte de unos terrenos pertenecientes a los benedictinos, lo que motivó un largo pleito entre la III condesa de Lemos y el monasterio, esta vía tuvo gran vitalidad, registrándose población hasta el siglo XVIII. En los documentos de los siglos XVII y XVIII ya se habla de ella como una calle prácticamente despoblada.

La sinagoga

La sinagoga (lugar de reunión, en griego) es el templo judío. Está orientada hacia Jerusalén, la Ciudad Santa, y en ella tienen lugar las ceremonias religiosas, la oración comunal, el estudio y el encuentro.

En las ceremonias se lee la Torá. El oficio está dirigido por los rabinos ayudados por el cohen o niño cantor. La sinagoga no es sólo casa de oración, sino también centro de instrucción, ya que en ellas suelen funcionar las escuelas talmúdicas.

Los hombres y las mujeres de época medieval, y también hoy en día, se sientan en zonas separadas.

En el interior de la sinagoga se encuentra:

  1. El Hejal, armario situado en el muro este, orientado hacia Jerusalén, en su interior se guarda el SeferTorá, los rollos de la Torá, la ley sagrada judía.
  2. El Ner Tamid, la llama perpetua siempre encendida ante el Hejal.
  3. La menorá, candelabro de siete brazos, signo habitual en el culto.
  4. La Bimá, lugar desde donde se lee la Torá.

Calle del Cardenal

La calle de los Sederos es la llamada popularmente hoy Cardenal estrecho. Los judíos, entre otras ocupaciones, se dedicaban al comercio de plata, paños y sedería

La calle de los Sederos, llamada popularmente hoy calle del Cardenal estaba ocupada en la Edad Media por negocios donde se confeccionaba y comerciaba con paños y sedas.

La manufactura de la seda se introdujo en España a través de los musulmanes. Con los Reyes Católicos, a finales del siglo XV, se ordenaba que los oficiales tejedores de sedas tuviesen que someterse a examen para demostrar sus conocimientos en el oficio, consiguiendo, de esa manera, una más refinada técnica en la fabricación. En cuanto a las sederías establecidas en Galicia, el epicentro se situaba en torno a las tierras del Valle de Lemos, Castro Caldelas, Quiroga y Valdedoras.

En Monforte, la manufactura de la seda se establece alrededor de los siglos XIV-XV de la mano de los benedictinos, y en el siglo XVI por los franciscanos, o bien por los propios Señores y luego Condes de Lemos.

Así, en una carta que el Conde de Lemos dirige desde Madrid a Pedro de Valcárcel, su contador en Monforte, el 4 de enero de 1618, le manifiesta un ambicioso proyecto destinado a promover y a impulsar, en esta tierra, la manufactura textil sedera. Dice textualmente en su misiva:

Pues del ha de resultar tan gran Beneficio a todos los della y que no se pierda tiempo sin que se empiece desde Luego y assi combiene que en recibiendo esta pongays en execución todo lo que os escribe Diego de Losada en la carta que aquí se os embia adereçándo y cultivando la tierra en la forma que en ella se os advierte.

El conde le comunica que tiene especial empeño en que la empresa tenga éxito y, para ello, debe poner mucho interés en su cumplimiento.

Casas de los Gaibor

Los Gaibor, la familia judía y luego de conversos más importante de Monforte, vivieron en unas bonitas casas de piedra sillar, todavía conservadas, situadas entre la plaza de la Pescadería y el comienzo de la calle Falagueira

En el último tramo de la calle Falagueira, el primero si atendemos a la numeración, concretamente en los números 1 y 3, se localizan las casas de los Gaibor, la más relevante de las familias de judíos y conversos de Monforte, cuyos miembros serían grandes comerciantes, ocuparían cargos de relevancia en el Ayuntamiento o emparentarían después en el siglo XVII, con los Ponce de León y Somoza. A estos nuevos apellidos corresponden los escudos de la fachada, incorporados con posterioridad a los inmuebles, ya que los cristianos nuevos no podía lucir escudo propio, salvo raras excepciones. El judío Juan de Gaibor, secretario del II conde de Lemos, es el primer miembro de esta familia de sólida raíz hebrea citado por la Inquisición, al que seguiría después su hijo, Jorge de Gaibor, bautizado con edad avanzada.

El problema converso

La convivencia entre cristianos y judíos estaba muy deteriorada desde mediados del siglo XIV y la hostilidad de los cristianos viejos contra los conversos había derivado en persecuciones violentas, algunas en vísperas de subir Isabel al trono castellano.

