Popularmente conocida como la Rúa, asentada al abrigo de la antigua Suda o fortaleza
musulmana, hoy Palacio Episcopal, y a los mismo pies de las extraordinarias casas
colgadas del barrio alto de la ciudad, la Judería Vieja de Tarazona constituye un espacio cerrado, ajeno a la modernidad y al tráfico,
que discurre entre calles estrechas y escaleras empinadas que se adaptan como pueden
a las condiciones del terreno. Un barrio judío de fuerte raigambre histórica que se
desarrolla alrededor de los dos ejes que constituyen la Rúa Alta y la Rúa Baja, hoy
dedicadas al poeta Gustavo Adolfo Bécquer, cuyas leyendas siguen vivas en esta tierra.
Ciudad bimilenaria, cuyo rico patrimonio de fuerte acento mudéjar la hace merecedora del título de Conjunto Histórico Artístico, Tarazona lleva la
leyenda de su fundación a su mismo escudo municipal: Tubal Cain me aedificauit. Hercules me reaedificauit. Tubalcaín me edificó y Hércules
me reedificó. Contó con pobladores celtíberos, que la llamaron Triasu o Driasu, romanos que la denominaron municipium Tvriaso, visigodos, musulmanes y judíos que la llamaron Tirasone, y cristianos que la designaron como Tirasona, del que deriva el nombre moderno de Tarazona. El trazado urbanístico de la ciudad
todavía muestra las huellas del paso de estas tres últimas culturas en época medieval
y moderna.
Plinio el Viejo en su Historia Natural nos informa que Tarazona fue ciudad de derecho romano y que forjaba herramientas
de hierro de gran calidad. Aunque actualmente no se conoce todavía en profundidad
el urbanismo romano de la ciudad, parece que a finales del siglo I a. C. el área urbana
se ubicaba en la margen izquierda del río Queiles en torno a la calle Tudela hacia
la Rúa Alta, de la calle Carmen hasta la Visconti y Marrodán, Quiñones y Cañuelo.
Sin embargo, la ciudad también se extendió por la orilla derecha del Queiles tal y
como lo atestiguan los hallazgos arqueológicos localizados en Pradiel, en el Palacio
de Eguarás, en la Catedral, la Carrera Zaragoza, la calle Borja, la Faceda, la calle
Cinco Villas y en el Polígono Industrial. Esta prolongación podría relacionarse con el trazado de la vía que iba de Caesaragusta (Zaragoza) hacia Asturica Augusta (Astorga).
A partir del siglo III la ciudad fue abandonada progresivamente debido a la inestabilidad
política del Imperio Romano, atacado por los bárbaros y los bagaudas. Estos últimos aparecen documentados en Tarazona en el año 449, momento en el que
el obispo León fue asesinado.
Es probable, de todos modos, que la presencia judía se remonte a época visigoda o, incluso, al Bajo Imperio, consolidándose bajo dominio musulmán, si bien las noticias se multiplican después
de la capitulación de la ciudad ante Alfonso I el Batallador en 1119.Una vez integrada Tarazona en el aparato defensivo visigodo, se restauraron las condiciones
mínimas de una ciudad episcopal, cuyo dinamismo se manifestó con la acuñación de moneda
de oro en torno al siglo VII, durante el reinado de Recaredo (586-601).
En el año 713 Tarazona cayó ante los ejércitos musulmanes y el urbanismo de la ciudad se adaptó a las características islámicas. Sus habitantes
se convierten al Islam, se crean baños públicos y cementerios, y se levanta la Zuda, palacio o fortaleza que sirvió como sede de los gobernantes militares consistente en una superficie rectangular excavada en una roca sedimentaria de gran
altura sobre la terraza del Queiles que formaría parte de un recinto amurallado mayor,
ubicada en el barrio del Cinto.