El problema de los judíos conversos era tanto social y como religioso. La posibilidad que tenían los cristianos nuevos de acceder a los puestos de mando en las oligarquías urbanas suscitó el recelo de las masas populares de las ciudades. Además, se extendía la idea de que los conversos seguían en buena medida fieles a la tradición judaica: Todas las acciones repulsivas sucedidas en la época (incluidos asesinatos rituales) eran achacadas, en la mentalidad popular, a los judaizantes.

En este contexto, los Reyes Católicos pensaron en la posibilidad de arbitrar un procedimiento para perseguir a los falsos conversos. Ese procedimiento fue la Inquisición, tribunal que ya había existido en Europa en la Edad Media. Quizás intervinieron en la decisión algunos conversos, rabiosamente hostiles a sus antiguos correligionarios como Tomás de Torquemada, primer inquisidor general de Castilla. Lo que es un hecho es que los Reyes Católicos acabaron con la tradicional tolerancia practicada en los reinos hispánicos hasta su reinado.

Colegio de la Compañía

Conocido popularmente como el Escorial Gallego, es un edificio de estilo herreriano de los siglos XVI-XVII, con dos alas perfectamente simétricas y una iglesia central con una cúpula rematada en linterna

Para llegar hasta el colegio de la Compañía, o de Nosa Señora da Antiga, merece la pena alargar el recorrido un poco más para pasar por el convento de las clarisas, donde está instalado el Museo de Arte Sacro, uno de los mejores de España en su género, y continuar hasta la Ponte Nova por las calles Méndez Casal y Ourense, y desde allí, atravesando de nuevo el río, por la avenida de Galicia y la calle del Cardenal Rodrigo de Castro. Este cardenal, precisamente, fue el impulsor de la obra del conocido como Escorial de Galicia, una impresionante construcción de estilo herreriano que donó a la Compañía de Jesús para uso de la juventud, templo y colegio consagrados a la Virgen María.

Dos nuevos hitos de referencia judía clausuran el recorrido en este punto. El primero, la espléndida escena de la Circuncisión del Niño Jesús, que forma parte del gran retablo mayor, en madera de nogal, firmado por Francisco de Moure en el XVII. La segunda, de nuevo los trabuleiros que forman parte de las casitas en las que se ubica la Oficina de Información y Turismo.

Iglesia de A Régoa

La iglesia de A Régoa

La iglesia de A Régoa fue fundada por los VII Condes de Lemos en el siglo XVII. El primitivo nombre de San Jacinto se debe a la orden religiosa a la que estaba adscrito y era considerado como convento menor.

Actualmente la iglesia además de conocerse con el nombre de Santo Domingo, por haber estado ligada al convento de dominicos fundado en el siglo XVII, también recibe el nombre de iglesia de A Régoa.

Iglesia de San Vicente y Monasterio Benedictino

Aunque la edificación actual se inicia en el siglo XVI, sus orígenes se remontan al siglo X

El monasterio benedictino, levantado en el siglo XVI sobre un cenobio anterior del siglo X, se muestra como un formidable alarde arquitectónico en el que destacan la iglesia de San Vicente del Pino. La impresionante iglesia monacal tiene su portada renacentista, mientras el interior se enmarca en el gótico de transición, con unas bóvedas de complicadas nervaduras. Un órgano barroco, callado desde hace décadas, se encuentra en un lateral del coro. En el altar mayor destaca una interesante pintura alegórica que representa la tortura de San Vicente.

Actualmente gran parte del edifico monacal alberga el Parador de Turismo de Monforte de Lemos.

La Xuderia

La comunidad judía nunca estuvo confinada y vivía con la población. Las referencias más claras que tenemos hablan de la ubicación en las calles Zapaterías, Falagueira y Pescaderías así como en la plaza de España y calles limítrofes

Monforte fue uno de los pueblos gallegos de mayor población judía. Como en otros lugares, los judíos monfortinos no tuvieron la obligación de habitar en un barrio determinado y su presencia se extiende por la ciudad. A pesar de ello, tenían localizados sus edificios comunales en la zona de la Calle de la Falagueira, A Rúa Vella, A Zapatería (hoy conocida como Travesía de la Cárcel Vieja), la Plaza del Açougue (Plaza de la Pescadería) o la Rúa de los Herreros (hoy parte de la Plaza de España), fueron residencia de familias hebreas hasta la expulsión de 1492.

Lápida funeraria de los Gaibor

En el desaparecido convento de San Antonio, próximo al panteón de los condes de Lemos, estuvo la capilla de los Gaibor

La muerte de Jorge de Gaibor está relacionada con una popular historia de conversos, conocida como el caso del Cristo de los Azotes, perfectamente documentada por la Inquisición de Santiago en 1580. El testimonio de uno de sus sirvientes, unido al hecho de que se encontrara a su hijo, Juan, con un crucifijo y unos azotes, sirvió de base para la acusación de que el recién converso gastaba sus noches en azotar a una imagen de Cristo crucificado. Apelado por el Santo Tribunal, cuya sede estaba entonces en Valladolid, durante el viaje se sintió muy enfermo, teniendo que regresar precipitadamente a su casa de Monforte, donde murió a los pocos días.

En el Museo Arqueológico Provincial de Ourense se expone una valiosa lápida, procedente de Monforte, que corresponde a la capilla que los Gaibor fundaron a comienzos del siglo XVI en el convento franciscano de San Antonio de Padua, donde tenían el panteón familiar los Condes de Lemos, y que indica que bajo ella yacían Juan de Gaibor y Jorge de Gaibor, vecinos y regidores de esta villa.

Aqui iacen Juan de Gaibor y su ijo Jorge de Gaibor fundador desta ca[pilla. Fue]ron vecinos y regidores desta villa.

A la inscripción le falta una parte, lo que motivó la errónea creencia, hoy aclarada, de que dicha pieza avalaba la fundación de una casa en Monforte de Lemos por parte del linaje de los Gaibor.

El Cristo de los Azotes y el Cristo de la Colada

Entre los escarnios e injurias más conocidos en la historia monfortina se encuentra El Cristo de los Azotes y el Cristo de la Colada, cuya existencia está documentada hasta la invasión napoleónica de la ciudad. Fray Jacobo de Castro, cronista de la Orden Franciscana, coincidiendo con su visita al convento monfortino de San Antonio en el siglo XVIII, dejó noticia de la existencia de dos curiosas piezas allí custodiadas. Dice:

Una de ellas estando azotándola unos judíos en su infame sinagoga dio voces llamando al padre guardián, quien [...] guiado de aquella lastimosa voz [...] se entró en la sinagoga y recobrando la imagen [...] tuvo tiempo para dar cuenta a un ministro del Tribunal, quien prendió y castigó a los judíos, y depositó la imagen en este convento (se refiere al de San Antonio) En cuanto a dos imágenes de Cristo muerto bien crucificado que en este convento se tienen con especial veneración de la estatura de una tercia [...] uno con el título de La Colada y este está en la Sacristía con las demás reliquias y el otro con el título de Azotes está en la celda guardianal con una estatua de San Antonio de estatura pequeña [...] Es tradición que una vil mujer la entró en una caldera de colada, que estaba hirviendo, deseando [...] borrar la hermosura de la imagen [...] Por más que sudó y afanó la proterva mujer en supultar en lo profundo de la caldera la imagen, ésta se subía a la superficie de la colada. No se ejecutó esta execrable maldad con tanta cautela que no se hiciese publica; y averiguada fue presa y castigada la mujer por el Santo Oficio [...] Sucede con esta santísima imagen una cosa bien portentosa y es que, siendo fácil abrir la caja en que está cerrada y colocada no es posible abrirse por más vueltas que se den a las llaves, si dentro de la sacristía se halla algún judío.

Palacio de los Condes de Lemos

El Palacio de los Condes de Lemos

Los Condes de Lemos fueron una de las familias nobles más importantes de España. Especial relevancia tuvo la figura del VII Conde, Don Pedro Fernández de Castro, que llegó a ser virrey de Nápoles y a quien se recuerda como mecenas de Cervantes, Lope de Vega, Quevedo y Góngora.

Junto a la torre del Homenaje, el Palacio Condal de los señores (luego condes hereditarios y perpetuos) de Lemos, integrado junto con el monasterio de San Vicente en las instalaciones del Parador de Turismo, da la pauta de una villa gobernada tradicionalmente de arriba abajo.

Para sustituir al anterior palacio medieval, la III condesa de Lemos, doña Beatriz de Castro, levantó en el siglo XVI una nueva edificación, que fue presa de un devastador incendio a finales del XVIII. El antiguo palacio condal se protege todavía con los restos del complejo fortificado monfortino, y mantiene en su fachada, sostenidos por ángeles, los magníficos escudos de la familia.