Precisamente, cuando Benjamín de Tudela emprende su viaje en 1165, la aljama de Tarazona está ya plenamente constituida tras la conquista de la ciudad por Alfonso I, rey
de Aragón y Navarra en 1119.Después de la conquista, el rey donó al obispo los derechos tributarios y mercantiles
de la aljama, lo que le permitía imponer tributos a los judíos de su diócesis. Este privilegio
tenía una cierta importancia, dado que la judería de Tarazona era una de las más importantes de Aragón en la primera mitad del siglo XIII. La pujanza de su judería en esta época se manifiesta en los fuertes tributos que pagó a la Orden militar del Temple hasta 1312, cuando se disolvió. Hubo entre los miembros de su juderíaintelectuales y hombres de importancia como médicos y maestros de casas, como se denominaba antiguamente a los arquitectos. Hubo también, caso poco frecuente en el ámbito judío, artistas plásticos, como el pintor de retablos Juan Leví, de finales del siglo XIV, cuyas obras pueden verse en la catedral de Tarazona.
Desde los padrones fiscales de 1271, Tarazona figura entre las dieciséis comunidades
de realengo de Aragón, con una tributación media del 3% del impuesto ordinario y del
2% en los subsidios extraordinarios, en una situación similar a la de Ejea de los
Caballeros, mientras que la comunidad mudéjar local abonaba la mitad en dichos conceptos. En el fogaje realizado en 1386 y en el de 1404, se adjudicaba a la ciudad (excluidos nobles y
eclesiásticos) un total de trescientas casas con judíos et moros. Gracias a un registro contable interno o pinqas conservado en la Biblioteca Nacional de Jerusalén, sabemos que la judería se componía en esa época de cincuenta y dos hogares con unas doscientas veinticinco
personas, esto es, un 15% de la población total de la ciudad, que alcanzaba las 1.300
personas. A finales del siglo XV, la población hebrea había aumentado por encima de
las setenta familias.
Tras la integración de la ciudad en la Corona de Aragón, Tarazona vivió su denominada
Edad de Oro entre 1213 y 1283, décadas en las que los judíos de la ciudad se mostraron como un
elemento clave contribuyendo al funcionamiento de la administración y las finanzas de la ciudad. Aquí nació Moshé de Portella, que gustaba firmar con el prenombre árabe Muça, dado
el prestigio que tenía la lengua árabe como lengua de cultura. Moshé de Portella provenía
de una familia con recursos que se había enriquecido con el tráfico de cereal, el
préstamo y el arrendamiento de rentas reales. Era tal la posición de la familia Portella que ésta pagaba una quinta parte de los impuestos totales de la aljama desde 1267.A los Portella se debió, en buena medida, que Pedro III mostrara interés en organizar la aljama y ratificara en 1285 una normativa general que establecía los procedimientos de pago
de impuestos sobre bienes muebles e inmuebles y que fijaba la naturaleza de las personas
exentas de tales gravámenes. El declive de los Portella fue paralelo al de los judíos de Tarazona, abatidos por
la peste negra de 1348, con rebrotes en 1362 y 1369, desgracias a las que se unió
una racha de malas cosechas, a consecuencia de las cuales la comunidad judía, como
también la cristiana, disminuyó en número. De hecho, la judería de Tarazona hubiera desaparecido si no hubiera sido por la inmigración procedente
de Francia tras la expulsión de los judíos en ese país y los asaltos padecidos por
las juderías navarras, circunstancias que trajeron nuevos habitantes a la judería.
En la guerra entre Pedro I el Cruel, rey de Castilla y Pedro IV, rey de Aragón, (cuyo
objetivo era lograr la hegemonía comercial en el Mediterráneo entre la flota castellano-genovesa
y la flota aragonesa), la ciudad fue saqueada por las tropas castellanas en varias
ocasiones entre 1357 y 1360. El barrio judío no corrió mejor suerte, ya que los soldados
entraron en la judería sin oposición al carecer de las murallas del Cinto, lugar bien fuerte y que se podía defender de qualquier ejército por grande que fuere.Al acabar la guerra en 1378 con Castilla, Pedro IV pensó en la conveniencia de desmantelar la judería, dado el nivel de destrucción sufrido durante el saqueo castellano, pero al rey le
convenía repoblarla de nuevo. En la licencia de reedificación de la sinagoga otorgada en Tarazona por el obispo Pedro Pérez Calvillo, el 10 de mayo de 1370 se
manifiesta el estado en el que había quedado el templo:
Fuisse et esse dirutam et destructam ex eo quod in occupacione dicte civitate Tirasone
jacta per dominum Petrum, quondam, regem Castelle, castellani subditi dicti regnis
ipsam sinagoga conbursserunt et destruxerunt.
Al renacimiento del barrio judío contribuyó la llegada del rabí tudelano Shem Tov
ben Shaprut, médico y talmudista, buscando asilo después de la disputa de Pamplona
con el Cardenal Pedro Martínez de Luna (1375). Aquí escribió su Eben bohan o Piedra de toque. Tanto él como rabí Jehudá Saladín eran consultados sobre temas jurídicos y se creó
un modesto centro donde se traducían obras del árabe al latín y al hebreo.
La aljama de Tarazona promulga hordinamientos y secamas a proveyto et utilidad de los ditos jodios. El de 1285 prohibía, entre otros, que se utilizara ropa de tonos claros y el de 1378 prohibía que los niños estrenaran vestidos al ser circuncidados. Su autonomía queda plasmada en el acto de toma de posesión del baile, comprometido a lealment servar et guardar a la dita aljama segund ley de judios. La organización interna, creada en el siglo XIV, se asienta en la Asamblea de la
aljama, el Consejo y los adelantados, así como en diversos funcionarios adscritos a tareas administrativas
(el clavario, encargado de la percepción de impuestos y de la contabilidad), judiciales
(albedín) y religiosos (rabino, shamashim, etcétera). Los documentos internos son expedidos por el sofer o notario.
Los asaltos a otras juderías en la Corona de Castilla, como las de 1391 apenas se
dejan sentir en Tarazona, tanto por la protección del concejo como por el apoyo financiero
que los judíos venían prestando en la reconstrucción de la urbe. Por ello, ese mismo
año de 1391 se firmarán los capítulos de la guarda de la judería, donde se garantiza su defensa y la aplicación de los derechos forales, uniendo a
esta guardia la enérgica protección de la Corona. Sin embargo, nada volverá a ser igual. Algunas familias pujantes en la vida mercantil pasan ahora a un segundo plano, como
los Laquef, Abençahadía o los Abjoxar, y su presencia en el mercado del préstamo se reduce del 50% al 10%. Tras la Disputa de Tortosa (1413-1414), las conversiones al cristianismo no son masivas
como en Daroca o Calatayud, pero quiebran la fortaleza de la judería. En 1430 la situación vuelve a calmarse y la comunicación entre judíos y conversos
es buena.
Gracias a la política fiscal de Alfonso V y a la dotación de un marco institucional más participativo, la judería de Tarazona alcanza un cierto equilibrio social que se traducirá en una situación
de cierta bonanza.En 1457 Alfonso V concedió, a petición de los judíos, exenciones que aliviaban la carga fiscal de la judería. El propósito del rey era dinamizar la vida comercial y la actividad económica de las ciudades de Aragón y consideraba que las juderías eran una parte importante
de ese dinamismo. Juan II seguirá con esas políticas, creando la Judería Nueva. El grado de nueva vecindad queda reflejado en el obsequio realizado en la
celebración de la Navidad al justicia, jurados, prohombres y cabildo catedralicio, consistente en unos sesenta pares de gallinas
y capones.
La implantación del tribunal del Santo Oficio en 1484, con sede en el Palacio Episcopal, fue el final de la convivencia en la ciudad. Serán procesados durante el siglo XVI
miembros de las familias de conversos Santa Fe, Santángel, Santa Cruz, pero también
de otras familias de la diócesis como los Aibar, Andrés, Casado, Cortés, Cubero, Liñán,
López, Pomar. Los conversos mantienen festividades y costumbres judías, creyendo en la bondad de
ambas religiones, pues también se podía salvar el buen judío en su ley como el buen christiano en la suya. Decretada la expulsión, una parte emigra a Tudela o Cascante, mientras otros, desde los puertos de Tortosa
y Barcelona, se dispersan por el Mediterráneo, con Italia como primera escala. Paralelamente,
en torno al 40 o 50% restante, acepta ser bautizado y convertirse al cristianismo.