Ponte Vella

La tradición dice que es de origen romano. Lo que sabemos es que fue redificado por el maestro Pedro Rodríguez de Remberde a finales del siglo XVI. Tiene seis arcos semicirculares, dos de ellos cubiertos por reformas posteriores

Desde la plaza de España, la calle del Comercio conduce; atravesando la plaza del Doutor Casares, hasta la Ponte Vella, paso sobre el río Cabe la que la tradición otorga un origen romano, aunque su construcción actual es del siglo XVI, obra del maestro Pedro Rodríguez de Remberde. Desde el puente se puede apreciar el tramo final de la calle Abelardo Baanante, y sobre todo la estructura de la ciudad vieja, sólidamente instalada sobre el monte de San Vicente, con la torre del Homenaje dominando el panorama.

Porta Nova

La Porta Nova

Siguiendo la carretera, que desciende dibujando una espiral desde lo alto del monte, un pequeño desvío conduce hasta la Porta Nova, la más monumental de las dos que se conservan en el antiguo trazado medieval. La puerta, que fue reconstruida entre 1470 y 1486 por el I conde de Lemos sobre otra anterior, destruida por los Irmandiños en 1467, conserva sus signos lapidarios medievales, y está presidida de nuevo por los escudos de los condes hereditarios y perpetuos. Intramuros, al abrigo de esta puerta que cerraba la villa al este, existió un núcleo de casas judías cuyas herederas hoy son unas coloristas edificaciones que conservan las balconadas y corredores de madera típicos de la zona.

Puerta de la Pescadería

Puerta de la Alcazaba o de la Pescadería

También llamada de la Alcazaba, la puerta de la Pescadería comunicaba la ciudad vieja con el río Cabe, y es uno de los accesos que en los siglos pasados tuvo mayor importancia en la vida diaria de Monforte. La plaza de la Pescadería, junto a la que se ubica, se llamó tradicionalmente plaza del Azougue, en referencia al azogue o mercadillo que existió aquí durante largo tiempo. En esta plaza vivió, según un documento de 1488, la familia hebrea de Boaventura Judía, en una casa que en 1492 pasó a manos del conde de Lemos.

Puerta de la Zapatería

Es una de las calles de la ciudad en la que está documentada presencia judía. En 1453 Ester Judía moraba en la calle Zapatería

La calle Pescaderías recorre el adarve de la muralla y conecta más adelante con la calle Zapatería, donde vivían en el siglo XV familias judías como la de Moshé Judío y Esther la Judía. La calle Zapatería fue conocida desde la segunda mitad del siglo XIX hasta hace unos años, como de la Cárcere Vella (cárcel vieja), en referencia a la prisión del distrito judicial de Monforte que estuvo aquí instalada desde la segunda mitad del XIX hasta la segunda década del XX; después, las dependencias de la cárcel fueron reconvertidas en oficinas de la Denominación de Origen de la Ribera Sacra. En el mismo edificio del torreón se aprecia el arranque de un arco, perteneciente a la primitiva puerta de la Zapatería, de la que se tienen noticias en documentos de los siglos XIII-XIV. Las referencias más antiguas de la presencia de judíos en la villa monfortina pueden remontarse al siglo X, cuando en un documento del año 915 se menciona a un tal "Ismael judila", probable alusión a un hebreo, aunque fue en el siglo XV cuando este colectivo tuvo un mayor peso específico en el conjunto de la sociedad. La malquerencia popular hizo que en determinado momento se calificara a todos los vecinos de Monforte comorabudos, por extensión de los miembros de su aljama, o que todavía en nuestros tiempos se conserve memoria de aquello que, especialmente los moradores de la vecina población de Sarria, cantaran a los monfortinos:

Monforte de Lemos. Monforte dos demos. 500 veciños: 300 ladrós e o resto xudeos.

Aunque la mayoría de los judíos de Monforte fueron artesanos y comerciantes, destacando sobre todos los mercaderes de sedas y paños, otros ostentaron cargos de importancia en la administración de la casa de los señores, luego condes de Lemos, como don Samuel, almojarife, y su hermano don Guillermo, recaudador, ambos al servicio de don Pedro Fernández de Castro, el de la Guerra, señor de Monforte en 1334. Por los documentos del siglo XV se sabe de la importante aportación de la aljama de Monforte al fisco de la corona de Castilla.

Rúa Falagueria

En la Rúa Falagueira están situadas las casas de los Gaibor, la familia judía local más importante, y tradición y documentación sitúan también en esta calle la Sinagoga

La calle Falagueira, cuyo nombre se cambió tras la expulsión de los judíos por el de calle de la Cruz, une las puertas Nova y de la Pescadería, y constituye el eje principal del barrio judío y de la ciudad medieval. Tras un pequeño tramo de casas rehabilitadas, el camino asfaltado enseguida se convierte en camino de tierra: a la izquierda, las huertas fueron ocupando el espacio de las casas entre la calle y la muralla, algunas de cuyas torres todavía permanecen en pie; a la derecha, junto a unas minas de agua por donde rezuma la humedad del monte, los restos de una edificación todavía permiten localizar en pie el trabuleiro del antiguo taller de un zapatero: un amplio alféizar utilizado como mostrador para poder despachar desde el interior de la vivienda.

Ya en el camino de tierra, la milenaria villa se convierte de repente en un paseo campestre entre tapiales hortelanos, algunos de ellos relacionados, según la tradición, con lugares donde se bautizaban en secreto los criptojudíos monfortinos. A la izquierda, a mitad de camino, surge la cuesta que comunica la calle con el postigo de los Chaos, un atajo que conecta el barrio extramuros de Os Chaos, muy activo desde siglos pasados, con la parte alta.

Más adelante, también en el lado izquierdo, una pareja de casas sirve como referencia del emplazamiento del antiguo Concello de la Villa; al Ayuntamiento se localizó, durante siglos, en un caserón anejo a la más grande de las dos, hasta que la administración municipal se trasladó, a principios del siglo XX, a las dependencias del hospital del Sancti Spiritu, en la actual rúa del Comercio. El inmueble mayor también se utilizó en ocasiones, cuando el consistorio se quedaba pequeño, para actos relacionados con la muy activa vida municipal monfortina, algo que se refleja en el propio nombre de la calle donde se ubicaba el ayuntamiento: Falagueira, que viene a querer decir calle de la fala, en gallego, del habla, es decir, del bullicio o del parloteo. Nada que ver con el silencio de su realidad actual.

Rúa de los Ferreriros, Plaza de España

En la época medieval se denominó calle Ferreiros a la parte alta de la actual plaza de España. En 1474 el matrimonio hebreo formado por Manuel y Lidica moraba en esta calle

Desde el lugar donde estuvo la puerta de la Zapatería hasta la vecina plaza de España, apenas hay unos pasos. La parte alta de esta peculiar plaza organizada a partir de una serie de escalinatas que salvan el desnivel, estuvo habitada en la Edad Media por artesanos judíos, como la familia formada por Manuel y su hija Lidica, los judíos. Lugar de expansión y de encuentro, sobre todo en verano, con los veladores que ocupan los deferentes niveles de la plaza, aquí se localizan también la Casa de Cultura, la Biblioteca y la Galería Sargadelos. Muy cerca de la plaza en la calle Doutor Teijeiro, vivió hasta hace poco un personaje muy popular en Monforte, conocido como O Xudio, que despachaba su pequeño negocio a través de uno de esos trabuleiros que se reparten por diferentes puntos de la ciudad.

Torre de Homenaje

En la Torre del Homenaje (Conjunto Monumental de S. Vicente del Pino) abundan los signos lapidarios. El más repetido es la estrella de cinco puntas o sello de Salomón

La majestuosa torre del Homenaje, el principal elemento del castillo medieval que corona desde hace más de setecientos años el monte de San Vicente, es uno de los símbolos más identificados en los monfortinos y con el monte fuerte que le da nombre a la ciudad. Desde lo alto de este magnífico bastión de los siglos XIII-XIV es posible contemplar las verdaderas dimensiones de Monforte y de su entorno, pero también establecer un interesante punto de iniciación en el mundo de los judíos conversos, tratando de resolver el enigma del significado de las estrellas de Salomón (las cinco puntas que representan los cinco libros del Pentateuco, símbolo también secularmente conocido en Galicia como cruz de Trasgo) que se localizan entre los signos lapidarios y las marcas de cantero de sus sillares.

Estas marcas de cantero se localizan en la parte más antigua de la Torre del Homenaje, del siglo XIV. En la cara este, observamos signos lapidarios y marcas de canteros. Estas marcas eran el aval de garantía de la calidad del trabajo y identificaban al tallador o escuela de talladores que había trabajado el sillar. El que más abunda es la estrella de cinco puntas o Sello de Salomón.

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